Colaboracionistas de la invasión italiana


Hoy cierra sus emisiones el único canal informativo privado 24 horas, CNN+. Cuando caiga la medianoche y se apaguen los focos y las cámaras, seremos un poco menos libres. Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco y lugarteniente de Silvio Berlusconi en la península ibérica, ha decidido adelantar tres días el cierre del "todo noticias" para acelerar la implantación de su nuevo contenido estrella, un innovador canal que emite durante todo el día imágenes de la casa de Gran Hermano. Es decir, imágenes en directo que tan sólo necesitarán de un plantel mínimo de técnicos y redactores a los que casi siempre se les paga una mierda. Los malos datos de audiencia del programa estrella de la telerealidad estúpida han motivado esta decisión de reducir costes y apostar por la carnaza cruda. Puede que así ganen más dinero, aunque la última vez que intentaron emitir el día a día sin cortes del experimento sociológico salieron escaldados. Es una pena que esta no sea la tradicional inocentada de la prensa del 28 de diciembre. Ahora, en Telahínco, sólo salen Belen Esteban, Jorge Javier Vázquez, Mercedes Milá y toda su corte de infrahumanos. Y para qué más, señora.


Con la desaparición de CNN+, sus profesionales pasarán a manos de la Agencia Atlas, que será la que decida si se van a la calle o si serán capaces de adaptarse a trabajar con basura en lugar de noticias. El flujo informativo quedará entonces en manos del Canal 24 Horas de TVE, o lo que es lo mismo, de la voluntad del gobierno de turno de permitir que nuestra televisión pública se acerque a la imparcial BBC y no a partidismos populistas al estilo FOX News. Hoy, el diario El País elude condenar este atentado a la libre información y a la dignidad de la profesión periodística. Aseguran que el cierre del canal se debe a su inviabilidad económica, pasando por encima de las denuncias de los trabajadores del canal, que acusan a PRISA de hacerles pagar a ellos sus errores de gestión. Siempre es así, los directivos hunden un medio con su incompetencia y los que se van al paro son los profesionales que dan la talla día a día.


La TDT llegó con promesas de pluralismo, calidad y diversidad. Menos de un año después del apagón analógico, los magnates de la comunicación han convertido este oasis mediático en un erial de cotilleos, teletienda, documentales sobre arrabales y casoplones, tertulias reaccionarias y refritos baratos y pasados de moda. Los cuatro grandes grupos de comunicación privados que ocupan la parrilla están en manos de dos italianos, el citado Vasile y su mentor y anterior mano derecha de Il Cavaliere Maurizio Carlotti, un entusiasta del despido y el sensacionalismo que rige los destinos de Antena 3 y, en breve, también de La Sexta. Suya es la televisión de las mamachichos y los programas de cotilleo sucio, importada desde los receptores transalpinos. Allí también todos los principales canales están en manos de Berlusca, incluídos los públicos, claro. Pero ellos no tienen la culpa de que nuestros aparatos sólo sintonicen estupideces. Culpables son los que se lucran cediendo su sitio al clan italiano en lugar de invertir en contenidos de calidad. Culpable es el Grupo Planeta, Mediapro, PRISA, el grupo Correo, Recoletos-Unidad Editorial y los demás referentes nacionales. Ellos y los millones de espectadores dóciles que les llenan los bolsillos son los culpables de que mañana sepamos todavía menos qué pasa en el mundo y por qué. Mucho ánimo en este tiempo oscuro, héroes de la información libre.

O Pino existe


Lembro unha tira do grande Quino no que Mafalda dalle a volta o mapamundi para negar o prexuízo que nos fai poñer ó norte sempre enriba. Nós, sendo de máis ou menos da metade cara a cima, vivimos nun constante paradoxo espacial. Coma europeu, suponse que son do norte. Nembargantes, respecto do vello continente, son do sul por nacer na península ibérica e falar nunha língua latina, aínda que se lle preguntásemos a calquera dentro da pel de touro, consideraríame do norte por seren galego e de terra agreste e chuviñenta. E a tolemia referencial non remata aí, xa que respecto da Galiza son un sureño ourensán e, indo o máis polo miúdo, dentro da vella Auria son do norte por me criar na beira septentrional do Miño, no antigo concello da Ponte-As Caldas. Cando era pequeno, pese a vivirmos no mesmo concello e estudiar e traballar ó sul do río, un pontino sempre dicía o baixar o Miño: "vou a Ourense". Quizáis pasar a primeira parte da miña vida nesta pequena vila aparte ó pe do monte imprimíu en mín un carácter propio, afeito á periferia e os espacios abertos.


O outro día voltei polo vello barrio do Pino. As rúas Santa Ana e Santa Catalina, o colexio no Pombal onde pasamos os primeiros anos na escola, a vía férrea que percorre Bobadela e Tarascón e a Casteadona na que xoguéi de neno seguen aí, dandolle vida a marxe noroeste do Miño, a que leva a Quintela e Santa Cruz, a máis esquecida malia os esforzos do meu avó e de tantos outros que loitaron nos noventa polo barrio dentro das asociacións de veciños. Mais ise espírito combativo non se esvaeu. Ó chegar ó barrio, o visitante atopa un recibimento autoafirmativo en fiestras e tapias, "O Pino existe". As obras do faraónico AVE de conexión con Madrid que semellan non dar rematado, pese a agresividade do seu desenrolo. Ata que chegaron ó meu vello barrio.


Pese a estaren afeitos a vivir entre a estrada de Vigo e o núcleo ferroviario de conexión coa Meseta, a xentiña do meu barrio dixo basta ante as graves molestias que lles supón a construcción da nova vía férrea. Contaminación acústica, moreas de polvo, estradas cortadas sine die e a sensación de estar aínda máis afastados do mundo puxeron iste recuncho en pe de guerra. Progreso si, mais con respeto é o que reclaman e en principio semella que o poden conquerir. Meu avó estaría orgulloso de ver que, no noso barrio, a xente aprendeu a defenderse e a construir unha identidade común.

