Aterrizaje forzoso

Medio retornado de la vacaciones, miro a mi alrededor y veo que el caos se ha convertido en la canción del verano. Arden los barrios de Londres, Manchester y Liverpool como sucedió años atrás en la banlieue de París. Entonces, como ahora hace el premier David Cameron, el presidente Sarkozy se limitó a acusar a la chusma de los saqueos, sin resolver las causas que llevan a miles de jóvenes al saqueo de tiendas y centros comerciales. Y, precisamente por eso, estos estallidos de rabia están condenados a repetirse. La exclusión social, la carencia de oportunidades y una educación precaria ofrecen pocas perspectivas de solución para cientos de personas expulsadas del bienestar europeo. Y a esto hay que sumarle los desmanes de la crisis, los recortes draconianos y la impunidad de los culpables del caos económico en el que vivimos. Nada justifica el robo y la violencia callejera, aunque puede argumentarse que los jóvenes ingleses sólo siguen el edificante ejemplo de políticos, inversores y demás ralea.
El euro está bajo el ataque constante de especuladores extranjeros y por eso las bolsas caen cuando Bruselas da pasos para resolver sus problemas financieros. Mientras, suben los transportes públicos, las facturas y los sueldos de los cargos públicos recién elegidos. Hoy hemos sabido que la energética alemana E.on, dedicada a los reactores nucleares, estudia despedir al 13% de su plantilla, unos 11.000 trabajadores de catorce países, entre ellos España. El bienestar y la normalidad parecen estar en peligro de extinción. De vuelta de un paréntesis necesario, la realidad presenta turbulencias constantes que fuerzan un aterrizaje forzoso. Aunque sólo sea por llevar la contraria, me niego a dejarme arrastrar por el desánimo general que se nos ofrece a diario. Aunque sólo sea por llevar la contraria, hay que seguir exigiendo la vuelta a una normalidad necesaria de la que nadie se vea excluído. ¿Y qué es lo normal? ¿Una vivienda asequible, un salario justo, servicios públicos y un gobierno sin corrupción? Lo que se exige es tan lógico, que nadie puede negar el derecho a reclamarlo. Por eso se esfuerzan en mantenernos agobiados. Que tengan un feliz aterrizaje.

1 divagando:

BeN-HuR VaLDéS LLaMa disse...

Muy buenas espectativas de supervivencia, la pregunta es: ¿como llevarlas a cabo?

Un saludo desde CANTABRIA

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