Hoy cierra sus emisiones el único canal informativo privado 24 horas, CNN+. Cuando caiga la medianoche y se apaguen los focos y las cámaras, seremos un poco menos libres. Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco y lugarteniente de Silvio Berlusconi en la península ibérica, ha decidido adelantar tres días el cierre del "todo noticias" para acelerar la implantación de su nuevo contenido estrella, un innovador canal que emite durante todo el día imágenes de la casa de Gran Hermano. Es decir, imágenes en directo que tan sólo necesitarán de un plantel mínimo de técnicos y redactores a los que casi siempre se les paga una mierda. Los malos datos de audiencia del programa estrella de la telerealidad estúpida han motivado esta decisión de reducir costes y apostar por la carnaza cruda. Puede que así ganen más dinero, aunque la última vez que intentaron emitir el día a día sin cortes del experimento sociológico salieron escaldados. Es una pena que esta no sea la tradicional inocentada de la prensa del 28 de diciembre. Ahora, en Telahínco, sólo salen Belen Esteban, Jorge Javier Vázquez, Mercedes Milá y toda su corte de infrahumanos. Y para qué más, señora.
Con la desaparición de CNN+, sus profesionales pasarán a manos de la Agencia Atlas, que será la que decida si se van a la calle o si serán capaces de adaptarse a trabajar con basura en lugar de noticias. El flujo informativo quedará entonces en manos del Canal 24 Horas de TVE, o lo que es lo mismo, de la voluntad del gobierno de turno de permitir que nuestra televisión pública se acerque a la imparcial BBC y no a partidismos populistas al estilo FOX News. Hoy, el diario El País elude condenar este atentado a la libre información y a la dignidad de la profesión periodística. Aseguran que el cierre del canal se debe a su inviabilidad económica, pasando por encima de las denuncias de los trabajadores del canal, que acusan a PRISA de hacerles pagar a ellos sus errores de gestión. Siempre es así, los directivos hunden un medio con su incompetencia y los que se van al paro son los profesionales que dan la talla día a día.
La TDT llegó con promesas de pluralismo, calidad y diversidad. Menos de un año después del apagón analógico, los magnates de la comunicación han convertido este oasis mediático en un erial de cotilleos, teletienda, documentales sobre arrabales y casoplones, tertulias reaccionarias y refritos baratos y pasados de moda. Los cuatro grandes grupos de comunicación privados que ocupan la parrilla están en manos de dos italianos, el citado Vasile y su mentor y anterior mano derecha de Il Cavaliere Maurizio Carlotti, un entusiasta del despido y el sensacionalismo que rige los destinos de Antena 3 y, en breve, también de La Sexta. Suya es la televisión de las mamachichos y los programas de cotilleo sucio, importada desde los receptores transalpinos. Allí también todos los principales canales están en manos de Berlusca, incluídos los públicos, claro. Pero ellos no tienen la culpa de que nuestros aparatos sólo sintonicen estupideces. Culpables son los que se lucran cediendo su sitio al clan italiano en lugar de invertir en contenidos de calidad. Culpable es el Grupo Planeta, Mediapro, PRISA, el grupo Correo, Recoletos-Unidad Editorial y los demás referentes nacionales. Ellos y los millones de espectadores dóciles que les llenan los bolsillos son los culpables de que mañana sepamos todavía menos qué pasa en el mundo y por qué. Mucho ánimo en este tiempo oscuro, héroes de la información libre.
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