Subterráneo

Cuando levantó la vista, todo estaba en su sitio. Los asientos, los pasajeros, las puertas abiertas del vagón y el andén al otro lado de ellas. Normal, cotidiano, anodino. El mismo escenario de cada mañana y su agónico arrastrar de pies camino del trabajo. Las puertas se cierran. Unos leen el periódico, otros escuchan la soledad desde sus auriculares. Todos evitan la mirada. El tren se pone en marcha y a través de las ventanas va viéndose pasar, cada vez a mayor velocidad, los últimos metros que separan el andén del túnel, como fotogramas pasados a cámara rápida. Otra mañana como otra cualquiera, piensa mientras analiza distraídamente a sus vecinos de vagón. A su derecha, dormita un obrero andino de aire cansado. A su izquierda, una señora devora un best-seller, levantando las solapas de su libro para evitar lectores indiscretos. Enfrente, una joven manosea nerviosa unos apuntes fotocopiados. Entre medias, una masa informe de oficinistas, dependientas, estudiantes y somnolientos en general. Un regimiento de ojerosos, el paisaje habitual del metro a las siete de la mañana. Posiblemente, el lugar menos humano que haya conocido la humanidad.

Mientas su mente se deja mecer por el traqueteo de estas divagaciones, el tren se introduce por completo en el túnel. Un parpadeo. Las ventanas sólo dejan ver la oscuridad que emanan las entrañas del subterráneo. Otro parpadeo y al abrir los ojos todo está súbitamente a oscuras. Como si el pasadizo hubiese engullido el vagón, nadie se mueve y no puede oír sonido alguno. Instintivamente, su garganta se seca. Sumido en el negro absoluto, puede percibir que ya no hay nadie a su alrededor. El tren, sin embargo, parece seguir moviéndose, cada vez más rápido. En medio del pánico, puede comprender a dónde se dirige. Poco antes de desvanecerse para siempre en el laberinto de catacumbas, su mente piensa con inesperada claridad. Acaba de recordar que nunca compró un billete de ida y vuelta.

2 divagando:

© Claudia, la chef disse...

Joder, este cuento me recuerda a uno que escribí hace poco aunque este es más siniestro.

Ya ves, nuestros destinos en manos de un cartón con fecha de caducidad. Muy bueno!

kay disse...

... esos regressos después de un día disfrutando de aprender...
Me gusta que estemos en ese punto juntos, incluso con la desventaja-putada de que no podamos disfrutar el uno del otro.
Te quiere mucho tu amiga ehhh

top