Espero que no me hayan echado mucho de menos. Yo sólo un poco. Digamos que nunca me ha gustado forzarme a publicar, ni me considero atado a una cierta periodicidad mínima. No admito prisas, no me interesa el pesado ritmo de las anodinas actividades que se oxidan al volverse cotidianas. No admito otro criterio que no sea el arrebato visceral que nace en mis entrañas, que comienza a latir en mi cabeza, atraviesa mi cuerpo hasta volverse impaciencia en la punta de mis dedos y desemboca, alumbrado en tinta, en las hojas del cuaderno. No pretendo que les guste, sólo que nadie permanezca indiferente. Lo siento, el valor de su opinión y su jurisdicción democrática se acaba bajo mi letrero. Do what you will shall be the whole of the law...
Ha pasado el tiempo y hay cambios en este caos cotidiano de los que no les había hablado todavía. Disculpen, las prisas... Empecemos por el principio. Tras experimentar durante unos meses el mundillo del telemárketing y el subempleo, Vuestro humilde narrador ha encontrado empleo. Desde finales del mes pasado, me he incorporado a la plantilla de Top Noche, una revista mensual dedicada al ocio nocturno, la cultura y la música electrónica. Noctambulismo, en resumidas cuentas, y me ha tocado ser su redactor. Curro interesante, contenidos cuidados, sueldo decente, gente maja, en esa herida abierta en la espalda de Gran Vía que es la Plaza de Santo Domingo. Una de esas cosas que se cruzan en tu camino por casualidad, de la mano de algún personaje providencial -empiezo a deberle muchos favores a mis "ángeles de la guarda" periodísticos-, que, sin saberlo, te brindan la oportunidad de reivindicarte. De hacer carne una idea. De volver a escribir, locutar, entrevistar, investigar, criticar... De llegar a la línea de salida de una carrera que empieza a materializarse ante tus ojos como por arte de encantamiento. Abróchense los cinturones, la montaña rusa vuelve a ponerse en marcha.
Por lo demás, mucha actividad en la línea de frente. El fin de semana pasado, maratón sabatino que culminó en un festival del caos cautivo entre policías y eternas alambradas y protagonizado por Pearl Jam. Se hizo corto, se echaron temas en falta y están algo más viejos de lo que los recordaba, pero aunque sólo fuera por un instante pude tocar el cielo, gritando a los cuatro vientos I still alive!. No sé por qué, pero cada vez me molesta más tanta policía custodiando las calles, los edificios oficiales, las protestas, las concentraciones y hasta los conciertos. Pero ya hablaremos de eso más adelante. El próximo sábado, breve éxodo á terra nai, con Atlántico de por medio. Entre tanto, lecturas, tiempo que nunca se detiene en estas cuatro esquinas, ajetreo, humo, unicornios, verano en ciernes, proyectos en la recámara, esforzados miércoles, domingos de gloria y ese sabor tan dulce que me acompaña desde hace tres meses.
Sírvanme batido, frío y con mucho azucar y aún sabré amargo. Sin embargo, en la vorágine de esta montaña rusa, no les exagero si digo que soy feliz. Sin fantasmas que acechen desde el retrovisor, tan sólo páginas en blanco y mucho por hacer, mucha evolution, baby. Puede que no lo sepan, pero si han llegado a leer esto, es por que forman una parte esencial de este instante. Tampoco me tomen demasiado en serio...
Ilustración: "Alalia", Félix Vega.
Por lo demás, mucha actividad en la línea de frente. El fin de semana pasado, maratón sabatino que culminó en un festival del caos cautivo entre policías y eternas alambradas y protagonizado por Pearl Jam. Se hizo corto, se echaron temas en falta y están algo más viejos de lo que los recordaba, pero aunque sólo fuera por un instante pude tocar el cielo, gritando a los cuatro vientos I still alive!. No sé por qué, pero cada vez me molesta más tanta policía custodiando las calles, los edificios oficiales, las protestas, las concentraciones y hasta los conciertos. Pero ya hablaremos de eso más adelante. El próximo sábado, breve éxodo á terra nai, con Atlántico de por medio. Entre tanto, lecturas, tiempo que nunca se detiene en estas cuatro esquinas, ajetreo, humo, unicornios, verano en ciernes, proyectos en la recámara, esforzados miércoles, domingos de gloria y ese sabor tan dulce que me acompaña desde hace tres meses.
Sírvanme batido, frío y con mucho azucar y aún sabré amargo. Sin embargo, en la vorágine de esta montaña rusa, no les exagero si digo que soy feliz. Sin fantasmas que acechen desde el retrovisor, tan sólo páginas en blanco y mucho por hacer, mucha evolution, baby. Puede que no lo sepan, pero si han llegado a leer esto, es por que forman una parte esencial de este instante. Tampoco me tomen demasiado en serio...
Ilustración: "Alalia", Félix Vega.
2 divagando:
Joder, V, que me sacas los malditos escalofríos de la columna vertebral ésta tan larga que me da tanta guerra...
Huelo optimismo por los cuatro costados de la blogsfera, o si no optimismo, sí cierto sentimiento de que todavía pueden pasar muchas cosas.
Que bueno leerte tan agusto. Las casualidades de la vida, un gran placer cuando nos favorecen... Un abrazo desde algun lugar.
Eskorbuto sabia lo que decia con aquel "mucha policia poca diversion". En Rarotonga no lo entenderian, alli la policia aparee cuando se les necesita.
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