Mártires del compás


Vivimos días extraños, en un tiempo de decisiones extremas y chocantes. No sabemos cómo ha sucedido, pero la historia vuelve a acelerarse según se va torciendo la situación. La era acomodada y plácida que vivimos en las dos últimas décadas se ha acabado para siempre y el mundo está alumbrando con dolor un momento histórico completamente distinto. Permítanme poner dos ejemplos. Hace unos pocos años sería impensable, pero la desesperación económica o laboral está lanzando a la gente a la violencia. Ayer, los informativos abrían con el secuestro de la junta escolar de Panama City, en Florida. Clay Duke, un hombre de 56 años, entró en la reunión, dibujó en la pared una V de Vendetta y desenfundó su pistola para exigir que readmitieran a su esposa, despedida por los recortes de presupuesto del consejo de Educación. Dejó su testamento escrito en su perfil de facebook: "Algunas personas (los medios de comunicación patrocinados por el gobierno) van a decir que yo era un monstruo (V)…no... simplemente he nacido pobre en un país donde los ricos manipulan, usan, abusan y esclavizan económicamente al 95% de la población. Republicanos ricos, Demócratas ricos... todos son lo mismo... ricos que se turnan para sacarnos lo poco que tenemos". Clay apuntó a los presentes, expulsó acto seguido a las mujeres de la sala y explicó a sus rehenes cómo habían conseguido llevar su familia a la ruina. Cinco minutos más tarde, disparó al bulto sin alcanzar a nadie y se descerrajó un tiro en la cabeza.



Hoy los periódicos del estado abren sus portadas con Pere Puig, un albañil de 57 años de Olot que ha asesinado a su antiguo jefe, su hijo y a dos empleados de un banco. El móvil supera cualquier trama de ficción. La constructora para la que trabajaba llevaba cinco meses sin pagarle su sueldo escudándose en la crisis económica. Tras humillarle y llevarle a la ruina, le despidieron en cuanto amenazó con tomar medidas legales. A principios de semana, sus antiguos jefes firmaron un cheque sin fondos para intentar quitárselo de encima y cuando Pere acudió a intentar cobrarlo a su sucursal, la gota colmó el vaso. Cogió su escopeta de caza y se lo hizo pagar. Horas después, declaró a los Mossos d'Esquadra que estaba tranquilo tras haber hecho lo que tenía que hacer. Nada justifica quitar la vida a una persona, pero es innegable que la culpa de este crimen la tiene la avaricia. Habrá quien diga que tuvieron su merecido, pero es más importante darnos cuenta de que esta crisis comienza a tomar tintes dramáticos, de esos que llevan a la gente a armarse contra la frustración.


Suben los impuestos y el paro, bajan las políticas sociales y el acceso al crédito. Y la gente se arruina. Y aparece el crimen, el de los que se toman la justicia por su mano y el de los que engordan su codicia apretando la soga alrededor de nuestros cuellos. Los empleados de France Telecom decidieron suicidarse en masa. Otros han preferido llevarse a unos cuantos por delante antes de caer. Y va siendo hora de que paremos esta oleada de desesperación antes de que se nos vaya de las manos. Ayer ardió de nuevo Atenas. El día anterior, fue Roma. Algún día, ya no podrán frenar la ira que han ido sembrando. Y todos seremos testigos.

Barcelona


Justo antes de que amaneciera, se dejó caer sobre una silla metálica y jugó a abanear sus pies por fuera de la azotea. Sus demonios le acompañaban, bailando a su alrededor y acercándose por turno a susurrarle ideas delirantes al oído. Con los ojos entornados, intentaba ver más allá de las luces de la ciudad. Todavía era noche cerrada y sólo podía escucharse a si mismo, dejándose mecer por el runrún de su propia inercia. Hipnotizado por la mirada de la serpiente, intentó ponerse en pie. No pudo, lo que tampoco le sorprendió demasiado. No siempre necesitamos grandes gestos o verdades absolutas a las que agarrarnos tras un naufragio. Es más fácil flotar, en ese momento empezó a comprenderlo. Alcanzar la superficie, recuperar el aliento, serenarse, adaptarse y seguir avanzando, sin más estridencias ni esfuerzos en vano. Ya no podía ordenar sus ideas, no había mejor o peor, ahora o más tarde. Sólo exceso, como uno de esos torrentes repentinos que se llevan por delante ciénagas y presas. Decidió paladearlo, sentado frente a la urbe desconocida. Disfrutar del caos, de uno cocinado en los propios fogones para servirlo en la rigurosa etiqueta de la madrugada. Abrió los ojos, miró al frente y se dejó abrazar por el sol naciente. Algo se había roto para siempre, pero fue alivio y no el esperado desgarro lo que le recorrió el cuerpo. Reestablecido el flujo natural de los acontecimientos, al fin pudo dormir.

La verdad en tiempos de alarma

Hoy, a la una de la tarde, cumpliremos el cuarto día bajo estado de alarma. Y todavía no sabemos cuándo acabará, aunque ya hay quien prevé que se prolongue no menos de dos meses. Los militares tomaron el control de los aeropuertos, poniendo fin a la sospechosa crisis de ansiedad simultánea de los controladores de vuelo, pero de eso, hablaremos más tarde. Según el gobierno estatal, este estado excepcional sólo afecta a las torres de control de los aeropuertos, pero la sensación, en las calles y en los medios, es distinta. El temporal de lluvia, el caos aéreo y las festividades se han llevado a la gente de la calle. Sin más figurantes en la escena pública, la enorme presencia policial destaca más que nunca. En Madrid, no hay tanques ni barricadas durante este estado de emergencia, sólo controles policiales, agentes con perros y pasamontañas que esgrimen fusiles. ¿Seguirán ahí cuando volváis del puente? Wikileaks sigue goteando filtraciones que desvelan lo que sospechábamos, haciendo visible la codicia e incapacidad de los políticos de todo el mundo. Ahora que ya han detenido a Julian Assange bajo una burda excusa y que se han congelado todas las formas de financiación de la web, debe ser que los gobiernos están preocupados por la reacción ciudadana a lo que pudiera publicarse próximamente.

En España, el cerco policial comenzó por culpa de algo que difícilmente se puede llamar huelga por parte de un colectivo que poco tiene que ver con la mayoría de los trabajadores del estado. Los controladores aéreos, dueños de nóminas envidiables de cinco ceros que duplican las de sus colegas europeos, se negaron a trabajar porque consideran que trabajan demasiadas horas. Pese a tener una productividad muy escasa respecto a sus homólogos extranjeros, reclaman horarios normales cuando están enriqueciéndose a base de cobrar horas extraordinarias. Su protesta no sólo es un cobarde ejemplo de huelga tristemente encubierta por una supuesta epidemia de ansiedad gremial, sino que sirve como munición para aquellos que exigen recortar derechos laborales para seguir engordando. Los controladores, con el niño bonito de los medios, César Cabo, a la cabeza, no son compañeros de lucha de los trabajadores del Metro de Madrid, o del personal de la sanidad pública, o de los jóvenes precarios o los prejubilados. Ellos, como sucedió con los pilotos durante décadas anteriores, son un lobby que hace uso de los derechos de los trabajadores para llenarse los bolsillos. Los afectados, como siempre, somos todos los demás, entre los que hay que contar a uno de los principales sectores de la economía estatal, los hosteleros, que perderán 500 millones de euros más en una temprada desastrosa. Nadie pidió que fuéseis nuestros esclavos, hijos de puta, sólo que cumpláis con vuestro trabajo como tenemos que hacerlo todos.


