Saboreando lo inminente


Entran y salen de plano las olas de frío y, con la broma, vino febrero y yo con la maleta a medio hacer. Pocos días, buena compañía y billetes del Bayou al Øresund. El horizonte es apetecible y hay ganas de recorrer el camino. Mientras tanto, voy viviendo de fin de semana en fin de semana, apurando los minutos en el aire y elevando los listones más allá de lo que debería. Si no, no funciona como a mí me gusta. Hay algo vicioso en la sensación de mantenerse en vilo, mientras fluyen los segundos y hago malabares para que no me falte el aire entre titulares. Ya rebajaremos las tensiones de la tediosa vida diaria en aquella planta 29 al crepitar de las burbujas y que se rinda Madrid a nuestros pies. Quiero lo que tengo, quiero lo que viene. Capeando las oleadas de la recesión, uno aprende a soplar los vientos a su favor. Requiere su trabajo saber apreciar lo que se tiene y lo que se consigue y, por encima de todo, cómo se consigue. Ahí está la gracia de todo este asunto. No quedan más cojones que ser feliz aunque todo a tu alrededor se esté yendo rápida e imparablemente a la mierda. Afuera, hace mal tiempo. Salgan a la calle y sonrían, aunque sólo sea por llevar la contraria.

1 divagando:

Danilovich disse...

America´s road trip: jazz, paletos con banjo en un porche, hamburguesas y NBA. Primero me deslizaré entre Francia y España, pequeño país pirinaico, pero en el horizonte solo hay un objetivo y estamos en el descuento.

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