Recuperando las causas


Cuando era niño, en los aburguesados años 90, la "gente de bien" criticaba que los jóvenes que protestaban en las manifestaciones no eran más que niños mimados que buscaban entretener su aburrimiento existencial con unas pequeñas vacaciones revolucionarias. ¿Tenían razón? Puede, aunque sólo en parte. Hoy en día, las cosas han cambiado. A peor, evidentemente. Los jóvenes no pueden costearse la educación, la educación no garantiza el puesto de trabajo y el sueldo del trabajador no da más que para malvivir. Mi generación es la primera que no aspira a vivir mejor que las anteriores, sino a subsistir. Los jóvenes engrosan el paro, el subempleo o la emigración, mientras el resto ve peligrar su futuro a corto plazo. Y todavía hay quien exige que trabajemos más horas por menos dinero, como el líder de la oposición conservadora o el anterior patrón de los empresarios. Al mismo tiempo, hemos visto como los beneficios de las empresas han aumentado más de un 40% en los últimos diez años, sin frenar su ritmo ni siquiera en lo más arduo de la crisis. El Estado Español sufre una recesión histórica, mientras sus cinco mayores bancos se han embolsado cerca de 15.000 millones de euros y Telefónica haya conseguido el mayor beneficio anual de una compañía española, casi 11.000 millones. Todo esto pasó en 2010, el mismo año en el que nos dijeron que la banca y el estado coqueteaban con la quiebra e hicieron ley del recorte de los derechos laborales y la privatización de las cajas. Algo no encaja y es necesario gritarlo por las calles.


El pasado domingo estuve en una manifestación contra la reforma laboral, los ajustes antisociales y la política de mercado del gobierno. Domingo por la mañana y un clima excepcional me hicieron presuponer que seríamos cuatro gatos. Y me equivoqué. Cerca de veinte mil personas nos unimos en una marcha por las callejuelas de La Latina, poniendo en duda el viejo prejuicio de que ya no hay movilización por difíciles que se nos pongan las cosas. Recuerdo un mensaje que aún me ronda la cabeza: "Violencia es cobrar 600 euros". La prensa, una vez más, prefirió hacer la vista gorda. Mientras medios internacionales como Clarin o Prensa Latina, entre otros, dieron cobertura a la noticia a través de sus corresponsales, los "nacionales" evitaron mayoritariamente difundirla. No debería sorprendernos, sabiendo quién dirige la prensa, cómo se gestionan los contenidos y a los trabajadores y qué noticias le interesa difundir. Algo está sucediendo y es necesario gritarlo por las calles.


Lo decía el viernes pasado Fernando Vallespín en El País. El sistema ha faltado a sus promesas, la precariedad crece y la sociedad, concretamente los jóvenes, tiene cada vez más motivos para protestar. Hemos vuelto, lo queramos o no, a un tiempo en el que es necesario luchar contra una sistema que se construye contra nosotros, a nuestro pesar y a nuestras expensas. La injusticia social ha vuelto a los palacios de gobierno, si es que alguna vez se alejó de ellos. Pero el mensaje que se escucha es que no se puede hacer nada para cambiarlo. Es momento de activarse, de removilizarse. Sufrimos un gobierno sin más ideología que las que otorgan los mercados y pronto vendrá otro que promete ir más allá en la misma dirección. Expolian el bien común con oscuros manejos, que incluyen privatizar servicios públicos rentables que generan riqueza para convertirlos en corporaciones que les beneficien. González, Aznar, Piqué o Matutes lo hicieron y ahora forman parte de la directiva de esas mismas empresas. Hay que responder, demostrar la existencia de una oposición real y exponer sus argumentos. Si no escuchan los medios de comunicación, inventaremos otros. Hay que romper el círculo vicioso que llena sus bolsillos mientras nos volvemos más viejos, más inmóviles y más cínicos. Si nos quedamos quietos mientras sucede, ¿qué derecho tenemos a quejarnos? Algo empieza a moverse y es necesario gritarlo por las calles.

1 divagando:

Lau disse...

Y 20 años depués parece normal que toda nuestra generación se quede aletargada frente al televisor mientras nos cuentan como nos privan de los derechos sociales, sin trabajo, sin pensiones, con lamentable acceso a la vivienda... conectaremos la Wii y olvidaremos el mundo en el que estamos viviendo

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