Au revoir


A menudo, ves que las cosas se tuercen a tu alrededor y no sabes cómo resolverlo. Tus amigos opositan o saltan entre contratos basura. Los jubilados dan varias vueltas al supermercado sumando de cabeza. Los muebles viejos no duran más de una hora en la calle. Los mendigos se mudan de la puerta de los grandes almacenes a la del mercado del barrio. Y cada vez hay más gente con la ropa más gastada en el metro. Nadie tiene un duro en el bolsillo, sólo quejas. El sueldo -o su ausencia-, el crédito, la corrupción, las sicav, las subprime, los tipos de interés, la deuda pública o el rating se han convertido en temas de conversación frecuente. Pero, en el fondo, no sabemos nada. Pocos sabrían explicar porqué se hundió Grecia o lo hace Irlanda o cuál es el motivo de que los especuladores ataquen la economía española. Menos aún podrían aclarar porqué ese tipo de eventos suponen que gane menos dinero, trabaje más años o tenga que pagar más por menos. La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional ofrecen casi 200 millones de euros a los gobiernos de Atenas y Dublín, pero en lugar de facilitar ayudas a los trabajadores o a las empresas, el dinero va directo a los bancos. Esos mismos bancos que te niegan el crédito aunque el Banco Central Europeo suavice los tipos de interés. Los que pidieron ayuda a los gobiernos al principio de todo esto y usaron su -nuestro- dinero en repartirse dividendos. Los mismos bancos que piden el despido libre para fomentar la contratación. ¿Es ese el único camino de salida de esta crisis?


Según Éric Cantona, no lo es. Sí, el mismo Cantona que decía au revoir con las solapas levantadas y atravesaba al mismo diablo de un derechazo. Además de delantero, actor y filántropo, The King ha dado voz al movimiento del 7 de diciembre. Me explico. Todo comenzó en el sector financiero y ahora acaba en nuestro bolsillo. Las siete huelgas generales consecutivas en Francia, la multitudinaria de ayer en Portugal, la conquista de la sede tory en Londres, las piedras contra balas de Atenas, las concentraciones a la puerta del G-20, todo ese heroísmo agónico y necesario con el que aguantas el tipo en el trabajo o de entrevista en entrevista no ha servido para nada. En bankrun2010 lo saben. Los mercados mandan que tu sueldo baje, y vaya que si baja. Ése es su poder y tú no puedes hacer nada. No les has votado, no sabes exactamente quíenes son ni porqué se hacen ricos a tu costa sin acabar en la cárcel, pero ahí están. Los políticos, los jueces, los medios y demás ralea están demasiado ocupados mirando a otra parte para hacer algo al respecto. Por eso, llegó el momento de golpear donde duele. Golpear con sucio dinero. Quitándoselo, claro. No necesariamente a punta de pistola, sino retirándolo de nuestras cuentas al unísono, hasta agotar sus reservas fraccionales. Ese es nuestro poder y ellos no pueden hacer nada. Entonces no hará falta contar manifestantes ni necesitaremos representantes políticos que proclamen lo que todos pensamos. Estará todo dicho. Lo sabremos exactamente por sus caras de asombro. O porque saldrán con tanques a la calle.
Juzgad vosotros mismos y tomad postura ante el cajero el 7 de diciembre.



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La tercera batalla de Yeongpyeong

En estos momentos, mientras escribo, aviones de guerra surcoreanos despegan de las bases de Seúl e Incheon con destino a la frontera del Mar Amarillo. Hace apenas unas horas, la artillería de Corea del Norte rompió el armisticio que pesa desde 1953 y lanzó cincuenta obuses sobre la isla de Yeongpyeong, matando al menos a cuatro soldados, hiriendo a otros catorce y forzando la evacuación de sus más de mil habitantes civiles. Y digo armisticio porque ambas Coreas nunca pusieron fin a su guerra ni jamás se ha planteado la firma de un tratado de paz. Entre los motivos que explican que la guerra de Corea siga viva sesenta años después de comenzar están las mismas disputas territoriales que ya forzaron otros dos encontronazos entre ambos países, en 1999 y 2002, en los que murieron unos setenta soldados de ambos lados. La diferencia entre las anteriores batallas de Yeongpyeong y ésta de hoy es que es la primera vez que el régimen desquiciado de Pyongyang se atreve a lanzar un ataque sobre suelo sureño. Y que Seúl se atreve a contestarle de la misma manera, con treinta misiles sobre suelo enemigo.


