
Alguien ha decidido que nos vamos a venir abajo y nada de lo que podamos ofrecerles podrá conseguirnos una salida airosa. Quieren todo lo que tenemos y no tienen porqué ofrecernos nada a cambio para conseguirlo. La culpa es nuestra. Les dejamos legalizar la piratería financiera y ahora ya no podemos quejarnos de que nos roben la cartera, los derechos laborales, la educación y la sanidad públicas y gratuítas. ¿O acaso alguien espera que los corruptos a los que hemos entregado los gobiernos persigan a los usureros y especuladores que les llenan los bolsillos? La culpa es nuestra por no haber sacado la guillotina en 2008, cuando el primer iluminado sugirió que había que rellenar los agujeros de la banca y las grandes corporaciones con dinero de nuestros impuestos. Terminó el verano y la crisis, infatigable compañera de los últimos años, ha vuelto de vacaciones con ganas de recuperar el tiempo perdido. Bienvenidos de nuevo al caos constante en el que todos tienen la mano metida en tu bolsillo mientras gritan en tu oído pidiéndote calma. Ahora, ya sólo nos queda esperar sentados a la orilla de la playa mientras el tsunami sigue cogiendo altura antes de estallarnos en la cara. Pero no seamos tan pesimistas, que seguro que los nuevos amos nos dejan ver la tele entre latigazo y latigazo.
2 divagando:
Las corporaciones, todo es culpa de las insaciables grandes corporaciones. Malditos.
Pues nada de resignación, y a pasar a la más acción. El octubre rojo se acerca!
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