Juan sube al avión por el pasillo enmoquetado del brazo mecánico. Traje a medida, zapatos lustrados, maletín de cuero y manos callosas de quien no nació para ser servido. Mirada inquisitiva y desconfiada, producto del medrar desde lo más bajo, con la única idea no seguir la tradición familiar de amasar miseria encadenado a una tierra ingrata. Anillos de oro y gemelos con sus iniciales esconden el pelo de la dehesa del venido a más. Media sonrisa desafiante, cabellos untados en brillantina espesa, vientre inflado de exceso que no recuerda lo que es la penuria. Cuarenta años atrás, con una maleta de cartón y un billete para ultramar, juró morir antes de volver a la tierra yerma de sus padres. Ahora, un subalterno cetrino descarga su equipaje del Mercedes blanco para acarrearlo al mostrador de fracturación.
Arriba, encaramado sobre las nubes, Juan sabe qué está sobrevolando. Se lo están diciendo a gritos sus entrañas. A miles de pies bajo su orondo trasero, su hogar sin morriña se extiende como una tela vieja cosida de retazos. Una turbulencia, traga saliva. A la tercera, mareos y remolino de azafatas en los pasillos. El piloto murmura leves excusas en una confusa lengua germánica mientras caen las máscaras de oxígeno. Las nubes quedan atrás y el suelo se hace grande en los ojos de buey del pájaro herido. Juan suda agua amarga que juega a suspenderse en el vacío desde su bigotillo. Vuelo en picado, gritos de histeria de los que se encomiendan a un dios duro de oído. Segundos antes de la colisión, vuelve a su mente el olor del establo, el sol de la vendimia, la voz de su padre. Todo su viaje hacia arriba se le revela como un sueño vano, un esfuerzo sin sentido de tortuga patas arriba, el camino de ida y vuelta de un escupitajo proyectado al aire. Demasiado tarde para mirar atrás. Las tradiciones familiares, antes o después, terminan por hacer valer su lógica inexorable. Entre el amasijo de hierros calcinados, los restos del indiano se funden con el barro que un día maldijo. Llámenlo justicia poética.
8 divagando:
Por cierto, un saludo a la visita 2112 a esta humilde bitácora, siempre me han gustado los números capicúa.
Feliz calendario nuevo a tod@s
Pois falando de capicúas,, "4:44"... ;)
Lo llamaremos justicia poética, claro. Yo me quedo con "gran historia". Y tal vez me apunte al meme ;)
Sin avión, pero volviendo al polvo del que salieron, muchos inmigrantes hoy jubilados completan el círculo que a veces es el destino y vuelven a su tierra para morir en ella, no sé si por justicia poética. Un saludo :)
Me alegro de que hoy algunos se miren sus lunares. Son mucho más agradecidos que el ombligo.
el camino de ida y vuelta de un escupitajo proyectado al aire...
Me gusta.
El otro día escuché la voz del chico desenfocado y hoy leo tus navidades (medio)solitarias. Y yo que creía que os habíais desvanecido cual columna de humo...
Un abrazo.
Me gusta, me gusta mucho... Y me gusta más ver que vuelves a la carga! :)
Smile! ¡Ha sido usted linkado por un Hombre Invisible!
http://unhombreinvisible.blogspot.com/2006/01/memes.html
:) cómo me alegra que me cuenten que vuelves a escribir y leer palabras tan bien hiladas.
La vocación está clara. Me gustó comprobar eso ayer, eso y el paseo.
Un beso!
si en el fondo sois todos más majos que las pesetas...
Enviar um comentário