Hasta ahora, el resto de confrontaciones militares entre ambas Coreas tras 1953 habían sido escaramuzas navales, como el hundimiento del patrullero Cheonan en marzo en el que murieron ciento cuatro soldados de Seúl. Aquella vez, Kim Jong-il amenazó con lanzar su poderío nuclear contra el Sur y sus aliados si había represalias. Hoy, pocos días después de que la dinastía pseudocomunista mostrase distraídamente a un científico estadounidense más de mil centrifugadoras para procesar uranio, nadie sabe en qué piensa Corea del Norte o quién ha decidido atacar unilateralmente al vecino del Sur. Al borde de una segunda hambruna y con la sucesión del "Bienamado Líder" a medio encarrilar, no sabemos qué beneficio busca Pyongyang volando por los aires cualquier posibilidad de entendimiento con la otra Corea y con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Dos de ellos, China y EEUU, armaron a ambos ejércitos durante la contienda y lo han seguido haciendo durante décadas, sin preocuparse por resolver el conflicto más largo de la historia, tras la Guerra de los Cien Años.


Corea del Norte subsiste, a pesar de lo que diga su propaganda casposa, porque EEUU no presiona suficientemente a China para que ponga fin a su absurda tiranía y porque Pekín, al igual que pasa con la dictadura birmana, no sabe qué hacer para detener a semejantes aliados. Las dos principales potencias mundiales actuales han permitido que Kim Jong-il atenace a su pueblo, lo mate de hambre, lo envíe a campos de "reeducación" -término espeluznante donde los haya- o directamente a la misma cárcel por la que uno de cada díez norcoreanos ha pasado alguna vez en su vida. Su desidia ha permitido que obtengan la bomba atómica y que ahora nadie sepa si éste es el comienzo de un conflicto nuclear a gran escala o tan sólo otro episodio repetitivo de una Guerra Fría que amenaza con no acabar nunca.


En estos momentos, cae la noche sobre la península coreana. Seúl ha ordenado la evacuación de todos sus ciudadanos residentes en el Norte y sólo reconoce la muerte de uno de sus marines y setenta casas destruídas por el bombardeo. Su presidente, Lee Myung-bak, está reunido con sus ministros para analizar la crisis y, pese a que ha dado orden expresa de evitar cualquier acción que eleve la tensión, ha pedido a Naciones Unidas que condene inmediatamente el ataque. Corea del Norte, mientras tanto, calla como de costumbre, será porque sus medios de comunicación no han encontrado al censor de guardia para comenzar a lanzar noticias de última hora. Mientras tanto, la guerra nuclear pende sobre nuestras cabezas y los medios desprenden un extraño tufillo a años sesenta.

Un día cualquiera, en África


Un día, te despiertas en África, en uno de esos países donde la tierra es rica, la gente vive en la miseria y los militares entran a tiros frecuentemente en el palacio presidencial. Llamémosle Guinea. El gobierno de Conakry ha decretado esta madrugada el estado de emergencia por las revueltas postelectorales. Dicho gobierno, de legitimidad cuestionable, lo dirige como presidente de facto el general Sékouba Konaté, conocido entre las tropas como "El Tigre", y que, a la postre , fue el número dos del anterior dictador, el capitán Moussa Dadis Camara, hasta que el jefe de sus "boinas rojas" paramilitares trató de asesinar a Camara al año escaso de detentar el mando. Camara y El Tigre tomaron el poder la nochebuena de 2008, aprovechando la confusión tras el fallecimiento del expresidente Lansana Conté. El pasado 7 de noviembre, tres millones de guineanos en un país de diez millones de habitantes votaron para elegir al séptimo presidente de la República de Guinea, el primero de ellos que accederá al poder sin empuñar las armas. Tras unos comicios accidentados y un largo recuento, la comisión electoral declaró el lunes pasado la victoria en la segunda vuelta del veterano opositor Alpha Conde con un 52% de apoyos. Su rival, el economista Cellou Dalein Diallo, que fue primer ministro antes del golpe de Nochebuena y que había ganado el apoyo del resto de fuerzas políticas, impugnó los resultados ante el Tribunal Supremo y azuzó a sus seguidores, mayoritariamente de etnia mandinga, a lanzarse a las calles. Los partidarios de Conde, en cambio, son de etnia fula, lo que contribuye a generar tensión entre dos minorías mayoritarias que se reparten el 40% y el 30% de la población, respectivamente.


