Ya de vuelta, con sobrepeso de vicios y trasnoches en la maleta. Días de vagabundeos nepentes en la capital de la bohemia europeísta, esquivando enjambres de bicicletas y haciendo miles de equilibrios para no caer en los canales. Mesura frente a barbarie. Jameson con cola y cartas de menú que se encienden sólo cuando las pulsas. Las avenidas verdes suenan a vals, pero siempre desembocan en callejones tortuosos encendidos de rojo. Siguiendo círculos concéntricos escritos sobre el agua, uno puede encontrar violinistas, rastafarais, bulbos de tulipán o simpáticas vendedoras de arenques amargos. Los escaparates son tan libertinos que lo mismo guardan prostitutas que patatas fritas al estilo de Flandes. Entres donde entres, humo multicolor y batidos de chocolate. Quizás llegué un poco tarde a esta fiesta, pero seguro que no perdí detalle de lo sórdido ni de lo sublime. Lo mejor, las compañías que dilatan la retirada al Veteran para darse una vuelta más por el centro. Nunca un lugar tan plano tuvo tantas historias que contar, nunca tres flojos dieron tanto juego. Y una última lección, convertir las dos eles en una sonriente uve doble. ¿Fuimos héroes? No, pero, por lo menos, volvimos.
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2 divagando:
Welcome back! Ya nos juntaremos para contar historias y me digas qué tal lo pasasteis. ¡Un abrazo!
Si es que al fin y al cabo, a un diamante sólo lo puede rayar otro diamante.
Pureza extrema. Por cierto eres un jodido poeta.
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