Acaba marzo con la miel en los labios. El último posible empleo nació muerto y no hay más que echarse a la boca que migajas. Tocará seguir buscando, aunque se gaste la sonrisa de entregar currículums y el tiempo corra en mi contra. Después de nueve años peleando este oficio aprendí a no esperar favores ni milagros de última hora. A no aspirar a juntar cuatro perras. A callarle las miserias al jefe. A negociar a la baja sin vender la dignidad. A ignorar el peloteo de los mediocres y los juegos de manos de los trileros. A formarme una opinión independiente y a dejarla clara sin palabras. A leer un contrato dos veces antes de firmarlo. A desconfiar de sindicatos y comités de empresa. A dar lo mejor que tengo con cada vez menos medios. A apretar los dientes y seguir creyendo en mi vocación en estos largos meses de paro. Pero todo ello no habría sido posible sin la ayuda de los más grandes. Gracias, magnates de la comunicación, rectores magníficos, directivos, programadores, publicistas, responsables de recursos humanos y demás ralea. A ellos debo estas valiosas lecciones que han hecho de mí un mejor periodista. Muchas gracias a todos, hijos de puta.
Offspring -
3 divagando:
Ánimo coño, sino ya sabes que puedes renunciar a tus ideales y venderte al mejor postor. Siempre nos quedará el blog para escribir nuestras chorradas
Igual estoy yo. ¿Nos prostituimos, como dice "dtortable"?
Mientras puedas dar las gracias así de cariñosamente aún te queda mecha para un par de hogueras. Esconde el mechero si puedes. Pasea un poco, riega (sin mojarte), pero que no te roben la chispa. Eso es imperdonable.
Ánimo. Unha aperta.
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