Los que no faltan nunca a su trabajo son los medios, y no lo digo como halago. Ayer, 7 de diciembre, la plataforma BankRun2010 llamó a los europeos a retirar sus depósitos de los bancos como medida de protesta por su papel en la crisis. La prensa internacional y los políticos, desde los ministros de finanzas de toda Europa al propio Chomsky, no tardaron en afear esta iniciativa, tildándola de anarquista, peligrosa y destinada al fracaso. Cumplieron a rajatabla el guión. Antes del 7, los analistas de la banca privada auguraban cataclismos varios si los ciudadanos retiraban en masa su dinero. Poco después del cierre de las entidades, todos los medios al unísono han afirmado el fracaso de la protesta. Su argumento es que no ha tenido la repercusión esperada, algo que todavía no se sabe con certeza, dada la tendencia de los bancos a mentir en tiempos de crisis; otros optan por mofarse de los conocimientos financieros de Éric Cantona, pero todos ellos anuncian que la propuesta ha sido minúscula dedicándole gran espacio en sus portadas y amplios reportajes en prime time. Su insistencia es la prueba irrefutable del éxito de la protesta. Urge que la audiencia se haga a la idea de que estas iniciativas no son buenas. Para la banca, claro. ¿Quién creeis que son los anunciantes de sus medios?



Vivimos tiempos extraños. La verdad es perseguida, encarcelada o camuflada siguiendo agendas ocultas que tapan lo inexcusable para perpetuar sus beneficios. No quieren que sepamos cómo se organiza el poder, quién posee el dinero o qué derechos nos han sido recortados. No han tenido en cuenta que, una vez vistos los entresijos de su tramoya, ya nadie se cree la película que nos están contando.

El habitual chaparrón de mierda


Es increíble la rapidez con la que se suceden los hechos en los últimos días. Desde que Wikileaks filtró los 250.000 cables diplomáticos a cinco medios internacionales, en despachos y cancillerías la actividad es frenética. Les preocupa que sepamos que se espían entre ellos, que hablan mal de sus aliados a sus espaldas, que cada una de sus embajadas es un hervidero de intereses espúreos y, lo peor de todo, lo fácil que ha resultado robar tal cantidad de información. Qué poco han tardado en iniciar una cortina de humo. La primera excusa es la de siempre, la seguridad. El conocimiento es poder y, en este caso, es poder arrebatado de sus sucias manos. No les gusta que sepamos a quién venden armas o a qué gobiernos sabotean desde la sombra y por eso claman a los cuatro vientos que esta información puede provocar la muerte de sus agentes y, como llegó a afirmar una alicaída Hillary Clinton, filtrar su guerra sucia supone ir en contra de la paz mundial. Que paradoja. La segunda excusa es la del mal jugador de cartas. Dicen en la Casa Blanca y repiten en el resto que todo lo revelado ya se sabía, que nada aporta, pero es mentira. Yo no sabía que el Fiscal General del Estado Español, Cándido Conde Pumpido, era un espía a sueldo de Washington, ni tampoco que lo fuese el fiscal jefe de la Audiencia, Javier Zaragoza. No imaginaba que dos ministros del primer gabinete Zapatero, Miguel Ángel Moratinos y Juan Fernando López Aguilar, utilizaban sus carteras de Exteriores y Justicia para evitar que los jueces de Madrid nunca pudiesen juzgar a los marines americanos que asesinaron a sangre fría a José Couso para acallarle. Colaboracionistas todos, malditos hijos de Petain.



Cuando estas dos malas excusas dejan de funcionar, comienza a trabajar la maquinaria encubridora que aúna a medios de comunicación, gobiernos y servicios secretos. Por eso incriminan a Julian Assange con dos risibles cargos de presunta violación en Suecia. Incluso, algún palurdo político yanki ha llegado a pedir su ejecución. Quieren enmierdar su nombre para que ellos no parezcan tan malvados e incompetentes. Es lo único que saben hacer, y no han aprendido nada desde la Ojranka zarista hasta los cóndores de Henry Kissinger. La amenaza de cárcel no sólo se extiende a Wikileaks, sino también a Le Monde, El País, Der Spiegel, The Guardian y New York Times. Pero así no conseguirán que su problema desaparezca. Esta madrugada, publica The Independent que Scotland Yard tiene localizado a Assange en el sur de Inglaterra. No se atreven a detenerle todavía, porque los abogados de Downing Street no encuentran crimen que imputarle. Ya se les ocurrirá algo. Pero esta vez, la verdad ha salido a la luz antes de que pudieran sedarla, desnudarla y lanzarla al vacío desde un avión militar.

Morte dun vello galeguista


Morreu a pasada semana Francisco Fernández del Riego os noventa e sete anos. Moitos non o coñecerán, aínda dende dentro da nósa terra. Outros lembrarán aquel home afouto de cabelo branco que presidíu a Real Academia Galega xusto despois doutro galeguista histórico da súa xeración, Domingo García-Sabell. Non nacen a cotío homes coma eles na nósa terra, xente coma a do grupo de amigos de Del Riego, que incluía a Rafael Dieste, Luís Seoane ou os tamén lucenses Ánxel Fole ou Ramón Piñeiro. A esa xeración, nada no erial de comezos de século ou na migración, témoslle que agradecer a autonomía da Galiza na Segunda República española, a resistencia cultural dos anos corenta e cincuenta e a meirande producción literatura que o galego ten coñecido. Eles sos, sen se deixar calar polo fascismo e a criminalización do noso povo, crearon institucións, acadaron sona e lexitimidade moral en todo o mundo e conqueriron unha vitoria crucial para todos nós: facer da Galiza unha nación xenuina, tanto na rúa coma no maxín de tódolos galegos. Da conspiración ó pe da lareira, os galegos pasamos a contar cun partido de seu, cunha editorial Galaxia que protexeu a fala da barbarie extranxeira e o esquecemento, unha Real Academia que lle deu novo pulo, e, co devalar do tempo, uns órganos de governo própios.

Os herdeiros da Xeración Nós non eran uns chaíñas. Venceron á diglosia dos vellos tempos e, ata fai pouco tempo, seguiron loitando contra os novos bárbaros e as súas campañas de desprestixio de todo aquilo que sexa nóso. Ata o derradeiro día, Del Riego defendeu o nóso patrimonio da inxuria e o rudo encono dos sipaios, os imbéciles e duros que por non entendernos a nós, prefiren entenderse con Rosa Díez e os secuaces da anti-Galiza. A que nega a herdanza céltiga, a que bota por terra as nósas tradicións, a que cuspe cando fala a nósa língoa e se ofende cando nos escoita cantar Os Pinos. Morreu Manuel Fernández del Riego e a traxedia auténtica é que non hai ninguén que sexa quén de reemplazalo. Mais non desesperedes, que os nosos vellos deixaron sementado o xerme dun povo sen fachenda que pode ter orgullo de seu gracias as xeracións de vellos heroes que agora morren sen que ninguén pareza decatarse.