Tensión política, tensión étnica. Ya es historia vieja. En las calles de los barrios segregados han muerto en tres días una decena de personas y más de doscientas han sido heridas. Las agencias extranjeras aseguran que los motivos responden únicamente al caos político y la brecha social. Ninguno de los dos aspirantes a la presidencia tiene un historial limpio de golpismo o corrupción. Suele suceder, y no sólo en África. En esta historia no hay buenos ni malos, sólo un estado fallido como el somalí o el marfileño. Lo único que de verdad funciona es la maquinaria industrial minera, cuyos accionistas mayoritarios son el propio gobierno de facto de Conakry y varios consorcios extranjeros, como la estadounidense Alcoa, la canadiense Rio Tinto Alcan, la moscovita Rusa, y otras empresas australianas, británicas o suizas. Guinea es, no obstante, el país con mayores reservas mundiales de bauxita, necesaria para fabricar aluminio, además de acumular importantes vetas de diamantes, oro y uranio, al igual que sus vecinos, los también convulsos Sierra Leona y Liberia. Esta madrugada, mientras los opositores se enfrentan en las calles, las empresas extranjeras han declarado que necesitan estabilidad y legalidad para poder rentabilizar sus millonarias inversiones mineras. ¿Están pidiendo disimuladamente otro golpe militar o ya han escogido candidato al que vender armas?


A casi ochomil kilómetros, en Madagascar, militares rebeldes acaudillados por el coronel Charles Andrianasoavina tomaron el aeropuerto de la capital, Antananarivo, y más de mil seguidores, según la agencia Reuters, salieron a las calles a levantar barricadas. El Estado Mayor malgache, que representa a la mayoría militar que apoyó la revuelta popular que llevó al poder al actual presidente, el empresario Andry Rajoelina, reiteró su apoyo al golpe de estado original y amenazó con aplastar a los rebeldes. El motivo de todo esto es el referéndum convocado para ayer mismo por Rajoelina, con treinta y seis años que le convierten el gobernante más joven del mundo, salvo que Kim Jong-un dé la sorpresa un día de estos. El bisoño presidente de facto necesita cambiar la constitución para avalar el golpe militar que le dió el poder y, de paso, borrar el artículo de la carta magna que prohíbe el mandato a los menores de cuarenta años. En estos momentos, el gobierno negocia con los militares disidentes, el sí a la reforma legal gana en una consulta que no superará el 50% de participación y el precio del níquel, principal exportación de la mayor isla del mundo, se encarece un 5%. Los inversores extranjeros, igual que en Guinea, han pedido estabilidad para seguir explotando también el petróleo, el cobalto y el uranio. Revueltas militares y beneficios empresariales.


Del Índico al Mediterráneo, en Libia, el Guía de la Revolución verde, Muammar Gaddafi, media entre conservadores y reformistas de su camarilla para erigirse como árbitro de la contienda. El antiguo enemigo público número uno de Occidente continúa en el poder cuatro décadas después, manteniendo el equilibrio entre el ala dura, que protesta por la liberación de veinte periodistas afines al otro campo, los renovadores que lidera el hijo del dictador, Saif al-Islam. En juego está la sucesión del propio Gaddafi, en la que éste quiere tener mucho que decidir. El estratega de Lockerbie decidió sentar la cabeza hace seis años y comenzar a preparar la herencia que dejará a los libios. Nuevos edificios, hoteles, amplias autopistas e industrias han llegado al país de la mano de energéticas como BP o la italiana ENI, mientras grandes bancos como HSBC o Standard Chartered financian proyectos de infraestructura y gestionan los contratos de la mayor reserva de crudo de África. Turbulencias políticas y materias primas, qué novedad. Uno se despierta un día en Guinea, Madagascar o Libia y no sabe si los inversores extranjeros son pescadores de río revuelto o víctimas de su propia riqueza. Pienso en Ryszard Kapusczinsky y veo la historia de África repetirse una y otra vez en los breves de la sección internacional de la prensa.

