A desnudarnos dentro de los bancos y a gritar que el horror
económico será derrotado por el calor de los cuerpos. Cuando nos
hayan acompañado a la salida, la duda les rondará durante días."
Esta revolución no tiene rostro
Sé que lo que voy a decir será puesto en duda ...
Reencontarme con los grillos me ha devuelto de golpe a mis noches de verano en Ourense, sentado en el cesped de mi vieja casa con mi familia, intentando eludir el calor (nadie me cree cuando digo que en la vella Auria alanzamos los 40 grados cada verano), mientras los grillos interpretaban su aria antediluviana, el perro jugaba a cazar topos y mi abuelo desgranaba historias de esas que se cuentan cuando hace mucho frío o mucho calor para hacer nada. Creí haberlo perdido todo hace tiempo: la casa se malvendió, al perro lo sacrificamos para ahorrarle una larga enfermedad y a mi abuelo hace dos años que le llevo flores cada 28 de septiembre. De pronto, los grillos me han devuelto ese recuerdo que se perdió en estos cinco años de exilio madrileño... y no sé si hubiese preferido ahorrármelo, pero tengo que hacer frente a que, a partir de ahora, esta música no volverá a ser un simple cri-cri inocuo. Otro placer amargo para mi zurrón.
Termino con una confesión: cada día que paso en esta ciudad sin estrellas, me vuelvo más extranjero.
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