Au revoir


A menudo, ves que las cosas se tuercen a tu alrededor y no sabes cómo resolverlo. Tus amigos opositan o saltan entre contratos basura. Los jubilados dan varias vueltas al supermercado sumando de cabeza. Los muebles viejos no duran más de una hora en la calle. Los mendigos se mudan de la puerta de los grandes almacenes a la del mercado del barrio. Y cada vez hay más gente con la ropa más gastada en el metro. Nadie tiene un duro en el bolsillo, sólo quejas. El sueldo -o su ausencia-, el crédito, la corrupción, las sicav, las subprime, los tipos de interés, la deuda pública o el rating se han convertido en temas de conversación frecuente. Pero, en el fondo, no sabemos nada. Pocos sabrían explicar porqué se hundió Grecia o lo hace Irlanda o cuál es el motivo de que los especuladores ataquen la economía española. Menos aún podrían aclarar porqué ese tipo de eventos suponen que gane menos dinero, trabaje más años o tenga que pagar más por menos. La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional ofrecen casi 200 millones de euros a los gobiernos de Atenas y Dublín, pero en lugar de facilitar ayudas a los trabajadores o a las empresas, el dinero va directo a los bancos. Esos mismos bancos que te niegan el crédito aunque el Banco Central Europeo suavice los tipos de interés. Los que pidieron ayuda a los gobiernos al principio de todo esto y usaron su -nuestro- dinero en repartirse dividendos. Los mismos bancos que piden el despido libre para fomentar la contratación. ¿Es ese el único camino de salida de esta crisis?


Según Éric Cantona, no lo es. Sí, el mismo Cantona que decía au revoir con las solapas levantadas y atravesaba al mismo diablo de un derechazo. Además de delantero, actor y filántropo, The King ha dado voz al movimiento del 7 de diciembre. Me explico. Todo comenzó en el sector financiero y ahora acaba en nuestro bolsillo. Las siete huelgas generales consecutivas en Francia, la multitudinaria de ayer en Portugal, la conquista de la sede tory en Londres, las piedras contra balas de Atenas, las concentraciones a la puerta del G-20, todo ese heroísmo agónico y necesario con el que aguantas el tipo en el trabajo o de entrevista en entrevista no ha servido para nada. En bankrun2010 lo saben. Los mercados mandan que tu sueldo baje, y vaya que si baja. Ése es su poder y tú no puedes hacer nada. No les has votado, no sabes exactamente quíenes son ni porqué se hacen ricos a tu costa sin acabar en la cárcel, pero ahí están. Los políticos, los jueces, los medios y demás ralea están demasiado ocupados mirando a otra parte para hacer algo al respecto. Por eso, llegó el momento de golpear donde duele. Golpear con sucio dinero. Quitándoselo, claro. No necesariamente a punta de pistola, sino retirándolo de nuestras cuentas al unísono, hasta agotar sus reservas fraccionales. Ese es nuestro poder y ellos no pueden hacer nada. Entonces no hará falta contar manifestantes ni necesitaremos representantes políticos que proclamen lo que todos pensamos. Estará todo dicho. Lo sabremos exactamente por sus caras de asombro. O porque saldrán con tanques a la calle.
Juzgad vosotros mismos y tomad postura ante el cajero el 7 de diciembre.



www.bankrun2010.com

La tercera batalla de Yeongpyeong

En estos momentos, mientras escribo, aviones de guerra surcoreanos despegan de las bases de Seúl e Incheon con destino a la frontera del Mar Amarillo. Hace apenas unas horas, la artillería de Corea del Norte rompió el armisticio que pesa desde 1953 y lanzó cincuenta obuses sobre la isla de Yeongpyeong, matando al menos a cuatro soldados, hiriendo a otros catorce y forzando la evacuación de sus más de mil habitantes civiles. Y digo armisticio porque ambas Coreas nunca pusieron fin a su guerra ni jamás se ha planteado la firma de un tratado de paz. Entre los motivos que explican que la guerra de Corea siga viva sesenta años después de comenzar están las mismas disputas territoriales que ya forzaron otros dos encontronazos entre ambos países, en 1999 y 2002, en los que murieron unos setenta soldados de ambos lados. La diferencia entre las anteriores batallas de Yeongpyeong y ésta de hoy es que es la primera vez que el régimen desquiciado de Pyongyang se atreve a lanzar un ataque sobre suelo sureño. Y que Seúl se atreve a contestarle de la misma manera, con treinta misiles sobre suelo enemigo.


Hasta ahora, el resto de confrontaciones militares entre ambas Coreas tras 1953 habían sido escaramuzas navales, como el hundimiento del patrullero Cheonan en marzo en el que murieron ciento cuatro soldados de Seúl. Aquella vez, Kim Jong-il amenazó con lanzar su poderío nuclear contra el Sur y sus aliados si había represalias. Hoy, pocos días después de que la dinastía pseudocomunista mostrase distraídamente a un científico estadounidense más de mil centrifugadoras para procesar uranio, nadie sabe en qué piensa Corea del Norte o quién ha decidido atacar unilateralmente al vecino del Sur. Al borde de una segunda hambruna y con la sucesión del "Bienamado Líder" a medio encarrilar, no sabemos qué beneficio busca Pyongyang volando por los aires cualquier posibilidad de entendimiento con la otra Corea y con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Dos de ellos, China y EEUU, armaron a ambos ejércitos durante la contienda y lo han seguido haciendo durante décadas, sin preocuparse por resolver el conflicto más largo de la historia, tras la Guerra de los Cien Años.


Corea del Norte subsiste, a pesar de lo que diga su propaganda casposa, porque EEUU no presiona suficientemente a China para que ponga fin a su absurda tiranía y porque Pekín, al igual que pasa con la dictadura birmana, no sabe qué hacer para detener a semejantes aliados. Las dos principales potencias mundiales actuales han permitido que Kim Jong-il atenace a su pueblo, lo mate de hambre, lo envíe a campos de "reeducación" -término espeluznante donde los haya- o directamente a la misma cárcel por la que uno de cada díez norcoreanos ha pasado alguna vez en su vida. Su desidia ha permitido que obtengan la bomba atómica y que ahora nadie sepa si éste es el comienzo de un conflicto nuclear a gran escala o tan sólo otro episodio repetitivo de una Guerra Fría que amenaza con no acabar nunca.


