The bigger the lie, the more they believe

Vuelve uno de una pequeña escapada y se da cuenta de que el mundo, como pronosticó Eduardo Galeano, está patas arriba. Los conservadores arrebatan el spray a los punkarras para denunciar el estado policial y los fascistas ponderan a la baja la calidad de una democracia en la que no creen. Y, mientras tanto, su pienso propagandístico cala en la masa. Sus mensajes, difundidos bajo el viejo paradigma de la cortina goebbeliana de mentiras, desvirtúan la verdad hasta amoldarla a su conveniencia. ¿Que nos acusan de robar? Echémosle la culpa a la policía. ¿Que medio partido está implicado en una trama de corrupción que involucra a dos presidentes autonómicos y a un puñado de senadores? La culpa es del Gobierno, que usa a los servicios secretos para conseguir esta información. ¿Y si nuestras propias exageraciones nos delatan? Paso corto y vista larga, que aquí no dimite ni dios. Y nadie se queja, nadie recordará al cabo de unos días. Para algo están Telemadrid, Canal 9 y el chorreo de sucesos y crónica rosa en el resto de canales. Y si no, siempre se le puede enseñar a la secretaria general como grabarse su propia comparecencia ante los medios sin medios en la comodidad de su finquita playera. Viene a ser lo mismo que convocar una rueda de prensa en la que no se permiten preguntas. Hasta Trillo, que debería estar en la cárcel por sus mentiras a las viudas del Yakovlev, salta al ruedo con el farol de que tiene pruebas de todo. Pruebas que nunca verán la luz porque no existen, pruebas que ni el más avezado conspirador de Época podría fabricar. El ciudadano abre los ojos estupefacto ante el truco del prestidigitador y la manipulación sigue su curso. Porque nadie estuvo allí para atar los cabos y denunciar la mentira a gran escala. Qué más da, que sigan muriendo guardias civiles mientras ellos niegan la mayor. Lo dice Fabra, jódanse en silencio.
¿Y por esos mundos, qué es lo que ocurre? Soplan vientos de guerra en Sudamérica por el viejo conflicto entre imperialismo yanqui y populismo guayabero. Unos despliegan más tropas en la Colombia colaboracionista de todos los males del mundo -narcoparamilitares, narcoguerrilla, narcogobierno-, mientras los otros pronuncian acendrados discursos que levantan de nuevo las viejas banderas de los libertadores. Y, aunque en las manos equivocadas, esta vez tampoco sea en vano. En la otra esquina del mundo, Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz ha sido condenada a tres años de trabajos forzados tras más de veinte de arresto domiciliario. La junta militar birmana tiembla con sólo ver su frágil figura en el estrado, desafiando en silencio la credibilidad de sus tribunales.
Al oeste, en Chechenia, la estirpe de mártires de Politkovskaya, Estemírova y Yevloyev sigue creciendo bajo las balas del Ministerio de Interior ruso. Zaremá Saduláyeva y su marido cometieron el error de dirigir una organización juvenil a favor de los derechos humanos crítica con el presidente títere de la república caucásica, Ramzam Kadirov. Por eso, el lunes, cinco hombres armados entraron en sus oficinas, los sacaron a punta de pistola y los encerraron en el maletero de su coche acribillados a balazos. El líder checheno se exculpó con la peor excusa del mundo: "¿Por qué Kadírov asesinaría a una mujer que nadie necesita? Ella no tenía honor, dignidad ni conciencia". Su descaro va más allá de cualquier reproche, su crímen difícilmente encuentre otro castigo que el se reserva para los cipayos. Mientras tanto aquí, allí y en el lugar más remoto sigue siendo verdad el viejo aforismo que pide mentiras grandes para mentes crédulas. Llegará un día en que caigan las máscaras y ya no reconoceremos al enemigo.


1 divagando:

Lucía disse...

¡Qué razon tienes! El panorama político español actual es repugnante. No quiero ni pensar en qué imagen estamos dando hacia el exterior. Salen corruptos hasta de debajo de las piedras, y lo mejor que se le ocurre al PP es echar balones fuera e inventar conspiraciones. En vez de crear guiones de pelis de ciencia ficción deberían hacer una buena purga interna.
Un saludo

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