sometimes salvation

Siempre me levanto de la cama demasiado temprano o demasiado tarde. Siempre el presentimiento de estar fuera de lugar. Últimamente, he vuelto a despertarme con esta sensación de ser ínfimo, miserable, nada que vai a ningures, que decía mi abuelo. Últimamente, ha vuelto mi mal humor matutino, después de casi haber olvidado que eso fuese parte de mi forma de ser. Aunque sea de ser miserable.
A veces, la salvación no llega nunca. Tan sólo dejas de esperarla, asumiendo que la anomalía es ser feliz y no al contrario, como se suponía que iba a ser. A veces, la salvación es dejarse ir, asumir lo jodido y sórdido que eres mientras intentas escondérselo al espejo cada mañana. Escondido, temblando de miedo y rabia, te enfrentas a cada nuevo día parapetado en un ceño fruncido y toneladas de sarcasmo. Hay días en los que la mala ostia sólo sirve para evitar que los demás se te acerquen y se den cuenta de lo podrido que estás por dentro. Un día cualquiera, te das cuenta de que has crecido y no eres quien deseaste ser. De que no te gustas. De que no eres más feliz estando solo, simplemente estás solo y sigues adelante. Aunque no haya a dónde ir.
Hoy hace un año que dejé de fumar tabaco. Mataría por un cigarro ahora mismo. No me sonriais nunca hasta la mediatarde, muerdo.

सनातन धर्म samadhi

Alguien me escribió una vez:

"Cuando estás tan intoxicada... sientes un todo que te desborda, en su mero exceso, más allá de tu percepción... donde nace la nada. Entonces estás tú, tirada en una esquina de tristeza, sola y aislada en la multitud y ni siquiera te importa el frío carcomiendo tu alma. Absurda en la única opción de dormir los ahoras etílicos."

Ha llovido muchísmo desde aquella, pero quizás ahora ese sea el mejor diagnóstico que pueda aplicarme. Sólo dos días más, viernes y sábado. Después ya no quedará más remedio que despertar del dulce delirio de mis ahoras y comenzar a reconstruirme con lo que ha quedado en pie tras la tormenta. Una vez más, camino de samadhi.

Game Over

Recuerdo aquel para siempre. Sonríe la vida su sórdida ironía mientras expiran, uno a uno, los pedazos de este futuro nacido muerto. De vuelta en mi madriguera, como el preso que comprende que no merece la pena intentar otra huída. Nadie puede escapar de lo que es, por una vez lo he comprendido. Sea mi camino este eterno exilio, sea este sabor amargo toda mi compañía.
A cubierto, ahora sí que dispara.
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