Negar la mayor


Ya lo sabrán por los medios: Jaime Mayor Oreja, europarlamentario del Partido Popular y como tal representante del Estado Español ante la Unión, es un fascista confeso y, además recalcitrante. El pasado domingo, Oreja, ministro de Interior en el Aznarquía, declaró sin rubor en una entrevista con Enrique Clemente, de La Voz de Galicia:

"Enrique Clemente: ¿Por qué le cuesta tanto al PP condenar el franquismo?

Jaime Mayor Oreja: Porque eso forma parte de la historia de España. Yo no lo he condenado, yo elogio y alabo la transición democrática. ¿Cómo voy a condenar lo que, sin duda, representaba a un sector muy amplio de españoles?

EC: Por esa misma lógica, tampoco condenará el nazismo o el estalinismo, porque muchos alemanes y soviéticos los apoyaron.

JMO: En la guerra hubo dos bandos y en el nazismo solo uno.

EC: En el franquismo solo hubo un bando que reprimía.

JMO: También hubo dos, porque el franquismo fue la consecuencia de una Guerra Civil en la que hubo dos bandos. No es lo mismo que el régimen nazi, donde había un solo verdugo.

EC: Entonces, dejando al margen la Ley de la Memoria Histórica, ¿no considera pertinente condenar el franquismo?

JMO: No, por muchas razones. ¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo si hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad? En mi tierra vasca hubo unos mitos infinitos. Fue mucho peor la guerra que el franquismo. Algunos dicen que las persecuciones en los pueblos vascos fueron terribles, pero no debieron serlo tanto cuando todos los guardias civiles gallegos pedían ir al País Vasco. Era una situación de extraordinaria placidez."


Tras estas acertadas declaraciones, sucedió el clásico guión descrito en el manual interno del PP "Cómo tapar las salidas de tono de líderes nazionales": la prensa se hace eco del escándalo, Zaplana avala (hoy mismo contuvo la risa mientras afirmaba el inmaculado carácter demócrata de Oreja) y Acebes reinterpreta (según él, el eurodiputado "liberal" se refería a que la Ley divide a los españoles). Y a tirar millas. Nada de exigirle una rectificación, ni retirarle el acta del Parlamento Europeo, ni condenar el franquismo. Jamás. Ni el juez del Olmo ni Grande Marlaska le han citado a declarar por delitos de negación de la Historia. Nada.


Ser fascista y reírse de la democracia es gratis, ser republicano y reírse del Rey, puede costar de seis meses a dos años de cárcel por delito de injurias a la Corona. En la democracia española, ser un cerdo con camisa azul no tiene precio político. El hombre que negoció con ETA en 1998 y hoy denuncia que el gobierno se rinde por repetir su gesto; el hombre que usó al cuerpo de antidisturbios como su ejercito privado; el hombre que tiene la desvergüenza de llamarse víctima. Este hombre, porque la humanidad a cualquiera se le supone, es un fascista. Y no es el único. Sus amigos, los que nos gobernaron de 1996 a 2004 y ahora asumen una oposición guerracivilista, también lo son. Niegan la mayor ignominia que ha vivido este país y que gente como ellos ayudó a que durase cuarenta años. Niegan la mayor y descubren su vergüenza.

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