A veces


A veces, sucede. Puedes haberlo esperado siempre, haberlo perdido casi a punto de conseguirlo, haber olvidado incluso la posibilidad de que ocurra. Y, de improvisto, sucede. En el momento menos esperado, en cualquier lugar, puedes notar ese leve roce cargado de electricidad. A veces, una casualidad define el resto de tu vida, un instante de tiempo líquido en el que sumergirse para siempre. A veces, basta un momento para quemar lo que no debe de renacer del fuego y empezar el cuento de nuevo. Hay miradas que valen más que mil conversaciones, hay conversaciones que no se agotan nunca.

A veces, la música brota hasta de las alcantarillas y la hierba, de las paredes. A veces, aunque sea demasiado temprano y llueva, puede que amanezcas sonriendo.

Poe

Fue el padre del relato de terror y el renovador de la novela gótica. Dibujó las aristas más afiladas de la pesadilla, coqueteó con todo lo lúgubre y vivió bajo un halo de fatalidad y misterio. Edgar Allan Poe descubrió al mundo el placer morboso de leer y sentir auténtico miedo.


Viejos caserones, pozos sin fondo, lápidas de bellas damas difuntas, escenarios tenebrosos en los que el poeta jugaba a desdibujar los límites entre lo vivo y lo muerto, el delirio y la cruel realidad. Su vida fue también un reflejo de esta atmósfera onírica y cargada, aderezada de opio, alcohol y amores envenenados que hicieron de él una leyenda.

Una madrugada, entre la locura y el delirium tremens, Poe murió implorando por su alma. Desde entonces, cada 7 de octubre, alguien deja una botella de bourbon sobre su lápida y hay quien jura verle rondando por la ciudad como uno de sus personajes. De poco debieron servir sus plegarias, ya que cada ocho de octubre desde hace más de siglo y medio, la botella amanece vacía en el viejo cementerio de Baltimore.

San Zhi, ciudad fantasma


Hay lugares en los que la presencia del hombre es innecesaria o incluso imposible. Existen espacios que ya están habitados por algo inconcebible que se niega a desocuparlos en nuestro beneficio. Ese es el caso de San Zhi, una ciudad abandonada en medio de la zona más poblada del mundo.


Puede parecer extraño que junto a Taipei, una de las capitales más densamente pobladas del mundo, pueda coexistir un espacio deshabitado y fantasmagórico como el de San Zhi. En su entorno apocalíptico, donde las viviendas futuristas se mezclan con la vegetación salvaje y las huellas del tiempo, ya sólo habitan las sombras que impidieron que nadie más que ellas viviese en sus muros.


La leyenda cuenta que, en los ochenta, durante su construcción, murieron decenas de obreros en extrañas circunstancias. El resto huyeron sin saber muy bien qué les estaba echando. La ciudad fantasma defiende su soledad y expulsó toda presencia humana de su entorno. Aún hoy, tras su apariencia de estación espacial devastada, flota la duda: ¿qué esconden los fantasmas de la ciudad abandonada?
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