Juicio a Aznar


Por involucrarnos en una guerra inútil que sólo ha traído muerte para todos, en Irak y en Atocha. Por mentir deliberadamente para justificar la invasión. Por dar cobertura y apoyo a una declaración de guerra preventiva ilegal e injustificada. Por saltarse a la ONU y a los millones de ciudadanos que salimos a la calle para decir basta y por las ostias que nos dieron. Por crímenes de guerra. Sobran las razones. Vuelve a hablar la calle, por boca de los más de diez mil ciudadanos que reclaman que la justicia hable. No te quedes con las ganas

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Violencia chic

La brutalidad policial como arma publicitaria al servicio del glamour. Esa es la esencia de "State of Emergency", un reportaje fotográfico encargado al fotógrafo y descubridor de supermodelos Stephen Meisel para la edición italiana de la revista Vogue.

La reflexión superficial sobre el actual rearme del estado policial tras la caída de las Torres Gemelas, el turbio atractivo de una estética totalitaria y tenuemente sadomasoquista y la carnaza proveída por las modelos se aúnan en un frívolo vistazo a la represión.

La opresión limpia de ideología, de marginalidad o justificación alguna, envuelta en celofán y edulcorada para ser consumida por el mainstream. Bellos tiempos estos en los que la violencia policial es un un banal reclamo publicitario, en los que lo único revolucionario son los métodos de coerción. Siga engullendo ante el televisor, ciudadano, el sistema lo tiene todo bajo control.


El retorno del turista espacial

Después de un mes de ausencia estival que espero no me reprochen, Vuestro humilde narrador se complace en anunciar su vuelta. En el retrovisor quedan veintiún geniales días de vacaciones, una semana de stress currante, un retorno fugaz e incluso una boda.

La gran escapada veraniega dio comienzo en las Fiestas de Vitoria, el primer fin de semana de agosto, una auténtica orgía etílico-festivo-gastronómica que tuvo al Celedón, el champán y los pinchos como protagonistas indiscutibles. Tras unos días de descanso en Madrid ejeciendo de cicerone en el desierto de asfalto, me hice con una rehén y escapé a la vieja patria en busca del Atlántico devanceiro, con base en Sanxenxo y escalas en Pontevedra, Cambados y Barra. Un hotelito acogedor en el corazón de la Marbella del Norte, degustación copiosa de los productos de la tierra, las viejas copas con los viejos amigos, mucha playa, el tradicional abrazo de hielo y salitre del océano, mariscadas de rigor, escapada en barco a las Cíes culminada bajo el cielo más estrellado que pueda existir, las crêpes de dulce de leche y el brillo en tu mirada al divisar el azul inmenso desde Punta Vicaño. Así, fueron desvaneciéndose las fechas en rojo del calendario y, después de un fin de semana en familia -atentos, esta expresión no suele aparecer en mi vocabulario sin motivo-, vuelta a la vorágine que supone el caótico cierre de una revista mensual.


Sin embargo, una última fecha quedaba marcada en mi calendario. Con las maletas aún sin deshacer del todo, aún tenia que afrontar un viaje fugaz de esos que suponen más de mil kilómetros en menos de cuarenta y ocho horas, para festejar una boda en compañía de los más cercanos. Toda una noche de excesos -montecristos, trajes de gala, derroche culinario, risas y ágapes- a la salud de María y Francisco. De punta en blanco como casi nunca, con una bella acompañante a mi lado y con la impagable ayuda de Gus, silencioso chófer, anfitrión y amigo -escapada tranqui a Madrid cuando quieras, descubrirás que cumplí mi promesa de flog- en un evento social de altos vuelos del que nos descolgamos pasado el amanecer para volver a matacaballos a la cruda realidad.


¿Intenso? Puede, pero, por encima de todo han sido unas vacaciones tan necesarias como memorables. En el zurrón hay demasiado para desgranarlo en un simple post. El que quiera saber más que se pague unas cañas. Un abrazo enorme a Isa, Lour, Javuco, Piter, Cris, Jo&Don, la gentuza mítica de Silgar y Ourense. Mención especial al amigo silencioso, ese que te anima a seguir escribiendo, a no desintoxicarse del pernicioso hábito de narraros esta historia inconexa escrita desde las entrañas. Por supuesto, no me olvidaré de tí, compañía necesaria en el constante trayecto de estación en estación. Mientras suena aquella canción, te llevo a través de la pista siguiendo los pasos que me enseñaste. Por cierto, estreno nuevo cuaderno...
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