En las nubes


Hay vidas que son sólo retazos rendidos al viento que se agitan desesperadamente buscando quien encuentre su punto de fuga. Los silencios acogen renglones enteros de historias que no llegaron a contarse, que se desvanecieron en su propia semilla, sin voz que supiese darles cuerpo. Sin embargo, dos trayectorias totalmente distintas pueden encontrarse y descubrir que sus caminos corren exactamente paralelos desde el mismo instante de su colisión.

Algunos cuentos tienen que ser contados eternamente mientras el hombre se deja mecer, olvidando por un segundo el metálico sabor del rechazo, el tacto del asfalto, los pies sobre un suelo que nunca termina de engullirte. Pequeñas dosis letales de realidad. Sobre sus grises edificios se sostiene un cielo al que, a veces, hay que subir a ver cara a cara, para que la nube negra que te acecha visite un techo más elevado que el de tu cuarto. Sube al techo, acurrúcate sobre las tejas y déjate acariciar por el viento y las dos o tres estrellas que aún iluminan sus noches opacas. Puede ser. Alimentado de almíbar, endulzando la melancolía de tus ojos. Tan sólo como deberían sentirse las nubes.

No olviden Asturias


Ellos lo llaman ajuste, nosotros despido.
Ellos ofrecen salario, nosotros recibimos miseria.
Ellos hablan de beneficios, nosotros de supervivencia.
Ellos dicen democracia, nosotros gritamos opresión.
Ellos lo llaman disturbios, nosotros dignidad.

Pasan los años, más de setenta.
Vuelven a estrechan el cerco.
Nos encontrarán tras la humareda.

El Coloso, Francisco de Goya


Mi nombre es Coloso. Soy un óleo sobre lienzo, encadenado a un marco, encerrado en las cuatro paredes de este museo. Alzado y furioso, soy el cuerpo iracundo y enorme del Dios de la guerra y la cólera, tal y como me plasmó el maestro Goya en uno de sus cuadros más oscuros.

He surgido de la pintura más negra de mi creador, fui llamado Gigante y Pánico por quienes se atreven a mirarme sin torcer la vista. Titánico, ennegrecido, pura cólera contenida a punto de arrasar la Humanidad a mis pies. Tan real como el miedo trágico e inexplicable que represento.

Mi esencia es el odio. Me alimento de los crímenes y tormentos que mi creador plasmó en sus célebres “desastre de la guerra”. Bajo mi gigantesca sombra, se desangra el sueño ilustrado de la razón. Quizá sólo soy vuestro hijo no deseado, quizá sólo un reflejo de vosotros mismos.

Vino se escribe con una V, Whisky con dos

Pasó el puente sacro como pasan los metros que escapan en tus narices. Cuatro días efímeros de vuelta a las esencias, al agridulce hogar llamado Ourense. Días exclusivos para parientes, amigos y miles de viejos conocidos a ritmo de churrascada, comida familiar, Padre Feijoó y el cálido París de los Vinos. A vella Auria patria onde chove e fai sol e o ar arrecendende a auga e pedra. La patria verdadera de la infancia y la primera juventud, al calor de la lluvia y el vino.


De vuelta a la vorágine edificada, naufragando en el agónico trajín de ver escaparse el tiempo con todo por hacer. Curro y más curro, algo de radio, trámites, bancos, facturas y algún que otro nuevo pasatiempo. Echo en falta la inocente despreocupación, la noctambulidad sin riesgos, la V doble con dos hielos y cola en el Mikel o el Rock Club. Aquí, retornado al exilio en mi madriguera, sólo queda arrancar espacios de tiempo a la noche para tener tiempo para lo realmente importante. Mañana, ajetreo, mal humor y ojeras... si una lluvia torrencial no lo remedia.

Zippo Blues


Búscame al filo de tu garganta,
dónde se despeñan los suspiros

y yacen las horas en vela.
Cierras los ojos. Muerdo.

Ruleta rusa

Alza tu copa. Saluda al tiempo por llegar, déjalo resbalar entre tus dedos como un nudo corredizo y prepárate para cuando tense la cuerda. Desafíalo. Mantén el mentón bien arriba, los ojos abiertos, aprieta los dientes y prepárate a encajar los golpes sin tambalearte, sin ceder un milímetro. Conserva la cabeza fría y aprende a no usarla demasiado. No dejes que nada nuble tu percepción. Mantente en pie, pase lo que pase.

Sabes lo que no quieres. Sabes lo que es perder. No esta vez, también sabes lo que te juegas. No sin dejarte las entrañas en ello. Nada garantiza que vayas a salir bien de ésta y sólo tú puedes hacer algo para marcar la diferencia, sólo tú puedes impedir que seas tú mismo el que lo eche a perder. Despacio, con xeito. Trata con cuidado las cosas pequeñas, no pises el acelerador demasiado tiempo sin cambiar de marcha, aprende a guardar las palabras que arden en la garganta. Parecen sólo consejos. Esta vez, quizás sea esta vez, puede que, por un momento, la suerte misma te sonría entre dientes. Habrá que esperar qué de nuevo nos traerá la primavera. ¿Necesitas un paraguas? Hay sitio en el mío.


Alza tu copa. Brinda por las cosas por las que aún merece la pena jugarselo todo, mira la vida a los ojos y apura tu copa de un trago. Yo invito ...
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