Seis


Hoy estamos de celebración, y por partida doble. Este país dos placeres amargos celebra su sexto cumpleaños y lo hace con su post número cuatrocientos. Recuerdo aquel mes de mayo de 2005 y de cómo se gestó esta idea gracias a un amigo desenfocado y a una solitaria en Kyoto. El tipo que comenzó este recorrido no era muy diferente del que ahora escribe, aunque todo a su alrededor haya cambiado miles de veces a lo largo de estos seis años. Me viene a la mente mi primer post, o el momento en el que empecé a conocer en persona a muchos de los que dejaban caer un comentario de cuando en cuando, o alguna de mis proverbiales desapariciones, tras las que apetece volver y contarlo. Una parte muy importante de mi vida está reflejada entre líneas en este blog. Juntos, aprendimos a sobrellevar la amargura de noviembre, a saborear ávidamente las pequeñas cosas y a vagabundear para evitar males mayores. Este ha sido desagüe de las amarguras, almacén de imágenes inconexas, vía de escape de ideas delirantes, escenario de historias imposibles y memoria cruda de un tiempo irrepetible. Vehículo de una melancolía que, como buen hijo de mi país, me ha de acompañar hasta el final. Y no sé por qué pero, si la estadística no engaña, cada día sois unos pocos más los que seguís al otro lado. Mentiría si dijera que lo hago por vosotros, pero me alegro de tener compañía en este viaje. La ruta, ya la iremos trazando. En la calle, suenan fuegos artificiales y me subo a las alturas a comenzar a tramar que vendrá después del sexto peldaño.

1 divagando:

Enric Draven disse...

Es como todo. Como la vida, supongo. Empezaste sin darte ni cuenta; estabas allí interactuando contigo mismo, sin esperar demasiado de tu otro yo, pero al final te auto-convenciste, no?

Yo te leo y te sigo, cuando puedo!

salut V, como siempre un placer leerte!

Enric

top