En estos momentos, cae la noche sobre la península coreana. Seúl ha ordenado la evacuación de todos sus ciudadanos residentes en el Norte y sólo reconoce la muerte de uno de sus marines y setenta casas destruídas por el bombardeo. Su presidente, Lee Myung-bak, está reunido con sus ministros para analizar la crisis y, pese a que ha dado orden expresa de evitar cualquier acción que eleve la tensión, ha pedido a Naciones Unidas que condene inmediatamente el ataque. Corea del Norte, mientras tanto, calla como de costumbre, será porque sus medios de comunicación no han encontrado al censor de guardia para comenzar a lanzar noticias de última hora. Mientras tanto, la guerra nuclear pende sobre nuestras cabezas y los medios desprenden un extraño tufillo a años sesenta.

Un día cualquiera, en África


Un día, te despiertas en África, en uno de esos países donde la tierra es rica, la gente vive en la miseria y los militares entran a tiros frecuentemente en el palacio presidencial. Llamémosle Guinea. El gobierno de Conakry ha decretado esta madrugada el estado de emergencia por las revueltas postelectorales. Dicho gobierno, de legitimidad cuestionable, lo dirige como presidente de facto el general Sékouba Konaté, conocido entre las tropas como "El Tigre", y que, a la postre , fue el número dos del anterior dictador, el capitán Moussa Dadis Camara, hasta que el jefe de sus "boinas rojas" paramilitares trató de asesinar a Camara al año escaso de detentar el mando. Camara y El Tigre tomaron el poder la nochebuena de 2008, aprovechando la confusión tras el fallecimiento del expresidente Lansana Conté. El pasado 7 de noviembre, tres millones de guineanos en un país de diez millones de habitantes votaron para elegir al séptimo presidente de la República de Guinea, el primero de ellos que accederá al poder sin empuñar las armas. Tras unos comicios accidentados y un largo recuento, la comisión electoral declaró el lunes pasado la victoria en la segunda vuelta del veterano opositor Alpha Conde con un 52% de apoyos. Su rival, el economista Cellou Dalein Diallo, que fue primer ministro antes del golpe de Nochebuena y que había ganado el apoyo del resto de fuerzas políticas, impugnó los resultados ante el Tribunal Supremo y azuzó a sus seguidores, mayoritariamente de etnia mandinga, a lanzarse a las calles. Los partidarios de Conde, en cambio, son de etnia fula, lo que contribuye a generar tensión entre dos minorías mayoritarias que se reparten el 40% y el 30% de la población, respectivamente.


Tensión política, tensión étnica. Ya es historia vieja. En las calles de los barrios segregados han muerto en tres días una decena de personas y más de doscientas han sido heridas. Las agencias extranjeras aseguran que los motivos responden únicamente al caos político y la brecha social. Ninguno de los dos aspirantes a la presidencia tiene un historial limpio de golpismo o corrupción. Suele suceder, y no sólo en África. En esta historia no hay buenos ni malos, sólo un estado fallido como el somalí o el marfileño. Lo único que de verdad funciona es la maquinaria industrial minera, cuyos accionistas mayoritarios son el propio gobierno de facto de Conakry y varios consorcios extranjeros, como la estadounidense Alcoa, la canadiense Rio Tinto Alcan, la moscovita Rusa, y otras empresas australianas, británicas o suizas. Guinea es, no obstante, el país con mayores reservas mundiales de bauxita, necesaria para fabricar aluminio, además de acumular importantes vetas de diamantes, oro y uranio, al igual que sus vecinos, los también convulsos Sierra Leona y Liberia. Esta madrugada, mientras los opositores se enfrentan en las calles, las empresas extranjeras han declarado que necesitan estabilidad y legalidad para poder rentabilizar sus millonarias inversiones mineras. ¿Están pidiendo disimuladamente otro golpe militar o ya han escogido candidato al que vender armas?


A casi ochomil kilómetros, en Madagascar, militares rebeldes acaudillados por el coronel Charles Andrianasoavina tomaron el aeropuerto de la capital, Antananarivo, y más de mil seguidores, según la agencia Reuters, salieron a las calles a levantar barricadas. El Estado Mayor malgache, que representa a la mayoría militar que apoyó la revuelta popular que llevó al poder al actual presidente, el empresario Andry Rajoelina, reiteró su apoyo al golpe de estado original y amenazó con aplastar a los rebeldes. El motivo de todo esto es el referéndum convocado para ayer mismo por Rajoelina, con treinta y seis años que le convierten el gobernante más joven del mundo, salvo que Kim Jong-un dé la sorpresa un día de estos. El bisoño presidente de facto necesita cambiar la constitución para avalar el golpe militar que le dió el poder y, de paso, borrar el artículo de la carta magna que prohíbe el mandato a los menores de cuarenta años. En estos momentos, el gobierno negocia con los militares disidentes, el sí a la reforma legal gana en una consulta que no superará el 50% de participación y el precio del níquel, principal exportación de la mayor isla del mundo, se encarece un 5%. Los inversores extranjeros, igual que en Guinea, han pedido estabilidad para seguir explotando también el petróleo, el cobalto y el uranio. Revueltas militares y beneficios empresariales.


Del Índico al Mediterráneo, en Libia, el Guía de la Revolución verde, Muammar Gaddafi, media entre conservadores y reformistas de su camarilla para erigirse como árbitro de la contienda. El antiguo enemigo público número uno de Occidente continúa en el poder cuatro décadas después, manteniendo el equilibrio entre el ala dura, que protesta por la liberación de veinte periodistas afines al otro campo, los renovadores que lidera el hijo del dictador, Saif al-Islam. En juego está la sucesión del propio Gaddafi, en la que éste quiere tener mucho que decidir. El estratega de Lockerbie decidió sentar la cabeza hace seis años y comenzar a preparar la herencia que dejará a los libios. Nuevos edificios, hoteles, amplias autopistas e industrias han llegado al país de la mano de energéticas como BP o la italiana ENI, mientras grandes bancos como HSBC o Standard Chartered financian proyectos de infraestructura y gestionan los contratos de la mayor reserva de crudo de África. Turbulencias políticas y materias primas, qué novedad. Uno se despierta un día en Guinea, Madagascar o Libia y no sabe si los inversores extranjeros son pescadores de río revuelto o víctimas de su propia riqueza. Pienso en Ryszard Kapusczinsky y veo la historia de África repetirse una y otra vez en los breves de la sección internacional de la prensa.

