Reconozco que últimamente me he ausentado más de lo habitual del país de los placeres amargos. El motivo está más que justificado. Me he pasado el fin de semana en Sanjuanes de Soria, en una de las fiestas populares más salvajes en las que haya tomado parte. Botas de vino dulce, sanjuaneras, charangas y una idílica sensación de buen rollo generalizado. Lo recomiendo a cualquiera que se atreva, aunque es recomendable tener un guía nativo (Gus y Teo, anfitriones enormes) y muy poco aprecio a la salud propia.
En esas tierras de paisaje árido es fácil ponerse en la piel del poeta y afirmar lo poco que recuerdan los campos de horizonte inabarcable al viejo y ajado esplendor de lo que un día fue Castilla. Qué suerte poder contar con una Leonor a la altura de las circunstancias, con la que descubrir la ciudad entrañable por excelencia y con la que recorrer los 360º del refugio más acogedor de toda Soria.
P.D.: ¿Recuerdas los fuegos de artificio?
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2 divagando:
Creo que es un rabo de toro, pero si tú quieres ver un útero, pues me apunto a tu versión. Por cierto, aún me estoy preguntando que fue de la pata descuartizada de Pablo.
Echo de menos las cañas del Green, el botellón en la Alameda y la sensación de llegar a la suite de un hotel 5 estrellas al amanecer. Echo de menos desayunar ese olor indescifrable que nace en tu nuca. ¡Soria late en nosotros!
Me too, is nice to meet someone from the other side. Eres el primer neozelandés que me cruzo en mi vida. Gracias y un saludo desde las alocadas antípodas.
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