Leccións de obxectividade do monarca absoluto


É abraiante canto aprendeu a dictadura marroquina dos seus socios israelíes e estadounidenses en tan pouco tempo. O recurso do victimismo, ise que Rabat mostra cando chama racistas a aquiles que non concordan coas súas manipulacións, sumada á falsa atribución a Al Qaeda aprendida da administración Bush, compoñen o núcleo principal do argumentario alahuita para agochar a opresión ó pobo saharahui e, non convén esquecelo, tamén ó seu propio pobo. "A prensa española é racista, falaz e odiosa", din os servidores da monarquía, e caseque semella un cumplido, vendo o material de intoxicación que publican os meios marroquinos istes días. Case abraia que os lacaios de Mohamed VI non ofrezan traballo ós mesmos xornalistas de ABC, Radio Exterior, El País, Antena 3 e a SER ós que acusan de mentir e prohiben a entrada nos seus dominios.


Entrementas, o governo de Madrid atura o chaparrón de aldraxes cun estoicismo servil e decepcionante, como o dise amigo que che sigue a corrente porque che debe cartos. A ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, recibe con nugalla ós xornalista e activistas rescatados do Sáhara, mentres fai desaparecer da súa chupa de coiro os restos de pegatinas do Frente Polisario que ata fai pouco lucía orgullosa. Semella, coma onte denunciaba El Economista, que hai máis de 1.200 millóns de euros dos fosfatos en xogo e iso é o único que conta.


Ise é o prezo da liberdade de expresión e información dos xornalistas en Marrocos. Ise é o premio ó que aspira España por non denunciar o xenocidio continuado e flagrante do pobo saharahui. Trinta moedas que nin dan quiran a fame nin borrarán o sangue de novos mártires. Seica só se bota man da Lei de Partidos e a Constitución cando os que lamentan pero non condean a barbarie son os independentistas e non os propios ministros. Seica a nosa prensa ceibe ten que aturar os consellos dun estado dictatorial que encobre a súa limpeza étnica. España só é unha democracia cando a Mohamed VI lle peta.

Atenas, París y ahora Londres


La revuelta contra los recortes sociales para paliar la crisis alcanza a otra capital europea. Primero fueron los funcionarios y jubilidados griegos, después los ferroviarios y los trabajadores de las refinerías paralizaron Francia, y ahora, salen a la calle los estudiantes y los profesores del Reino Unido. Las medidas de austeridad del gobierno de coalición conservadora y liberal, esas que tanto gustan a Mariano Rajoy, incluyen tripilicar el precio de las matrículas universitarias. Poco importa que los liberal-demócratas ganaran gran parte del voto joven prometiendo precisamente lo contrario. De este modo, la comunidad estudiantil ha salido a la calle en masa a defender el derecho a una educación para todos, alejada de modelos de negocio que han demostrado generar poco más que paro y subempleo. Concluída la protesta, varios centenares de ellos acudieron al cuartel general londinense del partido tory a dejar claro que no sale gratis convertir la universidad en un lujo elitista. La prensa obtuvo la imagen que buscaba, jóvenes asaltando la sede y dando collejas a los policías. Así, se ahorran explicar porqué protesta Europa mientras los grandes ejecutivos y la banca se reparten el dinero de los rescates financieros estatales. Ellos tienen su imagen sensacionalista para la prensa amarilla, y yo también encontré la foto que buscaba. Banderas anarquistas en la azotea del bastión conservador, justo después de que la policía evacuase al premier Cameron de su despacho. Este año, en Londres, el 5 de Noviembre llegó con retraso, pero llegó. "Remember, remember, the fifth of November..."

A la sombra de dos tiranos

Uno se despierta pensando que vive en una democracia y, al abrir la prensa, es sencillo darse cuenta de que el Estado Español está sometido a los caprichos de sátrapas foráneos. No, hoy no me refiero a los especuladores financieros que dictan las reformas laborales a punta de pistola ni a la Alianza Atlántica bajo cuya bandera combaten el mal nuestros reclutas. Esos mandamases de chicha y nabo no llegan a la suela de los zapatos en lo que a influencia en Moncloa se refiere a dos tunantes que responden al cargo de monarca absoluto. Mohamed VI y Benedicto XVI son los que de verdad cortan el bacalao y no esos incautos de las Cortes. Si no me creen, repasen el pasado fin de semana. Todo comenzó en un avión pagado con nuestro dinero. En su asiento de primera clase, el ayatollah de los católicos clamó contra "el rampante laicismo" que, según él, conducirá a este país a la debacle moral y social. Al bajarse del avión, en plenos fastos multimillonarios -acertaron, pagados con nuestras nóminas- Joseph Ratzinger continuó su monserga ante menos de la mitad de los fieles previstos en la capital de mi país y en la de Cataluña. La pobre afluencia de público no mermó un àpice la verborrea papal, que acusó al gobierno de falta de religiosidad y de apartar a las mujeres de su sacrosanta misión, la de guardar la casa y cuidar a la prole.



