Ponga usted fin a sus rutinas, ¡coño ya!

Llegó la hora de dejar atrás esta tediosa vida a fuego lento. Se resquebrajó la piedra y, tras ella, se vislumbra un horizonte inédito. Un horizonte largo tiempo deseado. De pronto, los días ya no se parecen, el tiempo no sobra y hay que dosificarlo como la más pura de las drogas. De pronto, hay algo que hacer y los cabos sueltos se desvanecen. Los músculos se desentumecen y reclaman acción. Habrá que dársela. En principio, habrá que retar a las autovías que llevan a Portugal antes de la deseada muerte de Junio. En el radiocassete atronarán Los Chichos durante el camino del Douro al Tejo. Y para entonces, mi rutina se habrá hecho añicos. Y nunca más siempre igual.

Punto de no retorno


Ángulos, curvas, vueltas de esquina. Cambios de rasante, giros injustificados en la línea argumental. Descalzo sobre la línea que separa esto de cualquier otra parte, con los pies desnudos sobre un filo de navaja. Hormiguea entre mis dedos el impulso de un salto al vacío. La incertidumbre atormenta y seduce, susurrándome al oído viciados cantos de sirena. Arde mi cabeza mientras no termina de consumirse el odioso plazo a la nada. Millones de promesas y tan poco tiempo. Se agotó la lista de los planes de huída y no hay respuestas en mi feria ambulante de papeles arrugados. El gato callejero se ha cansado de vagar y persigue el reflejo lejano de un rumbo que tomar. Escasea el material del que se fabrican los sueños en color y mañana todo puede hacerse carne en forma de llamada de teléfono. O venirse abajo una vez más, esparciéndose por el suelo con la corriente generalizada de la miseria y la ponzoña. Se me ha hecho tarde, una noche más. Horas después del amanecer, llegará el momento de afrontar el envite. Hasta entonces, sólo puedo dormir o desafiar al sueño con el ceño fruncido. Quienes sepan algo de mí adivinarán la respuesta.


the rolling stones - stray cat blues


Virxilio Vieitez


O verán pasado, por estas datas, morreu o meirande fotógrafo galego. Creador afouto, soubo retratar e conservar a atmósfera dunha Galiza que xa non esiste, unha terra de panos negros, emigrados e lar de familia, de fame e de sinxela ledicia.


Un país reflictido no esceario illado da Terra de Montes dos cincuenta ós setenta. Percorreu vila tras vila facendo ata fotos de carné, durmindo nos palleiros das aldeas e queimando unha vella Lambretta polos carreiros. Mais soubo triunfar en París no mesmo intre no que chegou.


Morreu Vieitez o mesmo mes que Photoespaña lle tributaba homenaxe, mais alleo a comandiña dos seguidistas, trasformado el mesmo nunha persoaxe das súas propias fotografías. Por iso ninguén lembrará o seu nome o ano que ven, quizais porque nos doe o noso pasado ou pola falla de costume de recoñecer o talento dun paisano. Un brinde polos vellos tolos que o fixeron todo moito antes ca nós, cen veces millor e loitando con todo en contra. Gracias a eles, a Galiza dos nosos avós segue viva en algures e nós temos uns referentes onde nos apoiar para chegar máis alto.

Niebla sobre el Nervión


Semanas errantes en el zurrón e incertidumbres varias en la cabeza. No hay tregua. Distintas rutinas, paisajes inéditos, valses, cabinas de peaje, carritos de golf y billetes de avión. El traje de las grandes ocasiones y un trípode de cámara sobre el hombro. Pontedeume, A Coruña, Ortigueira, Loiu, Erandio, Bilbao. Recuperando, al tiempo que la condición de redactor aunque sea de reemplazo, aquella canción que olvidaste que podías tararear sin saltarte una coma. Tras la bruma, ante el horizonte, se formula la promesa de un camino nuevo. Un nuevo itinerario sobre el que vagabundear. Un altavoz del que volver a descolgarme. Respuestas que llegarán cuando muera Junio. Ya os iré contando.


