Hai que botalo

Fraga, el hombre que supo cambiarse la chaqueta a tiempo sin despeinarse a principios de la Transición, el bañista de Palomares, el "dueño" de las calles, el ministro de Franco, el benefactor de la democracia y la autonomía gallega, se batirá el 19 de junio en su último duelo por el poder. Tras haber anticipado las elecciones y recrudecido la precampaña electoral, queda bien claro que el viejo político quiere morirse en su poltrona, aunque todavía queda esperar el veredicto de los gallegos, que, siguiendo el tópico, todavía no han dejado claro si vienen o van en esta cuestión. ¿Caerá el viejo tótem consevador? ¿Podrán gobernar juntos socialistas y galeguistas?


El próximo 19 de junio los gallegos estamos llamados a las urmas para decidir la composición del Parlamento Galego y su Presidencia. Según las encuestas, lo más probable es que sea una coalición Bloque Nacionalista Galego-PSdeG, o viceversa, dependiendo de si finalmente los socialistas consiguen arrebatar a los nacionalistas el puesto de segunda fuerza más votada. Todas, menos las encuestas internas del PPdeG, empeñadas en revalidar la mayoría absoluta de don Manuel. El tiempo dará y quitará la razón.
Fraga, según sus últimas declaraciones, se ve con fuerzas para afrontar una nueva campaña electoral y otra legislatura (las cuarta desde 1990), pese a sus 83 años, su reciente paso por el hospital y sus evidentes problemas con el Parkinson y la cadera. Sin embargo, Fraga se mantiene, quizás porque aún no ha encontrado quien le sustituya o porque sabe que a su retirada la sucursal gallega de los conservadores se convertirá en una lucha encarnizada de los distintos clanes clientelares.
Por un lado, "los de la boina", los caciques populares de la Galicia rural, más proclives a la agitación galleguista que otros sectores, sin formación universitaria ni política, son los artífices del granero de votos con los que el PP cuenta en los pequeños municipios del interior. Están encabezados por el rebelde Xosé Luis Baltar, presidente de la Deputación de Ourense, que consiguió poner él solo en la cuerda floja a todo el PP gallego este verano, y por Xosé Cuiña, visto como posible sucesor del anciano líder. Ambos, Baltar y Cuíña, se han visto muchas veces salpicados por escándalos de nepotismo, corrupción, compra de votos y venta de favores políticos.
Al otro lado de la balanza, el clan de los urbanitas, jóvenes, con carreras universitarias y fieles a las doctrinas de Mariano Rajoy, son los gestores de las grandes ciudades -Vigo, Ourense y poco más- y los hombres oscuros del partido formados en el Pazo do Hórreo -sede del Parlamento Galego- y en los puestazos de la Xunta. Alberto Nuñez Feijoó, también ourensano y vicepresidente primero de Fraga, Xesús Palmou, secretario xeral del PPdeG, y Ana Pastor, exministra de Sanidad, son sus candidatos a la sucesión.
Al frente de este navío borracho llamado a veces Partido Popular de Galicia y a veces Xunta de Galicia (ya no recuerdo si son lo mismo), el viejo Fraga continúa haciendo valer su criterio. Pese a sus cada vez más evidentes idas de olla -primero se declaró amigo de Pinochet, luego cuestionó el Holocausto, después se dedicó a amedrentar jovencitas rebeldes y, aún no hace mucho, calificó la homosexualidad de enfermedad-, el villalbés sabe que frente a él se encuentra una oposición más débil que en 2001, pero quizás más cargada de votos. Quizá por ello haya adelantado las elecciones y haya rechazado la propuesta de un debate televisado entre los tres candidatos.
El Bloque Nacionalista Galego ha afrontado un último avatar político con la retirada del histórico líder Xosé Manuel Beiras, forzada por ciertas tensiones internas entre la Unión do Povo Galego, partido político hegemónico en la formación frentista, y corrientes alternativas como Esquerda Nacionalista, a la que pertenece Beiras. Su nuevo lider, Anxo Quintana, es un candidato joven, con experiencia en el Senado español y en el Parlamento Galego, se dió a conocer hace 14 años por encabezar una revuelta popular (tal y como suena) en la localidad ourensana de Allariz contra el entonces alcalde, un ejemplo perfecto de cacique rural del PPdeG. Pese a que las encuestas les auguran una cierta tendencia a la baja, su moderación hacia posturas federalistas hace presagiar una pérdida de votantes independentistas, pero rentabilizada por la adquisición de nuevos votantes menos "patriotas".
El Partido Socialista de Galicia, encabezado por Emilio Pérez Touriño, intenta orquestar el descontento popular de ciertos sectores contra el fraguismo para darle alas a una formación muy castigada, relegada en 2001 al papel de tercera fuerza política gallega -mismos parlamentarios que el BNG, pero menos votos- y que intenta rentabilizar de alguna forma el manido efecto ZP que pasó por Galicia el 14-M sin que nadie se enterase. La corriente "españolista" del PSdeG, encabezada por el alcalde de A Coruña, Paco Vázquez y el exalcalde de Vigo, el juez Ventura Pérez Mariño, el hombre que regaló Vigo al PP, ha lanzado la propuesta, aceptada por Touriño, de revocar la política de normalización lingüística y de cambiar la ley que tradujo los nombres de Ourense y A Coruña a la lengua vernácula. Sectores como éste son los que torpedearon el acuerdo PSdeG-BNG por la alcaldía de Vigo y los que prefieren una Galicia con Fraga en el poder antes que dejar entrar a los nacionalistas.

Nadie sabe todavía que harán los gallegos el 19-J, pero los datos hablan por si solos: Galicia es la tercera comunidad autónoma más pobre, plagada por una corrupción endémica de la Administración autonómica, donde el enchufe, el nepotismo, el soborno y el clientelismo son moneda corriente. El desastre del Prestige, la delicada situación del sector pesquero, la destrucción del ecosistema con incendios provocados por las empresas, la crisis de los astilleros, el envejecimiento de su población, la emigración de la juventud gallega en busca de empleo y oportunidades -de la que forma parte, por desgracia, el autor de estas líneas-, la escasa creación de empleo y la defunción anunciada del sector agrícola también dan idea del estado en el que está la "Galicia de Fraga". ¿Morirá el viejo camaleón en su puesto? ¿Podrán gobernar PSdeG y Bloque?
Parece mentira, pero se puede oír como en la vieja Galiza comienza a susurrarse un nuevo lema irmandiño: Hai que botalos! Hai que rachar esta longa noite de pedra!

Escrito por Varela. Añadido por Varela a 25 Apr 2005 en LibrePênsadores.com

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