Las palabras opresión, odio, vergüenza y persecución salieron de su boca, y no se refería a los miles de pederastas que oculta el Vaticano bajo palio. Benedicto XVI tiene autoridad para hablar de persecución, como voluntario de las SS y antiguo cardinale in capo de la Santa Inquisición. Como monarca absoluto que es del reino de los cielos -que en la práctica son cuatro calles de Roma- a Benedicto le choca que aquí dejemos que los ateos campen a sus anchas y las mujeres vayan en pantalones a su trabajo. Su nostalgia es para la que fue reserva espirutal de Europa y su odio para la democracia que el papado ayudó a derrocar. Y ante tal diatriba machista y rancia, el famoso ejecutivo de la paridad, la igualdad y las bodas gays no supo hacer nada mejor que musitar reproches velados. Lo mismo que cuando se les piden explicaciones de cuánto dinero de nuestras arcas engrosa las jugosas cuentas vaticanas en Suiza. Por mucho que se diga, el Papa sólo viene a reclamar lo que es suyo, lo que todos nuestros gobiernos le han otorgado siempre, la cartera, la otra mejilla y, si te descuidas, un pellizco en las nalgas.



Pero el poder de achantar seudoprogres con cargo del papa teutón no es nada comparado con el de nuestro primo, el autócrata del otro lado del Estrecho. Poco después de que Ratzinger abandonase el país, Mohamed VI ordenó a sus ejércitos que arrasasen el campamento de protesta saharahui de Gdem Izik. De las 26.000 personas que allí se encontraban, 11 fueron asesinadas a tiros, 159 desaparecieron en los calabozos y más de 700 fueron heridas. Uno de los fallecidos, del que se llegó a decir que era un narcotraficante ligado al terrorismo, era sólo un niño de 14 años. No contento con eso, armó a los colonos alahuitas para que arrasasen los barrios de mayoría saharahui de la capital, El Aaiún, mientras sus medios silenciaban la verdad vergonzosamente, como Le Matin en Casablanca, o inventaban un mundo paralelo en el que reinaba la calma y las loas al monarca, como Aujourd'hi Le Maroc. Todo ello intercalado con hipócritas llamadas a la solidaridad con la intifada palestina. Es de entender que la prensa de un régimen torpemente camuflado como parlamentario sirva a los intereses de su dueño y señor, incluso que los servicios secretos de Rabat torpedeen los únicos medios saharahuis libres en su exilio en los campamentos de refugiados de Tinduf. Sin embargo, el servilismo más ruín e inexplicable viene de mucho más cerca.



El diario El Mundo hablaba ayer de intifada saharahui y no de masacre marroquí y, en la otra acera, El País inventaba nuevos niveles de neutralidad para editorializar sin mojarse. Esa técnica de los chicos de Prisa, que luego no sirve para que a sus reporteros se les permita entrar al Sáhara, la han aprendido bien de sus amigos de Ferraz. La ministra Trini, la de la chupa de cuero y el compromiso con el diálogo internacional, cayó muy bajo asegurando que España no tenía nada que decir sobre un asunto interno de un vecino y aliado. El mismísimo jefe del Ejecutivo tampoco tuvo reparo en señalar que Marruecos no estaba violando los derechos humanos, distraído como está pensando en saborear las mieles de la fama en la cumbre del G20 de mañana. Quizás sea porque el gobierno sabía con cinco días de antelación que Marruecos iba a borrar del mapa la protesta independentista, como hoy se puede leer en la prensa.