Barricada - No hay tregua


El anunciado retorno de Caín


Baja uno al mundo real después de haber estado algo ausente, mental y geográficamente, y se encuentra de nuevo en la pertinaz miseria humana llamada historia. Condenada eternamente a repetirse, a perpetuar el largo capítulo de la violencia en la sociedad moderna y civilizada. Tres vistazos a los titulares de los periódicos. En Irán, un manifestante es abatido a tiros por mercenarios gubernamentales en las multitudinarias protestas contra el fraude conservador en las elecciones. El Movimiento Social Italiano, un partido extraparlamentario de ultraderecha fundado por Mussolini hace casi un siglo, ha anunciado que sus paramilitares de la autodenominada Guardia Nacional Italiana patrullarán las calles para limpiarlas de inmigrantes y delincuentes sin que nadie parezca dispuesto a impedirlo. En Barcelona, un tribunal ha condenado a pagar una multa irrisoria de seiscientos euros a los cuatro mossos d'escuadra grabados en vídeo mientras vejaban y golpeaban brutalmente a un detenido. Once minutos de miedo se pagarán a menos de cincuenta euros cada uno. Seis compañeros de su comisaria de Les Corts cumplen seis años de cárcel por el mismo delito y otros dos cumplirán seis meses. Me juego algo a que no serán los últimos. El mundo sigue girando sobre los mismos ejes y somos incapaces de verlo venir. Hay quien prefiere no verlo.


Recuerdos mejores

Volver a escuchar las letras afiladas y cálidas, a vibrar con los guitarreos punzantes, a no poder dejar de mover los pies al compás de los bombos castúos. Volver a los dieciséis, aunque sólo sea por un ratito, aunque sólo sea por dejar de sentirse tan viejo.

Gracias por la recomendación, Peter!

Gente de mi edad

Hoy, al abrir el periódico, me he topado con unos cuantos tipos de mi edad. Y me ha dado que pensar. En primer lugar, me vinieron a la mente los proyectos que tenía de niño cuando me imaginaba cómo sería mi vida cuando tuviese veintitantos. No es que me queje ni que tenga que lamentarme de haber malgastado demasiadas ocasiones y, como mucha otra gente, soy feliz con lo que tengo aunque me podría ir mejor. Podría tener un trabajo, podría vivir en otra ciudad, podría ser más listo, más viajado, más leído, más vivido. No sirve de nada lamentarse, cada uno escoge su propio camino. Pero no por ello deja uno de identificarse en cierto modo con su generación, con otras personas de mi edad aunque con vidas diametralmente opuestas a la mía.
Esta mañana, dos jóvenes nacidos a principios de los ochenta han ocupado las portadas de los diarios por motivos bien distintos. Por una parte, Kim Jong-Un, hijo pequeño del dictador norcoreano, ha sido nombrado sucesor en los cargos de presidente, comandante supremo del ejército y secretario general del partido único. En otro extremo diametralmente opuesto del globo, José Gómez Cansino, pederasta ourensano encarcelado en la cárcel de Valdemoro, ha sido sorprendido con pornografía infantil en el propio penal. Dos vidas, dos lecciones que me llevo al zurrón: la rebeldía y el asco. Comencemos por el principio.


La vida de Kim Jong-Un, como es tradición entre los tiranos de la hermética Corea del Norte, siempre ha estado envuelta en silencios y medias verdades. No existe una foto actual, su edad varía según la oficialidad de las biografías que se consulten y poco se sabe de la persona que ocupa tal nombre y, desde hoy mismo, el cargo de sucesor del "Amado Líder", Kim Jong-Il. Muy a tono con un país grisáceo y esquilmado, regido con mano de hierro por el ejército y la familia Kim, que suma más de sesenta años en el poder. Se le estiman unos veinticinco años y, hasta ahora, su trayectoria había sido ensombrecida por la de sus dos hermanos mayores, pretendientes durante algún tiempo al título de delfín de la República Democrática Popular de Corea. Kim Jong-Nam, el mayor de los tres, asumió durante un tiempo el papel de hijo favorito del sátrapa. Sin embargo, su carrera se vio truncada por un escándalo mayúsculo: en 2001, fue sorprendido por la policía japonesa en el aeropuerto de Tokio con un pasaporte falso, en un vano intento de visitar Disneylandia. Su arresto y posterior expulsión a China supuso un trago demasiado embarazoso para Kim Jong-Il, que no dudó en apartarlo de su cargo de presidente de la Suprema Asamblea del Pueblo -rimbombante nombre para un remedo bufo de parlamento- y negarle sus favores.
Con el hijo mayor exiliado de incógnito en Macao, el segundo vástago, Kim Jong-Chul, parecía el mejor situado para hacerse con las riendas del exhausto país asiático, sobre todo después de la apoplejía sufrida por su padre este enero. Sin embargo, el achacoso dictador de sesenta y siete años no confía en Chul, cuarenta años menor que él, debido, según fuentes cercanas al "Bienamado Líder", a su carácter afeminado. El dictador, que también recibió el poder de manos de su padre en un extraño caso de nepotismo estalinista, ha preferido volcar sus esperanzas de perpetuar a su familia en el poder en su hijo menor, Un, que parece tener una personalidad muy similar a la de su padre. Cuando éste muera, Kim Jong-Un asumirá el poder sobre un país diezmado por el aislamiento y la hambruna, un país en el que uno de cada cuatro ciudadanos engrosa las filas del cuarto ejército más grande del mundo, uno de cada tres ha sido arrestado, uno de cada cuarenta está en la cárcel y uno de cada cinco reconoce que al menos uno de sus familiares directos ha muerto de hambre. Dentro de unos años, uno de mi generación dirigirá su país. Posiblemente, el primero de la quinta de los primeros ochenta en poseer bombas atómicas que nadie sabe a dónde apuntan ni cuándo van a caer.