Leccións de obxectividade do monarca absoluto


É abraiante canto aprendeu a dictadura marroquina dos seus socios israelíes e estadounidenses en tan pouco tempo. O recurso do victimismo, ise que Rabat mostra cando chama racistas a aquiles que non concordan coas súas manipulacións, sumada á falsa atribución a Al Qaeda aprendida da administración Bush, compoñen o núcleo principal do argumentario alahuita para agochar a opresión ó pobo saharahui e, non convén esquecelo, tamén ó seu propio pobo. "A prensa española é racista, falaz e odiosa", din os servidores da monarquía, e caseque semella un cumplido, vendo o material de intoxicación que publican os meios marroquinos istes días. Case abraia que os lacaios de Mohamed VI non ofrezan traballo ós mesmos xornalistas de ABC, Radio Exterior, El País, Antena 3 e a SER ós que acusan de mentir e prohiben a entrada nos seus dominios.


Entrementas, o governo de Madrid atura o chaparrón de aldraxes cun estoicismo servil e decepcionante, como o dise amigo que che sigue a corrente porque che debe cartos. A ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, recibe con nugalla ós xornalista e activistas rescatados do Sáhara, mentres fai desaparecer da súa chupa de coiro os restos de pegatinas do Frente Polisario que ata fai pouco lucía orgullosa. Semella, coma onte denunciaba El Economista, que hai máis de 1.200 millóns de euros dos fosfatos en xogo e iso é o único que conta.


Ise é o prezo da liberdade de expresión e información dos xornalistas en Marrocos. Ise é o premio ó que aspira España por non denunciar o xenocidio continuado e flagrante do pobo saharahui. Trinta moedas que nin dan quiran a fame nin borrarán o sangue de novos mártires. Seica só se bota man da Lei de Partidos e a Constitución cando os que lamentan pero non condean a barbarie son os independentistas e non os propios ministros. Seica a nosa prensa ceibe ten que aturar os consellos dun estado dictatorial que encobre a súa limpeza étnica. España só é unha democracia cando a Mohamed VI lle peta.

Atenas, París y ahora Londres


La revuelta contra los recortes sociales para paliar la crisis alcanza a otra capital europea. Primero fueron los funcionarios y jubilidados griegos, después los ferroviarios y los trabajadores de las refinerías paralizaron Francia, y ahora, salen a la calle los estudiantes y los profesores del Reino Unido. Las medidas de austeridad del gobierno de coalición conservadora y liberal, esas que tanto gustan a Mariano Rajoy, incluyen tripilicar el precio de las matrículas universitarias. Poco importa que los liberal-demócratas ganaran gran parte del voto joven prometiendo precisamente lo contrario. De este modo, la comunidad estudiantil ha salido a la calle en masa a defender el derecho a una educación para todos, alejada de modelos de negocio que han demostrado generar poco más que paro y subempleo. Concluída la protesta, varios centenares de ellos acudieron al cuartel general londinense del partido tory a dejar claro que no sale gratis convertir la universidad en un lujo elitista. La prensa obtuvo la imagen que buscaba, jóvenes asaltando la sede y dando collejas a los policías. Así, se ahorran explicar porqué protesta Europa mientras los grandes ejecutivos y la banca se reparten el dinero de los rescates financieros estatales. Ellos tienen su imagen sensacionalista para la prensa amarilla, y yo también encontré la foto que buscaba. Banderas anarquistas en la azotea del bastión conservador, justo después de que la policía evacuase al premier Cameron de su despacho. Este año, en Londres, el 5 de Noviembre llegó con retraso, pero llegó. "Remember, remember, the fifth of November..."

A la sombra de dos tiranos

Uno se despierta pensando que vive en una democracia y, al abrir la prensa, es sencillo darse cuenta de que el Estado Español está sometido a los caprichos de sátrapas foráneos. No, hoy no me refiero a los especuladores financieros que dictan las reformas laborales a punta de pistola ni a la Alianza Atlántica bajo cuya bandera combaten el mal nuestros reclutas. Esos mandamases de chicha y nabo no llegan a la suela de los zapatos en lo que a influencia en Moncloa se refiere a dos tunantes que responden al cargo de monarca absoluto. Mohamed VI y Benedicto XVI son los que de verdad cortan el bacalao y no esos incautos de las Cortes. Si no me creen, repasen el pasado fin de semana. Todo comenzó en un avión pagado con nuestro dinero. En su asiento de primera clase, el ayatollah de los católicos clamó contra "el rampante laicismo" que, según él, conducirá a este país a la debacle moral y social. Al bajarse del avión, en plenos fastos multimillonarios -acertaron, pagados con nuestras nóminas- Joseph Ratzinger continuó su monserga ante menos de la mitad de los fieles previstos en la capital de mi país y en la de Cataluña. La pobre afluencia de público no mermó un àpice la verborrea papal, que acusó al gobierno de falta de religiosidad y de apartar a las mujeres de su sacrosanta misión, la de guardar la casa y cuidar a la prole.



Las palabras opresión, odio, vergüenza y persecución salieron de su boca, y no se refería a los miles de pederastas que oculta el Vaticano bajo palio. Benedicto XVI tiene autoridad para hablar de persecución, como voluntario de las SS y antiguo cardinale in capo de la Santa Inquisición. Como monarca absoluto que es del reino de los cielos -que en la práctica son cuatro calles de Roma- a Benedicto le choca que aquí dejemos que los ateos campen a sus anchas y las mujeres vayan en pantalones a su trabajo. Su nostalgia es para la que fue reserva espirutal de Europa y su odio para la democracia que el papado ayudó a derrocar. Y ante tal diatriba machista y rancia, el famoso ejecutivo de la paridad, la igualdad y las bodas gays no supo hacer nada mejor que musitar reproches velados. Lo mismo que cuando se les piden explicaciones de cuánto dinero de nuestras arcas engrosa las jugosas cuentas vaticanas en Suiza. Por mucho que se diga, el Papa sólo viene a reclamar lo que es suyo, lo que todos nuestros gobiernos le han otorgado siempre, la cartera, la otra mejilla y, si te descuidas, un pellizco en las nalgas.



Pero el poder de achantar seudoprogres con cargo del papa teutón no es nada comparado con el de nuestro primo, el autócrata del otro lado del Estrecho. Poco después de que Ratzinger abandonase el país, Mohamed VI ordenó a sus ejércitos que arrasasen el campamento de protesta saharahui de Gdem Izik. De las 26.000 personas que allí se encontraban, 11 fueron asesinadas a tiros, 159 desaparecieron en los calabozos y más de 700 fueron heridas. Uno de los fallecidos, del que se llegó a decir que era un narcotraficante ligado al terrorismo, era sólo un niño de 14 años. No contento con eso, armó a los colonos alahuitas para que arrasasen los barrios de mayoría saharahui de la capital, El Aaiún, mientras sus medios silenciaban la verdad vergonzosamente, como Le Matin en Casablanca, o inventaban un mundo paralelo en el que reinaba la calma y las loas al monarca, como Aujourd'hi Le Maroc. Todo ello intercalado con hipócritas llamadas a la solidaridad con la intifada palestina. Es de entender que la prensa de un régimen torpemente camuflado como parlamentario sirva a los intereses de su dueño y señor, incluso que los servicios secretos de Rabat torpedeen los únicos medios saharahuis libres en su exilio en los campamentos de refugiados de Tinduf. Sin embargo, el servilismo más ruín e inexplicable viene de mucho más cerca.