Quizás porque, siempre que se trata del reino alahuita, los políticos españoles callan y agachan miserablemente la cabeza. ¿Qué le debe el estado español a Rabat? ¿Qué influencia internacional tiene ese narcoestado para decidir nuestra política exterior? La política racista y totalitaria que se reprocha a Irán, tiene pábulo en las entrañas de Moncloa y también del Elíseo parisino. Algunos apuntan a la vieja amistad que une a los reyes marroquíes con EEUU, otros señalan al papel de barrera ante la inmigración y aún hay quien recuerda su poder sobre caladeros de pesca que alimentan a toda la Península. Nada de ello justifica envainarse los derechos humanos y el respeto a la vida. Por menos que eso se bombardeó a Libia, se asfixió a Serbia e invadieron Irak. Será que esta vieja España, a fuerza de alimentar reyes y caciques, le ha cogido el gusto a ser el escudero de los tiranos.

propagando la acción

El anarquismo vuelve a las portadas de los periódicos. Y no es gracias a esa abominación política que en EEUU llaman libertarianismo. El trasfondo político del movimiento ultra Tea Party es este remedo de ideología basado en tres pilares: nada de impuestos, nada de ayudas sociales y todo por y para el mercado. Si añadimos un quintal de ignorancia y una buena dosis de pacatería puritana, tendremos lo que hoy entiende el Tío Sam por anarquista. Pero de las liberalidades de Sarah Palin o Esperanza Aguirre a la acracia libertaria de Proudhom, Bakunin o Malatesta hay mucho trecho. 


Hace sólo unos días, la CNT cumplía cien años. Tras dos décadas aquejada de escisionismo y diletancia, el sindicato obrero más antiguo de la península volvió a cobrar relevancia hace relativamente poco. Durante las protestas por los ajustes draconianos contra los derechos sociales y laborales por parte de un gobierno supuestamente progresista, los escasos pero irreductibles ácratas de la bandera roja y negra organizaron comités, prepararon movilizaciones y generaron debate como si los años no hubiesen pasado por ellos. A su lado, visiblemente avergonzados por su evidente servilismo, los sindicatos oficiales palidecían, con sus huelguitas de salón cuando ya todo estaba más que atado. CCOO y UGT, con sus varios millones de afiliados, temblaban ante la perspectiva de montar una pequeña algarada a un ejecutivo supuestamente amigo, mientras que los poco más de mil anarcas del Metro de Madrid, de Correos y de la Sanidad consiguieron llevar la protesta en la calle y acallar la sibilina crítica antisindical que alimentan tanto la ultraderecha corporativa como la izquierda domesticada con subvenciones. Sólo lo llaman huelga salvaje porque, por primera vez en mucho tiempo, no fueron capaces de manipularlos.

 
Eso es anarquismo, aunque habrá quien prefiera las cartas bomba que envían desde el irredento barrio de Exarhia los sin-amo de Atenas. Van ya catorce misivas fulgurantes, dirigidas a lo más granado del Occidente en crisis. Angela Merkel, Sarkozy, Berlusconi, la Europol y media docena de embajadas culpables conocen ya el talento de estos artificieros helenos, hijos predilectos de Carlos Marighella y Nikos Maziotis. Se equivocan al escupir pólvora a los mercaderes de odio pero ¿qué otra cosa se puede hacer ante el pistolerismo empresarial al estilo de la Semana Trágica? Últimamente, a la policía le gustan los jovencitos, como el griego Alexis Grigoropoulos o el saharahui Nayem Elgarhi. Demasiadas veces se empeña el poder en demostrarnos que nunca será nuestro y que quienes si pueden llamarlo suyo sólo saben usarlo en nuestro detrimento. No queda sino batirse, sea a la griega o al viejo estilo alemán de la Spaßguerrilla. Ellos ladran, censurando revistas que rompen el monolítico recibimiento al Papa, espiando periodistas incómodos y disparando risible propaganda regia propia de una monarquía garbancera. A nosotros, no nos queda otra que seguir esquivando balas al aire.


Se suele decir, desde derecha e izquierda, que el anarquismo no funcionó por su naturaleza utópica. No se menciona la opresión sistemática, la traición estalinista y el velo tendido sobre autónomos, situacionistas y operaístas. Aquellos que aspiran a alimentarse de la política no quieren saber nada de la acracia y por eso nada se supo de ellos durante la transición. Silenciados, criminalizados e infiltrados por fascistas, hasta reducirlos de nuevo a la trastienda de una librería, al almacén de un taller, al doble fondo de un cajón. Ahora, cuando las cosas vuelven a torcerse como antaño, las pancartas y pegatinas funden a negro. Negro luto por las víctimas diarias, negra bandera de los que tomarán lo que merecen sin pedir permiso a nadie. Si el mercado lo hace a diario, ¿quién tiene la autoridad moral de negárnoslo?

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