"Y entonces me hicieron prestar juramento en un libro en el cual ya nadie creía; (...) ustedes, señores militares, antes de llamrme "frívolo" o de endilgarme una alfa privativa, como en a-pátrida, a-moral, a-teo, golpéense mejor el pecho de tomadores de juramentos con todas sus fuerzas, hasta que les sobrevenga el bendito fin. Comparadas con las de ustedes mis manos son inmaculadas."
Arno Schmidt
La república de los sabios
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