El discreto encanto de los alahuitas

Termina 2009 y todos y cada uno nos retratamos en nuestros quehaceres, mal que nos pese. Hojeando la prensa general, es fácil encontrar imprecaciones contra las nevadas generalizadas y deprecaciones contra la tan traída y llevada crisis o el más que esperado fracaso de la cumbre del cambio climático de Copenhague. Puro costumbrismo. Cualquier otro tipo de prensa está marginada o proscrita. Pregúnten sino a los compañeros de Egunkaria, que lleva casi cinco años esperando que demuestren su presunto servilismo con ETA. Mientras tanto, información precocinada o silencio. Y aún hay quien niega la teoría de la agenda setting.
Uno de los que sigue empeñado en romper el tedioso ciclo informativo es el inexplicable Hugo Chávez, militar reconvertido en vanguardia de una revolución de arriba hacia abajo que nadie termina de creerse del todo. Puede que 2010 nos sorprenda con una guerra entre Venezuela y el narcoestado colombiano, punta de lanza estadounidense y puntita de perico del mundo entero. Nadie parece desear el conflicto, pero todos escogen, por si acaso, a su púgil. El estado español, cómo no, arrima el ascua a la sardina de Obama mientras vende a Caracas armas de destrucción masiva -sí, este país las fabrica y nadie ha planteado todavía tomar Madrid a la preventiva.
Gran política exterior la española. Sus gobiernos, de cualquier pelaje y color, son expertos en dar una imagen cazurra e inepta del estado. Todos sus cancilleres cumplen una cierta agenda prefijada, como un baile de salón en el que a alguien le toca quedarse con el culo al aire y sólo los súbditos de Juanca se presentan voluntarios. Punto primero, dar coba a Marruecos. De Reino a Reino, pareciera que es el alahuí el que tiene la sartén por el mango en el juego bilateral. Impone el acceso a los caladeros de pesca, explota en las costas del Sahara los que corresponden a los pescadores andaluces y reclama a voz en grito en cuanto puede la "marroquinidad" de Ceuta, Melilla, Canarias, Andalucía y lo que surja. Y nadie, ni a derechas ni a izquierdas, se atreve a levantar la voz. Es más, acaban de pactar comprar sus tomates a mejor precio que los peninsulares. Ironías del libre mercado que los muertos de hambre nunca llegamos a entender.

¿Y si tal cosa partiera de los vecinos británicos de Gibraltar o de cualquier estado bolivariano? Ardería Troya. ¿Qué clase de influencia o baraka funesta protege a Marruecos? Si alguien lo sabe, se lo guarda para sí. No hay explicación al extremo servilismo del PSOE, impropio de un partido supuestamente socialdemócrata hacia una narcomonarquía absoluta. Qué eterna decepción la de su supuesta querencia por el progreso. Para los del capullo en el puño, ponerse una kefiyeh palestina y dar coba a los saharahuis es perfectamente compatible con vender armas al mismo gobierno que robó su tierra. Tanto da que la ONU considere 34 años después el Sahara Occidental como territorio español, ninguno quiere recordarlo. Y para rematar la faena, su rama catalana se echa atrás ante la presión taurina y retira su apoyo a la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Mientras, su sucursal vasca agacha la cabeza ante el mitin navideño del monarca y convive en centralista armonía con el españolismo pepero. ¿Dónde está el nirvana guay solidario que pregonan los progresistas? Lo dicho, una panda de achantados posibilistas vendedores de humo.
Al otro lado, en la salvaje oposición, conviven la tentación ultraliberal con la pulsión autócrata. Es decir, los fachas con traje, corbata y chequera frente a los ultramontanos de polo de marca sobre camisa azul. Tampoco ellos, desde su supuesta superioridad aria/católica/de bien, son capaces de levantarle la voz al bueno de Mohamed VI. Si acaso, mandarán un grupito de infantes de marina a achantar con vientos de Levante a las cabras de Perejil, pero de defender los caladeros o los derechos humanos, ni hablamos. La quina, como de costumbre, es para los laicos y los separatistas. Para la derecha, más allá del servilismo al amo de turno en la escena internacional, todo lo demás se resume en el viejo Non Plus Ultra.

¿A quién beneficia este silencio promarroquí? ¿Qué hilos maneja el despotismo alahuí para mantener su escudo diplomático hispano-francés? La prensa, supuesto cuarto poder, vive demasiado entretenida en guerritas menores y fusiones de alto calibre. E impera, salvo excepciones honrosas pero testimoniales, un indigno silencio cómplice. Algunos cantarán victoria por el regreso de la heroica Aminatu Haidar a El Aaiun. Se olvidan que su ansiado retorno al Sahara no cambiará un ápice la opresión y las palizas cotidianas de un gobierno represivo y desconfiado como el de Rabat. ¿Por qué nadie pide para ellos la misma justicia que se reclamó para los torturadores baathistas en Irak, los talibán afganos y, más recientemente, los exaltados fundamentalistas chiíes de Irán? Quizás, visto el efecto "democratizador" -de la barbarie- de los ejercitos occidentales en Bagdad y Kabul, sea mejor no desear esa clase de libertad para los marroquíes. La sangrante verdad es que hay dictaduras buenas, como China, Marruecos, Israel, Turquía, Rusia, Pakistán u Honduras, y dictaduras malas, que son todas aquellas que no han sido elegidas en los despachos de nuestras intachables democracias.


1 divagando:

Anónimo disse...

El sultanato marroquí ha heredado de todos los regímenes anteriores (incluído el del califato otomano)dos armas en cuyo empleo es insuperable: la capacidad de chantajear y la capacidad de corromper. Con ellas obtuvo de por vida (segun parece) la entrega USA y el eterno padrinazgo de Francia. No olvidemos la operacion Torch (en la segunda guerra mundial) que formó tenaza con el desembarco de Normandía, ni las conversaciones de Casablanca que la precedieron, entre Francis Delano Roosevelt y Mohamed V, padre de Hasan II y abuelo de Mohamed VI. Tampoco olvidemos la mano de hierro con que la banca de Francia tuvo (¿y tiene?) en vilo a las finanzas del reino alauita. etc.

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