Un juego elevado a la categoría de belleza


No me gusta especialmente escribir sobre deporte, ni en este blog ni en ningún otro medio, y defiendo que el lugar idóneo para la polémica y el debate futbolero es el bar. De hecho, no voy a negar que, salvo contadas excepciones, considero a la mayor parte de la prensa deportiva como una ofensa a la profesión periodística. Pero a la hora de hablar del Barça cualquier tópico cae por su propio peso, convirtiendo cualquier crónica deportiva de las que pudimos leer ayer en un ejercicio de preciosismo ideado para asumir el reto de narrar con palabras lo que se escribe con sudor y lágrimas de éxtasis. No hay modo de retorcer la prosa para envilecer a un equipo empeñado en revalidar su propia leyenda. Hablar del Barça es alta literatura, en parte porque su protagonista absoluto, un joven rosarino llamado Lionel Messi, transforma la gimnasia en danza moderna y el esfuerzo físico en gesta de la superación humana en su lucha contra la barbarie. Y lo mejor es que no juega solo y que todos sus compañeros, desde Victor Valdés a Pedro Rodríguez, brillan en ausencia o en contacto con el rutilante 10. Con él, sobran las palabras y su mera imagen acaricia las retinas. Dejémonos pues alcanzar por la perfección antes de que forme parte de esas historias que contaremos a nuestros nietos. Diremos "yo lo ví, no era de este mundo", y no podrán creernos.


1 divagando:

Danilovich disse...

Con las chapas futboleras que te damos a las 6 de la mañana no me extraña que hasta tú acabes hablando de fútbo.
Ese lateral rompeespinillas!

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