Lluvia en el cristal


Tarde improductiva de sábado, con paragüas en la calle mientras, en el interior, la confusión y la desidia visten zapatillas de estar por casa. Ayer siempre deja secuelas, visibles al otro lado del espejo. La primavera palidece, mientras el viento silba en las esquinas de las avenidas. El cielo refleja asfalto. Debería afeitarme. Bajar el volumen de la música. Desescombrar mi cuarto y cambiar las sábanas manchadas de ausencia. Y quemar miles de bocetos y planes de fuga que nunca llegaron a nada. Pero, sinceramente, no creo que lo haga. A fin de cuentas, este no es más que otro sábado intrascendente que me encuentra viendo pasar la tarde encaramado a la ventana. Sé que hoy no es día para tomarme muy en serio. Y que por más que repase una y otra vez las bocacalles, nada de lo espero aparecerá tras la esquina. Mientras tanto, a ratos llueve y me entran ganas de silbar.

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