El diario El Mundo hablaba ayer de intifada saharahui y no de masacre marroquí y, en la otra acera, El País inventaba nuevos niveles de neutralidad para editorializar sin mojarse. Esa técnica de los chicos de Prisa, que luego no sirve para que a sus reporteros se les permita entrar al Sáhara, la han aprendido bien de sus amigos de Ferraz. La ministra Trini, la de la chupa de cuero y el compromiso con el diálogo internacional, cayó muy bajo asegurando que España no tenía nada que decir sobre un asunto interno de un vecino y aliado. El mismísimo jefe del Ejecutivo tampoco tuvo reparo en señalar que Marruecos no estaba violando los derechos humanos, distraído como está pensando en saborear las mieles de la fama en la cumbre del G20 de mañana. Quizás sea porque el gobierno sabía con cinco días de antelación que Marruecos iba a borrar del mapa la protesta independentista, como hoy se puede leer en la prensa.


Quizás porque, siempre que se trata del reino alahuita, los políticos españoles callan y agachan miserablemente la cabeza. ¿Qué le debe el estado español a Rabat? ¿Qué influencia internacional tiene ese narcoestado para decidir nuestra política exterior? La política racista y totalitaria que se reprocha a Irán, tiene pábulo en las entrañas de Moncloa y también del Elíseo parisino. Algunos apuntan a la vieja amistad que une a los reyes marroquíes con EEUU, otros señalan al papel de barrera ante la inmigración y aún hay quien recuerda su poder sobre caladeros de pesca que alimentan a toda la Península. Nada de ello justifica envainarse los derechos humanos y el respeto a la vida. Por menos que eso se bombardeó a Libia, se asfixió a Serbia e invadieron Irak. Será que esta vieja España, a fuerza de alimentar reyes y caciques, le ha cogido el gusto a ser el escudero de los tiranos.

propagando la acción

El anarquismo vuelve a las portadas de los periódicos. Y no es gracias a esa abominación política que en EEUU llaman libertarianismo. El trasfondo político del movimiento ultra Tea Party es este remedo de ideología basado en tres pilares: nada de impuestos, nada de ayudas sociales y todo por y para el mercado. Si añadimos un quintal de ignorancia y una buena dosis de pacatería puritana, tendremos lo que hoy entiende el Tío Sam por anarquista. Pero de las liberalidades de Sarah Palin o Esperanza Aguirre a la acracia libertaria de Proudhom, Bakunin o Malatesta hay mucho trecho. 


Hace sólo unos días, la CNT cumplía cien años. Tras dos décadas aquejada de escisionismo y diletancia, el sindicato obrero más antiguo de la península volvió a cobrar relevancia hace relativamente poco. Durante las protestas por los ajustes draconianos contra los derechos sociales y laborales por parte de un gobierno supuestamente progresista, los escasos pero irreductibles ácratas de la bandera roja y negra organizaron comités, prepararon movilizaciones y generaron debate como si los años no hubiesen pasado por ellos. A su lado, visiblemente avergonzados por su evidente servilismo, los sindicatos oficiales palidecían, con sus huelguitas de salón cuando ya todo estaba más que atado. CCOO y UGT, con sus varios millones de afiliados, temblaban ante la perspectiva de montar una pequeña algarada a un ejecutivo supuestamente amigo, mientras que los poco más de mil anarcas del Metro de Madrid, de Correos y de la Sanidad consiguieron llevar la protesta en la calle y acallar la sibilina crítica antisindical que alimentan tanto la ultraderecha corporativa como la izquierda domesticada con subvenciones. Sólo lo llaman huelga salvaje porque, por primera vez en mucho tiempo, no fueron capaces de manipularlos.

 
Eso es anarquismo, aunque habrá quien prefiera las cartas bomba que envían desde el irredento barrio de Exarhia los sin-amo de Atenas. Van ya catorce misivas fulgurantes, dirigidas a lo más granado del Occidente en crisis. Angela Merkel, Sarkozy, Berlusconi, la Europol y media docena de embajadas culpables conocen ya el talento de estos artificieros helenos, hijos predilectos de Carlos Marighella y Nikos Maziotis. Se equivocan al escupir pólvora a los mercaderes de odio pero ¿qué otra cosa se puede hacer ante el pistolerismo empresarial al estilo de la Semana Trágica? Últimamente, a la policía le gustan los jovencitos, como el griego Alexis Grigoropoulos o el saharahui Nayem Elgarhi. Demasiadas veces se empeña el poder en demostrarnos que nunca será nuestro y que quienes si pueden llamarlo suyo sólo saben usarlo en nuestro detrimento. No queda sino batirse, sea a la griega o al viejo estilo alemán de la Spaßguerrilla. Ellos ladran, censurando revistas que rompen el monolítico recibimiento al Papa, espiando periodistas incómodos y disparando risible propaganda regia propia de una monarquía garbancera. A nosotros, no nos queda otra que seguir esquivando balas al aire.


Se suele decir, desde derecha e izquierda, que el anarquismo no funcionó por su naturaleza utópica. No se menciona la opresión sistemática, la traición estalinista y el velo tendido sobre autónomos, situacionistas y operaístas. Aquellos que aspiran a alimentarse de la política no quieren saber nada de la acracia y por eso nada se supo de ellos durante la transición. Silenciados, criminalizados e infiltrados por fascistas, hasta reducirlos de nuevo a la trastienda de una librería, al almacén de un taller, al doble fondo de un cajón. Ahora, cuando las cosas vuelven a torcerse como antaño, las pancartas y pegatinas funden a negro. Negro luto por las víctimas diarias, negra bandera de los que tomarán lo que merecen sin pedir permiso a nadie. Si el mercado lo hace a diario, ¿quién tiene la autoridad moral de negárnoslo?

