Política de bragueta

Siempre me ha llamado poderosamente la atención el extraño vínculo que une política y sexo. Y no, no me refiero a la erótica del poder que pueden representar Bill Clinton y su becaria o Sarkozy y la tipa esa que dicen que canta, pero que colecciona más novios acaudalados que discos. Me refiero al uso del sexo como herramienta política. Ya había hablado alguna que otra vez de ello, en casos como el de Tania Derveaux en Bélgica o, en menor medida, Tanja Kerpala en Finlandia. Las ministras-objeto de Berlusconi sentaron un nuevo precedente en cuanto a la frivolidad llevada a la representación ciudadana. No sólo porque se filtrasen las conversaciones telefónicas de Berlusca con la exmiss y ahora ministra de Igualdad Mara Carfagna, en las que quedaba en evidencia que los métodos de selección de Il Cavaliere incluyen prueba oral. No son ni una ni dos las cantantes, bailarinas y modelos que se han unido al partido Popolo della Libertá, pero basta con poner los ejemplos de Barbara Matera, Elisa Alloro, Camila Ferranti, Adriana Verdirosi o incluso la ex concursante del Gran Hermano Angela Sozio. Ahora les ha surgido competencia. ¿Dónde? En la ya de por sí poco creíble República de Colombia.
Supongo que ya lo habrán leído en cierto tipo de prensa. María Fernanda Valencia, abogada y periodista bogotana, ha prometido a sus votantes posar desnuda si sale elegida para la Cámara de Representantes. En un país atenazado por el narcotráfico, con una democracia inflitrada por la corrupción y la violencia, con más de cuatro décadas de conflicto armado y unos niveles de paro y PIB propios de la vecina Centroamérica, la exviceministra de Turismo ha realizado el último ejercicio de pragmatismo político. Ya que no podrá cumplir ninguna promesa de calado, ofrece lo poco que tiene, su cuerpo. Pese a militar en el Partido de la U, un grupo conservador creado como punta de lanza del presidente Uribe para forzar su tercera reelección, Valencia no tiene miedo de escandalizar a los más pacatos de los votantes. Sabe que en tiempos de guerra, todo agujero es trinchera, y, aunque se escude en vanos argumentos feministas, es plenamente consciente de que si llega al parlamento, será por su capacidad para avivar las braguetas ajenas.
Puede que esa sea la solución para evitar la desmotivación política de la ciudadanía. Habrá que avisar al gobierno griego, acorralado por el paro y un déficit público de más del 13%, para que reclute nuevos valores en los piquetes de la huelga de prostitutas que ha empezado hoy en Atenas.

1 divagando:

mikel disse...

Bienvenido al mundo real; no es nada nuevo lo que comentas (ains, la historia está llena de este tipo de cosas), pero sí flagrante que en pleno siglo XXI sigamos así. ¡O quizás sea durante el siglo XXI el auge de esta "moda"! Al fin y al cabo, ya estamos esclavizados por la cultura de la imagen y del sexo.

Nada más me pasaba a saludar y a comentarte que me suscribo a tu blog (que desconocía que tenías).

¡Un abrazo!

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