Retrato coral del colaboracionismo

 

Habitualmente, tras un atentado, se produce una cadena de reacciones que retrata las diferentes sensibilidades e intereses de políticos, prensa y demás sectores sociales. En este país, es habitual criticar la tibieza ante el terrorista y despreciar la equidistancia de políticos y medios, fundamentalmente cuando se trata de ETA y de manera un poco menos rotunda en cuando se refiere a agresiones xenófobas, fascistas o de violencia de Estado. Desde determinadas posiciones, son habituales las críticas a los cargos abertzales por su habitual "lamento sin condena" de los atentados.



Sin embargo, cuando Israel aborda a sangre y fuego un grupo de barcos cargados de ayuda humanitaria, las condenas rotundas desaparecen como por ensalmo. Para determinados gobiernos y medios de comunicación, un estado que ha construído secretamente la bomba atómica merece la presunción de inocencia. No, no nos referimos a Irán. Tanto da que invada aguas internacionales para practicar el filibusterismo sobre activistas desarmados, o que repela sus palos y tirachinas con fuego de ametralladora y que mate a tiros a diez personas inocentes. Personas asesinadas y tildadas de terroristas por intentar llevar ayuda humanitaria a un lugar bloqueado ilegalmente desde hace tres años por Tel Aviv, en una maniobra pensada para ejercer un genocidio silencioso sobre Gaza, privando de sustento, medicinas e incluso de agua a su población.



Cuando la noticia salta a las portadas y comienzan las declaraciones de repulsa, Israel inventa nuevas cotas de ignominia al calificar a los activistas de la flota humanitaria de secuaces de Al Qaeda. Su ejército inventa unos videos en los que se pueden ver las armas de los propalestinos, apenas unos tirachinas y bastones improvisados con el menaje de los barcos. Su embajador en España, el goebbeliano Raphael Schultz, niega que haya desproporción de fuerzas y asegura que los soldados actuaron en defensa propia. Toda la maquinaria del fundamentalismo sionista se pone en marcha para justificar la piratería y el asesinato a sangre fría de civiles desarmados. Nada nuevo. Nadie se sorprende ya de los exabruptos de un gobierno de halcones xenófobos y militaristas personificados en su titular de Exteriores, Avigdor Liebermann. Es lógico que la falta de democracia en Israel se refleje a través de sus políticos.



Lo realmente grave es la reacción tibia de ciertos países y el colaboracionismo interesado de determinados medios. EEUU, la Unión Europa, Naciones Unidas, la OTAN y otros actores globales lamentan, pero no condenan el ataque israelí. ¿Habría la misma tibieza hacia cualquier otro país? Algunos mandatarios se atreven a cuestionar el bloqueo a Gaza, otros piden avances en la interminable negociación de paz, pero ninguno reprende claramente a Tel Aviv para evitar ser etiquetado de antisemita o de amigo de Hamás. La ética política y periodística de los colaboracionistas hace fácil olvidar las muertes de diez cooperantes desarmados y la detención ilegal de sus 700 compañeros, obligados a firmar su propia expulsión y sometidos a malos tratos. En los medios, es donde el servilismo al estado hebreo es ya flagrante. Mientras los propios medios israelíes critican a su ejército, al ministro del ramo, el sangriento Ehud Barak, y al gobierno nacionalista-conservador, en España el panorama es diferente. 



Algunos periódicos, como ABC, La Razón o La Gaceta, insisten machaconamente en calificar a los barcos abordados como "flota de Hamás", pese a que en ella viajasen varios europarlamentarios, un diplomático estadounidense, varios cooperantes e incluso madres e hijos. Su visión es la misma de Benjamin Netanyahu. Califican las tibias protestas internacionales al ataque de "linchamiento", niegan la mayor asegurando que había armas a bordo y tildan de provocación que se intente llevar ayuda humanitaria para Palestina. La Razón, en su portada de hoy, llega a asegurar que los soldados hebreos sólo llevaban balas de pintura y sugiere que las armas de fuego las portaban los cooperantes. Su actitud recuerda a la de Egin en los ochenta, negando cínicamente la verdad hasta el punto de defender la muerte de inocentes. Visto está que, para ellos, el terrorismo sólo merece tal nombre si los que lo ejercen no tienen dinero suficiente para meter colaboracionistas en nómina.




Reincidentes. - Yaveh se esconde entre las rejas.

2 divagando:

Enric Draven disse...

Si amigo, no solo los Reincidentes, tambien Sociedad Alcoholika, con el famoso "ahora quien? Quien es el asesino? Ahora quien? quien mata sin razón? Ahora tú, judío cabrón"...

salut!

Enric

V disse...

Nos vimos en Berlín!!! que grande, Enric

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