Envidia gala


La economía, la composición de los gabinetes de gobierno, la prensa y los ecos de la calle nos confirman casi a diario que vivimos en tiempos de hegemonía política conservadora. Ellos, en un giro entre kafkiano y goebbeliano, prefieren llamarse a sí mismos liberales. Decía Galeano, en un aforismo que casi suena a tópico, que en los malos tiempos, los liberales se vuelven reaccionarios y los reaccionarios, fascistas. Pues bien, llegó su sonora crisis a los mercados, las empresas, la cola del paro y hasta la cola del pan. Y unido al fantasma del hambre y el caos, vino a instalarse en nuestras vidas la tan conservadora desconfianza, colaboradora necesaria de todos los males del mundo. El empresario desconfía del funcionario, el funcionario del sindicalista, el sindicalista del parado, el parado del extranjero, el extranjero del policía, el policía del civil y el ciudadano ya no se fía ni del panadero cuando le da las vueltas. Y es entonces cuando uno se da cuenta de que lo han conseguido. 


Martilleándonos con esa crisis que nadie parece haber causado pero de la que unos pocos se lucran, han conseguido convencernos de que los buenos tiempos acabaron y ahora toca sudar para que otros holguen. Si nos guiáramos por el tono pesimista de tertulias mediáticas, declaraciones públicas y debates de bar, cualquiera podría decir que vivimos una nueva posguerra en la que son afortunados aquellos que tienen trabajo, aunque eso signifique en la práctica poco más que una limosna bien sudada. Nos obligan olvido, al odio, a la desesperanza y al egoísmo cavernícola que encierra un "sálvese quien pueda". En nuestras calles, lo han conseguido, pero ¿y en Francia?


Mientras el resto del mundo maldice por lo bajo los recortes sociales y subidas de impuestos que ponen en marcha los gobiernos, en Francia los trabajadores han conseguido en unos pocos días ahogar al Elíseo. Las refinerías, cerradas; los suministros de gas y petróleo, bloqueados; las escuelas y universidades se dan en las calles y los funcionarios han decidido reinterpretar cuál es su función pública. Todos ellos salen a la calle en una de las múltiples huelgas generales que ya ha visto el Hexágono en pocos meses. Seis, que el jueves serán siete y el primer sábado del mes que viene, ocho. 


Calles repletas de jóvenes y mayores, trabajadores y funcionarios, parados e inmigrantes han demostrado como parar los pies al abuso financiero. Mientras en el estado español los sindicatos convocaron una protesta inútil dos semanas después de aprobados los recortes, los ciudadanos franceses han decidido ponerle las cosas realmente difíciles al soberbio Sarkozy. Si él continúa con sus intenciones antisociales, seguirán las huelgas. 

 
Tras años fomentando internacionalmente las desigualdades sociales, ahora los dueños del cotarro han decidido que ya es el momento de exigirnos el retorno a la vida feudal. "Hay que trabajar más por menos dinero", dijo ese que es jefe de empresarios y ya ha quebrado tres compañías llevándose la caja al bolsillo. Es hora de salir a la calle y contestar a la francesa a la corte de listos, descuideros, aprovechados y usureros que decide tanto en nuestras vidas. Como ya ocurrió antaño con la guillotina, una vez más Francia nos enseña como poner un fin apropiado a régimenes intolerables.

Avance informativo


Son las 9 de la mañana. Un tifón de categoría 5 acaba de tomar tierra en Filipinas. El gobierno ata los últimos cabos de los presupuestos del estado más antisociales desde la Revolución Rusa. En EEUU, desazón en el Pentágono por los más de 400.000 archivos secretos sobre la invasión de Irak que WikiLeaks se dispone a publicar en pocas horas. Ya hay más de 500 muertos por las riadas en Vietnam. Antena 3 rueda en Chile un telefilm sobre los 33 mineros rescatados, menos de una semana después de su rescate y antes de que ellos y cientos de sus compañeros hayan recibido la mínima muestra de un finiquito. La tregua vuelve a saltar a golpe de rifle contra misil en Palestina. En Francia, Sarkozy prefiere obviar en su democracia de cartón el rechazo de los ciudadanos a sus recortes sociales y amenaza con usar la fuerza contra los huelguistas de las refinerías. Al este, la canciller Merkel proclama el fracaso de la sociedad multicultural, mientras que el 60% de sus compatriotas pide limitar la libertad de los musulmanes en su país. Y, para colmo, ayer empezó la edición número doce de Gran Hermano. Son las 9 de la mañana y el mundo ha madrugado para continuar yéndose a la mierda.

barrera arquitectónica


Me desperté como antaño, peleándome con uno de mis demonios familiares. Aterricé sin frenos, de la pesadilla surreal al crudo realismo de una mañana de domingo, precedida como no podía ser de otra manera por la consabida noche plagada de lagunas y charcos. Esa es la geografía de muchas mañanas de fin de semana, alumbradas por sueños delirantes, que sirven de campo abonado para reflexiones sin contexto ni filtro. Vamos con una. El otro día, vagando por las callejuelas que nacen en Tirso de Molina y van a morir a mi barrio, topé con un muro. Vaya cosa, pensaréis, el mundo está lleno de ellos. Belfast, Cisjordania, Larnaca y Berlín son prueba de ello. Pero éste era diferente. La calle, no recuerdo exactamente cuál, discurría cuesta abajo, estrechándose varios metros hasta alcanzar, sin previo aviso, una fila de ladrillos levantada sobre el adoquinado. Apoyándose en los edificios, la calle ha sido tapiada y, al intentar rodear su trazado para descubrir el lado opuesto de la imagen, no hay nada. Las vías confluyen de tal manera que, tapiando una sóla de ellas, las demás se cierran sobre sí mismas en un laberinto urbano al que falta encontrar algún sentido. El contraste del ladrillo y el cemento fresco sobre el adoquinado histórico dibujó para mí un paisaje de desasosiego. En mi mente, aquella mañana y ésta, retumba una idea opresiva. Alguien, por algún motivo inexplicable, ha empezado a borrar lugares del mapa. Del mismo modo, al cegar la calle, ésta ya no lleva a ninguna parte. Como los mandamientos del Gran Hermano, el muro obliga a negar lo evidente pese a casi al alcance de la mano. Casi, pero no. Enmudecen un pensamiento, prohíben una idea, vacían una palabra de su contenido. Empiezan levantando nuevas barreras. Una día cualquiera, puedes despertarte dentro del muro y, al mismo tiempo, fuera del mapa. Por eso, bajo mi almohada, martillo y piqueta ahuyentan las pesadillas ebrias del domingo por la mañana.


M.I.A, Born Free from ROMAIN-GAVRAS on Vimeo.

Mirada oblicua


Entornando la vista, buscó un ángulo nuevo en el que apostarse a ver venir la vida. Al cabo del tiempo, nada se parecía ya a sí mismo. El espacio ignoto emplazado en el escenario que ocupa lo cotidiano, disfrazándolo con luz nueva, descorriendo el velo para mirar de frente el punto de no retorno. Y decidió quedarse allí. Ojos nuevos descubren un territorio desconocido que se abre a simple vista y, desde su lado del espejo, tambien nos observa.


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