Silencios malintencionados

Hay días que asusta asomarse a la prensa. Mientras la ley de Murphy trabaja incansablemente para seguir produciendo el acostumbrado flujo de malas noticias, algunos se empeñan en cortar más la dosis de realidad con toda clase de despropósitos. Los hay, como Hermann Tertsch, el "responsable" del Diario de la Noche de Telemadrid -cuando no está fundida en negro-, que se calzan los viejos gestos del oxidado manual del No-Do para ofrecer su adulterada visión de la realidad. En él no sólo asustan sus palabras gruesas y su intransigencia, sino también ciertos modales de director de propaganda de régimen de partido único. Desde su acalorada salida de El País, el columnista ha vivido el mismo giro dogmático de otros exizquierdosos como Losantos o Moa. Otros, como Gabilondo, subisten intentando parecer cómodos en un medio que no es ni va a ser nunca el suyo.


Nuestros líderes de opinión, desde los popes de la radio matutina a los tertulianos de medio pelo de los debates nocturnos, trajinan sus mutuos desacuerdos para mayor regocijo de la hinchada. Pero determinados temas permanecen ajenos al debate, asumidos acríticamente para evitar tener que reconocer su existencia. Esta noche, en los informativos de radio y televisión y las cabeceras online de los diarios, Mahmud Ahmadineyad acapara las portadas y los reproches de los editoriales. Todos los medios, de la derecha más oscura a la progresía más modernilla, critican las palabras del presidente iraní contra la brutal política de ocupación y exterminio del Estado de Israel contra Palestina. Quizás el dirigente persa no sea el más indicado para dar lecciones de libertad a nadie, pero es cierto que es el único interlocutor musulmán de cierta entidad en organismos internacionales, de los pocos cuyas afirmaciones pueden provocar alguna reacción, aunque sea, como este caso, de desagrado. Y que ninguna persona honesta y bien informada podría rebatir sus argumentos.


Todos dicen solidarizarse con la causa palestina para poder quedar bien en la foto, pero, a la hora de la verdad, Israel sabe usar bien sus recursos para acallar cualquier crítica. La mayoría de los representantes occidentales en la reunión de la ONU sobre racismo en la que tuvieron lugar las manifestaciones de Ahmadineyad huyeron de la sala en cuanto los traductores comenzaron a desgranar la letanía del líder persa en los mil idiomas de Babel. A la hora de la verdad, nadie quiere escucharla. Quizás porque les vendemos armas a los israelíes. O porque la mala conciencia de Occidente consiente que cualquier crítica al estado israelí sea calificada de antisemitismo. No criticar a Israel es la consigna políticamente correcta. Aunque posean armas nucleares de las que se niegan a hablar, aunque asesinen opositores políticos con misiles teledirigidos que matan familas enteras, aunque apliquen el apartheid a ambos lados de su muro vergonzoso, aunque les gobierne una ultraderecha xenófoba que persigue un nuevo holocausto con los papeles cambiados. Murieron seis millones y, como no pudimos o no quisimos evitarlo, morirán millones para compensarlo, aunque sólo sea en sus retorcidas mentes de estadistas políticamente correctos. Da miedo comprobar lo fácil que es silenciar el debate desde los grandes medios. Lo único claro es que, con todo este revuelo en la cumbre contra el racismo, sólo han salido ganando los racistas.




Rage Against the Machine - Darkness


2 divagando:

dtordable disse...

Mira tío tienes mucha razón pero el Presidente iraní es casi tan mamarracho como tú. Lo de Telemadrid es de vergüenza, ´veo más el canal cuando está en negro que cuando hace emisión normal.

Elena -sin h- disse...

Quien diría que hace un tiempo el sionismo era considerado racismo por la propia ONU...

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