La otra cara de la moneda tiene un rasgo más cercano y, quizás por ello, más repulsivo. Ya os lo conté hace años, en los albores de este blog. José Gómez Cansino, conocido como Aza en el mundillo pedófilo de Internet y condenado a treinta y un años y medio de cárcel, fue compañero de estudios en los Maristas de Ourense. Era un tipo normal, una de tantas caras a medio olvidar que habitan mi orla de COU. Poco después de esas fotos, marchó a Vigo a estudiar Biología y allí, engañó, golpeó y sodomizó a la fuerza y ante la cámara a dos niños de seis años, el hijo y el sobrino de su vecina de abajo. Se ganó fríamente su confianza ofreciéndose para darles clases particulares, a imitación del líder de su red de distribución de pornografía pedófila, Nanysex, que llegó a abrir un cibercafé y pretendía montar una guardería. A través de Internet, difundió su infame material y contactó con toda la red pederasta, asumiendo la tarea de especialista informático y haciéndose un nombre en el turbérrimo submundo de las parafilias aberrantes. Cuatro años después, al ser detenido por la policía en plena huída, negó haber hecho nada más que "jugar con ellos a introducirles el pene bajo el pañal" y no mostró el más mínimo arrepentimiento, ni siquiera cara a cara con sus víctimas. Se limitó a apartar la mirada ante los vídeos de sus violaciones difundidas por su red de miserables asaltacunas. Su abogado, José Manuel Orbán, alcanzó nuevas cotas en la indignidad de la profesión jurídica al alegar que los menores "aparecían en los vídeos sin exteriorizar molestia y con semblante sonriente". Su familia, abrumada por el horror y la vergüenza, cerró el bar en la popular Avenida Buenos Aires y huyó para no volver. Demasiada sordidez la que se esconde tras esta fachada creíble de tipo normal.

Pasados tres años desde su condena, mi antiguo compañero de estudios no sólo no se ha arrepentido todavía de sus crímenes, sino que disfruta de una desahogada vida como bibliotecario en el Centro Penitenciario de Valdemoro. Apartado del resto de internos, goza del privilegio de un ordenador portátil y acceso a toda clase de material. Hoy, la Sexta Noticias ha revelado que se le ha intervenido material pedófilo en su ordenador, su celda y en diversos escondrijos en la biblioteca, tanto fotografías impresas -fotos de bebés recortadas de revistas médicas- como CDs y hasta un módem inalámbrico para acceder a Internet. Cansino y otro preso, conocido como "el pedófilo del Raval", habían recopilado impunemente nuevo material deleznable para saciar sus bajos instintos pese a encontrarse en la cárcel. ¿Debería un pederasta confeso dirigir la biblioteca de un penal? ¿Qué clase de vigilancia penitenciaria permite que un criminal reincida sin necesidad de salir de la cárcel? Lo que merece, él y todos los de su calaña, es que les retiren el privilegio de aislamiento y los dejen a merced de los presos comunes. Quizás así se haga justicia. Me repugna la pena de muerte, pero ojalá él y todos los de su calaña amanecieran mañana ahorcados en sus propias celdas, para que nadie tenga que mancharse las manos limpiando su basura. Quizás así su familia y sus víctimas podrían volver a dormir tranquilas.


Uno se pasa la vida creyendo la vieja mentira dulce de ser el portador del futuro. De que su generación será la llamada a cambiar el mundo, la más auténtica, la más preparada, la definitiva. Parece ser, si algún veinteañero no lo remedia pronto, que será mejor para el futuro que nuestra quinta pase desapercibida. El horror nos es tan cercano como a todos los demás y, muerta la ingenuidad, sólo nos queda agarrarnos a la rebeldía y el asco.
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