Seguimos hablando de Libia. Gaddafi, dictador menguante, da señales inequívocas de vivir sus últimas horas al mando de lo que queda de su régimen de terror. Sus embajadores en el extranjero arrían la bandera verde de la Jumhuriya de 1969 y sus soldados estrellan sus aviones en el Mediterráneo para no obedecer las órdenes de masacrar más y más libios. Su exministro de Interior ya le ha pedido que se entregue o se suicide. Al régimen sólo le quedan los mercenarios contratados en Chad, Niger y Sudán. Reuters asegura que son más de 6.000 y que, tras foguearse en la fallida represión del este del país, se atrincheran en Trípoli para la batalla final. Por lo menos, mientras haya dinero para pagarles. En cuanto dejen de llegar divisas del petróleo, el régimen se quedará sólo ante la rabia de su pueblo, que ya controla Bengasi, Al Baida, Tobruk y las fronteras con Túnez y Egipto. Al sur, los bereberes también se han levantado. Algunos medios aseguran que los partidarios del carnicero de Lockerbie sólo controlan los cincuenta kilómetros a la redonda en torno a la capital. Mientras escribo, los rebeldes combaten por liberar la ciudad de Zauiya y mañana, puede que lleguen a Trípoli. Quizás por eso, Gaddafi ha anunciado que la prensa libre y los opositores son drogadictos y aliados de Al Qaeda, en un intento desesperado por acallar lo inevitable. Su ejército ya se ha pasado en masa a la revuelta, asqueado de sumar cadáveres de compatriotas al saldo de la barbarie.
Enrocado, al viejo Muammar sólo le quedan dos opciones: el suicidio o el exilio. Tras bombardear las manifestaciones de Trípoli, uno de sus leales intentó sin éxito quitarlo de en medio. Ya no tiene en quién confiar, abandonado por sus socios occidentales y con el único apoyo internacional de Cuba y Nicaragua y los titubeos de la Unión Europea. Vergüenza para ellos. Cuenta con más de 10 millones de euros en armas españolas, pero nadie parece dispuesto a empuñarlas para defenderle. Mientras tanto, la revuelta ha perdido el miedo al dictador y se prepara para dar el golpe de gracia a cuarenta y dos años de opresión. Ayer, la Corte Penal Internacional de La Haya hablaba de 10.000 víctimas de los asesinos de Gaddafi en el mes de febrero. Ahora, llegó la hora de que los culpables paguen por ello, en los tribunales o en la calle. Ben Alí, Mubarak, Gaddafi,... ¿quién será el próximo? Yo apuesto por Mohamed VI. Tiempo al tiempo.
1 divagando:
Buenas noticias llegan del sur... habrá que ir a comprobar de primera mano cómo cae el de nuestro vecino más próximo.
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