Mudanza


Cambia el viento y, con él, el paisaje. No os asustéis que no estoy intentando dejaros. Pero sí, lo cierto es que en mi pequeña esquina del mundo se avecina una etapa nueva, con personajes y escenarios diferentes y, para que negarlo, muy prometedores. Lo fundamental sigue en pie. Mi compañera de vinos, viajes y aventuras -tres V nada casuales-, ésa que está entre líneas párrafo tras párrafo, sigue a mi vera. La verdad, no sé que haría sin su sonrisa achinada y su suave estar en calma en mitad de todo lo verdaderamente importante. No se te olvide nunca, idiota. Mi vicio radiofónico y sus malvivires mercenarios -y a ratos heroicos- tampoco me abandonarán. Los incondicionales, ésos saben dónde están y que se les necesita a mano. Entonces, qué cambia, os preguntaréis. Cinco años y miles de historias después, se acerca el momento de abandonar mi madriguera. Dejar atrás el BorderSticks físico y abrazar uno más abstracto, pero al mismo tiempo más fuerte. Emigrar de Arganzuela y sus azoteas no será fácil, porque nunca podré desprenderme de ciertos lugares y algunos recuerdos que irán siempre entrelazados a los adoquines de sus calles. La culpa, la tiene la codicia de las inmobiliarias, pero tampoco quiero hacer de esto un drama social. Cambió el viento y se llevará a este flaco, aunque no demasiado lejos. Empezaré otra vez, pero no de cero. Lo vivido me lo guardaré en el zurrón y lo demás, o cabe en una furgoneta o se lo llevará el fuego. Y en el próximo capítulo, si os portáis bien, os contaré a dónde irán a parar mis cuatro cacharros y este saco de huesos que, en el fondo, sabe que le temblarán las piernas en el último momento, cuando se separen las espadas de madera del dúo más jujanero.

Gades Gaudium


Y terminó la semana insana con una agradable sorpresa, servida en tacita de plata. Una huída del caos capitalino con destino al vértice de la bahía para reencontrarse con el Atlántico, aunque fuese bajo una lluvia que finalmente fue más benévola de lo que auguraban los oráculos. Un gaditano bien nacido me dijo hace muchos años que su ciudad era sol y no le entendí. Tuve que verlo in situ para sorprenderme cuándo las nubes decidieron esquivar la Caleta, el Mentidero y el Pópulo. Nunca es tarde para conocer el valor genuíno de ciertos tópicos, como el pescaíto frito, las huevas aliñás y las copas heladas de Tierra Blanca.


Lejos de nazarenos y capuchas de verdugo, la ciudad ofrece guiños mozárabes, reminiscencias modernistas y un aroma a decadencia atlántica que recuerda a la Baixa lisboeta. Cádiz libre y desafiante que retó a Napoleón y a Fernando VII, Cádiz de las cámaras oscuras que ven más allá del primer mercado cubierto, de la Plaza San Antonio y la Mina, la Alameda y el refugio a medias en las alturas de la calle Zaragoza. Hilando horarios de aviones, autobuses y trenes de cercanías, haciendo prodigios de orientación y desgranando una conversación constante, adictiva. Nunca pensé ser feliz tan al sur, he de reconocerlo.



Amsterdam blues


Ya de vuelta, con sobrepeso de vicios y trasnoches en la maleta. Días de vagabundeos nepentes en la capital de la bohemia europeísta, esquivando enjambres de bicicletas y haciendo miles de equilibrios para no caer en los canales. Mesura frente a barbarie. Jameson con cola y cartas de menú que se encienden sólo cuando las pulsas. Las avenidas verdes suenan a vals, pero siempre desembocan en callejones tortuosos encendidos de rojo. Siguiendo círculos concéntricos escritos sobre el agua, uno puede encontrar violinistas, rastafarais, bulbos de tulipán o simpáticas vendedoras de arenques amargos. Los escaparates son tan libertinos que lo mismo guardan prostitutas que patatas fritas al estilo de Flandes. Entres donde entres, humo multicolor y batidos de chocolate. Quizás llegué un poco tarde a esta fiesta, pero seguro que no perdí detalle de lo sórdido ni de lo sublime. Lo mejor, las compañías que dilatan la retirada al Veteran para darse una vuelta más por el centro. Nunca un lugar tan plano tuvo tantas historias que contar, nunca tres flojos dieron tanto juego. Y una última lección, convertir las dos eles en una sonriente uve doble. ¿Fuimos héroes? No, pero, por lo menos, volvimos.


Ellos mandan, nosotros protestamos


Si uno observa con atención los últimos acontecimientos, es fácil darse cuenta de que, en realidad, los que mandan son los bancos. En el estado español, los banqueros fueron los primeros a los que informó Zapatero de que no iba a presentarse a la reelección, y no lo anunció en público hasta no tener su beneplácito. También fueron ellos, los banqueros y grandes fortunas del estado, los que exigieron el recorte de salarios y pensiones y el aumento de los impuestos y la edad de jubilación. Así, así gana Botín. Manda el BBVA, Caja Madrid y el Santander. ¿A cúal de ellos votarás en las próximas elecciones?


Hoy, desayunamos con la noticia de que Portugal se ha rendido al asalto de los especuladores y pedirá finalmente un rescate financiero a la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Ayer, la noticia que nos llegaba desde la outra beira da raia era que los bancos portugueses se negaban a comprar deuda del estado si el gobierno de Lisboa no solicitaba esa ayuda internacional. Ahora que ya lo han conseguido, los banqueros se quedarán con el dinero de ese rescate, "para tapar agujerillos", mientras que a los ciudadanos, como ya pasó en Grecia e Irlanda, les tocará pagar las habichuelas más caras con un sueldo más miserable. Muy equitativo y justo este sistema que se empeñan en llamar democracia de mercado.


Es público y notorio que los bancos provocaron la crisis con operaciones de riesgo. También es sabido que ninguno de los responsables de esa toma de decisiones está en la cárcel. Mientras, en Islandia, esos mismos responsables están comenzando a ser juzgados y encarcelados por los mismos motivos por los que en el resto del mundo los estados les entregan cheques en blanco para que sigan especulando a nuestra costa. Aquí, los ciudadanos de a pie son los que están siendo condenados a trabajos forzados para que la gran banca pueda continuar su expolio. Los estados sólo sirven en esta crisis para nacionalizar la banca, aunque lo que no nos dicen es que lo único que están haciendo asumir sus pérdidas mientras ellos se reparten los beneficios. Por arte de magia, su deuda privada es pública. Y para que siga habiendo dinero en las arcas para que los políticos puedan robarlo, hay quien dice que nos esperan "lustros" con el sueldo congelado.


Será que nos lo merecemos por no protestar, por dejarnos poner mansamente la cadena al cuello. Por eso, esta tarde a las siete, saldremos a las calles de Madrid a decir basta. Como ya hicieron los jóvenes y no tan jóvenes en Grecia, Francia, Reino Unido y Portugal, el movimiento Juventud Sin Futuro ha convocado una manifestación hoy desde la Plaza de Antón Martín, al pie del monumento de los mártires laboralistas del 77, para reclamar el presente y el futuro que los bancos, los políticos, los especuladores y los ventajistas nos están robando. En paro o en precario, a todos nos afecta. Ahora es necesario mostrar al mundo que existimos los inconformes, para que nadie pueda decir que no está avisado. Sal a la calle y di no o agacha la cabeza y vete comprando vaselina. Y a crédito.

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