La tiranía de los burócratas

En estos tiempos oscuros en los que vivimos, vemos cumplirse los malos presagios día tras día. Cuánta más gente sale a la calle a defender los valores democráticos y a protestar contra el desmantelamiento del estado social, más se empeñan los gobiernos en mutilar la democracia. Esta semana, dos de nuestros socios comunitarios han visto como su soberanía popular ha sido relegada por la voluntad de los mercados, derrocando dos gobiernos elegidos en las urnas para sustituirlos por juntas de tecnócratas militarizados. Vale que uno de esos líderes elegidos por sufragio popular era Berlusconi, pero al menos contaba con el mínimo aval de las urnas. ¿Recuerdan la última vez que nos gobernaron los tecnócratas? En aquella España en blanco y negro sometida por la fuerza de las armas, esos concienzudos burócratas del Opus Dei experimentaron con los límites del capitalismo en medio de una dictadura represiva, convirtiendo la aldea ignota que éramos en un enorme chiringuito para deleite de suecas, alemanes y demás guiris.
Ahora, parece que haya vuelto esa época en la que se nos aseguraba que hombres bien preparados habían sido seleccionados para dirigir nuestros destinos. El problema es el de siempre. ¿Quién selecciona a estos hombres de estado puestos a dedo? Al capitalismo en crisis no le sienta bien la democracia, no hay más que ver el revuelo que se armó en todo el mundo cuando el anterior gobierno griego sugirió someter sus recortes presupuestarios a referéndum popular. Tampoco aquí hubo consulta a la ciudadanía a la hora de fijar topes al gasto estatal en la constitución, no fuera a ser que los ciudadanos no eligiéramos aquello que los todopoderosos mercados creen que es mejor para ellos, perdón, para nosotros. Se nos dice que Mario Monti y Lukas Papademos son la solución para Italia y Grecia, respectivamente, aunque las bolsas caigan estrepitosamente el mismo día de su investidura. Sacrificada la voluntad popular que da sentido a la democracia, ¿qué otras ofrendas de sangre nos exigirán los mercados tras obligarnos a renunciar a nuestra pensión, nuestro sueldo y cualquier esperanza de prosperidad?

En el estado español, a pocos días de unas elecciones anticipadas con tufillo a más de lo mismo, la situación es ligeramente distinta. Hay urnas, es cierto, pero su resultado está adulterado por un sistema electoral que sólo reconoce dos opciones válidas de gobierno: la que nos ha traído hasta este caos y la que nos llevará a otros peores. Sólo un voto masivo de protesta contra este turnismo moderno podría cambiar la situación. La única duda que queda es cómo reaccionarán los mercados si el 21 de noviembre el partido más votado no es PP o PSOE. Puede que, en ese caso, los mercados decidiesen por su cuenta que no somos lo suficientemente solventes para merecer una democracia real. En estos tiempos de tecnocracia sin soberanía, el día menos pensado nos despertaremos y los burócratas nos habrán privatizado el Congreso y el Senado mediante ese tipo de secuestro de masas que llaman rescate. ¿Notaremos la diferencia?





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