Palabras sucias y caras bonitas

A veces, tengo días malos y este os ha tocado pagarlo vosotros. Así que levantad los puños o bajad rápido de la lona. Dejadme que me explique. He conocido tiempos mejores y peores y peleo cada día por el puesto que me corresponde en el mundo. He esquivado alguna bala últimamente y, visto desde cerca, no tiene tanto encanto. Y no lo digo por alimentar mitos de vacía pose suicida, sino más por romper la otra gran mentira del malditismo de moda, es decir, el culto a la autodestrucción barata que te venden los aprendices de canalla con vocación de mercachifle. Muchachillos y muchachillas lánguidas que soñáis precipicios y grandes finales dramáticos, no me vendáis vuestra mierda. Mírales, se llaman punkis porque se escupen entre ellos. Es fácil decirse maldito teniendo la cama hecha y la mesa puesta en la casita de mamá. Es un juego hacerse sangre si es sólo para llamar la atención. Pero, en el fondo, os faltan huevos. Os creéis Iggy Pop sólo porque os ponéis hasta el culo. Pensáis que ser interesante es repetir la consigna manida de no future. Valéis lo mismo que os ha costado el esfuerzo de no pensar más allá de las frases de vuestras camisetas. Me cago en vuestro rollo triste modernillo emocore. Me explico.


Viniendo para casa, me tropecé con un caos de ambulancias a dos calles del portal. Haciendo honor al instinto gacetillero y caso omiso al cordón policial, busqué en el bolsillo el carnet de la asociación de la prensa y me acerqué a husmear. Una joven, de entre 15 y 20 años, morena, tatuada, gótica y lánguida, yacía desvanecida sobre una camilla con los pulsos cortados. Trabé conversación con unos cuantos curiosos y el conductor de la ambulancia, que confirmaron la primera impresión. Intento de suicidio sin motivo aparente. Y, según una vecina sesentona que no dejaba de compadecerse de la madre de la criatura, no era la primera vez. Como luego me confirmó un camillero, se la encontraron en la bañera sus padres antes de irse a trabajar. Quisiera o no morir, que forma más sórdida de reclamar la atención de quien te vio nacer. Que manera tan cobarde de evitar madurar, de escabullirse de aprender el valor de cada gota de sudor que te acerca a tus sueños. Es más fácil dejarse llevar hacia la espiral descendente para luego poder presumir de cicatrices. Si te las haces tú sólo, no son heridas de guerra. Son la marca de nacimiento de un cobarde. No hay nada mejor en la vida que aguantar el tipo contra todo y contra todos hasta conseguir lo que te propones. Entonces, todo se justifica y puedes notar como pelea sin descanso cada fibra de tu cuerpo. Y en el límite de la extenuación, poder levantar los brazos y gritar con el último aliento: ¡Hijos de puta, no podéis conmigo! Pues eso, aplicaos el cuento. Tengo la boca más sucia que nadie pero sé cuál es mi sitio.
Por cierto, según los reglamentos de la Comunidad de Madrid y las leyes no escritas de la profesión periodística, no se puede informar de los suicidios, consumados o en grado de tentativa. Parece ser que la idiotez es contagiosa. Así que, ya sabéis, yo no os he dicho nada. A cambio, un pequeño regalito.

5 divagando:

kay disse...

Cuentas y se ve, se huele y se siente. Te echa de menos el medio escrito, y a cambio yo te sigo como tu mayor admiradora, que te echa mucho de menos. Te emplazo de aquí a tres findes a que elijas cualquiera de ellos para vernos en esas calles que ya sólo me recuerdan a que tú vives en ellas... Teño ganas, moitas, de falar contigo un pouquiño. De contarche como vaime e que difíciles son ás veces os días. E que curtos, e que longos... E que baleiros. Teño ganas de superaro que parezo a miña sombra ás veces. Quéroche

dtordable disse...

Pero qué coño es eso de Natalie Portman?
Ya sabes que en el resto del artículo estoy contigo en todo. Odio a casi todo el mundo.

Enric Draven disse...

Es eso de ser el más malote. Algo cercano a un supervillano del barrio, para que te miren los que van a la universidad, y que puedas seguir soñando con que te admiran por tu ropa del modernillo comprada en el zara, por tu mandíbula desencajada, o porque se te cae el alcohol por la comisura de los labios de lo dormida que tienes la jeta a la cuarta ralla de coca.

Es una pena, pero compiten entre ellos para ser así.

Enric
PD: ya quedan pocos que trabajen y estudien.

Elena -sin h- disse...

Me quedo con:
"Si te las haces tú sólo, no son heridas de guerra. Son la marca de nacimiento de un cobarde."

Por no quedarme con cada línea...

Sex Shop disse...

Muy buenoooo!!!!!!

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