Vivimos en una época gris. Los altos cargos del Madrid autoritario de Doña Esperanza se espían entre sí, la derecha se lanza puñaladas traperas y el gobierno, sencillamente, se hace el sueco. Mientras, en la calle huele a huelga general. Continúan los despidos, los recortes, los ajustes que siempre aprietan por el mismo lado. En los medios, se habla de crisis, deflacción, recesión y consumo patriótico, pero nadie busca soluciones ni señala la impunidad de los culpables. El medio reducido a transmisor de ruido. A falta de análisis serios, cunde la incertidumbre. Quizás por eso, los trabajadores ingleses que se manifiestan contra los inmigrantes no saben que se equivocan de enemigo. Será porque nadie señala al patrón, que, en lugar de deslocalizar la empresa en busca de mano de obra más barata y sin derechos laborales, decide directamente deslocalizar al currante extranjero para ahorrarse costes. Los estadistas se reúnen, los ecónomos teorizan, al tiempo que sale dinero de todas partes para sufragar las pérdidas de los grandes bancos y las caídas en bolsa de las multinacionales. Financiar sus errores, en otras palabras. ¿Con qué dinero? Con el del empresario de a pié, el que paga sus impuestos y da de alta a sus empleados, con el del trabajador con jornada ampliada y salario de posguerra, con el del autónomo y el del inmigrante. Y la pescadilla sigue mordiéndose la cola, perpetuando un sistema mundial en el que la riqueza se concentra en menos manos y el panorama nos lo pintan cada vez más negro mientras otros se lo llevan muerto.
En este frío 2009, está previsto que las nieves traigan otros cuatro mil periodistas en el paro, tres mil más que el desastroso año pasado. Empezó en los diarios gratuítos, luego en las revistas, las ediciones locales y autonómicas de los periódicos, los medios online y ahora también en radio y televisión. Medios cada vez menos críticos, en los que cada vez menos trabajadores se tienen que dejar la piel para seguir saliendo al público con un mínimo de calidad, ese detalle "superfluo" para directivos y programadores. Los periodistas, comunicadores audiovisuales, técnicos y demás trabajadores de la información son forzados a trabajar con medios precarios, sin estabilidad laboral ni remuneración justa. Será que quienes dirigen el chiringuito mediático prefieren seguir funcionando a base de becarios dóciles que curran casi gratis y no suelen poner pegas deontológicas. En el paro, mientras tanto, estamos los que nos hemos preparado durante años para ser profesionales preparados e íntegros, esperando el momento de emigrar o malvivir en algún empleo de seisceintoseurista. Si estuvieramos donde corresponde, no podrían mentir tan fácilmente.
2 divagando:
Cuanta razónen tan pocas palabras. Sobre los becarios conviene que veais el vídeo de Wyoming dado cera a una becaria y sobre el despido de periodista....las cosas no pintan bien por Intereconomía, reducción brutal de gastos así que igual te ve o en la cola del paro, estimado Sr Varela
y los ricos cada vez más ricos...cuanta razón adri.
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