La monserga de cada febrero


Pasado mañana se cumplirán treinta años del golpe de estado del 23-F y, como cada año, volvemos a escuchar las mismas anécdotas de siempre contadas por los mismos con el sesgo de toda la vida. Incluso las supuestas revelaciones demoladoras o las teorías conspirativas parecen repetirse como un guión bien estudiado. El rey no sabía nada, los golpistas eran sólo unos pocos aventureros, el rey se negó a sumarse, qué valientes fueron los parlamentarios, incluso los que se agacharon al oler la pólvora, el rey salvó la democracia y un largo etcétera de lugares comunes de la historia. Lo triste es que, tres décadas después, sabemos muy poco más sobre lo que sucedió aquella madrugada. Alguien se niega a que se desclasifiquen los documentos secretos sobre el trama golpista. Una asonada militar entre tantas, ya que fueron hasta cuatro las que se produjeron o intentaron en la transición. Hubo una operación Galaxia antes de la intentona golpista de 1981 y después, volvieron a amenazar los conspiradores militares con un 27-O en 1982 y con un 2-J en 1985. De todo esto, como es habitual, poco se sabe porque poco se dejó investigar.


Las verdades son escasas, las preguntas muchas: ¿Con qué apoyos contaban los guardias civiles que asaltaron el Congreso y los militares que tomaron Valencia y RTVE? ¿Eran sólo unos ilusos a medio camino entre De Gaulle y el dictador ya fallecido?¿Cuál fue el auténtico papel del Rey? ¿Era él el elefante blanco que debía liderar el golpe? ¿Apoyaron todos los partidos políticos un gobierno militar de transición presidido por Alfonso Armada? ¿En qué medida sirvió el golpe para desnaturalizar el estado de las autonomías? ¿Por qué no se procesó al jefe de operaciones de los servicios secretos, comandante Jose Luís Cortina, que llegó a amenazar con tirar de la manta si le juzgaban? ¿Cuál fue el papel del CESID? ¿Por qué sólo se condenó a un civil de entre todos los fascistas encausados? ¿A quién apoyaban EEUU y el Vaticano? ¿A quién protege este silencio cómplice? Sin respuestas a esas preguntas, pueden guardarse sus documentos reveladores, sus reportajes especiales y sus libros de investigación. Lo que se puede contar ya ha sido narrado mil veces, ahora sólo queda saber la verdad.

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