Un pequeño pedazo de vacaciones

Acabo de volver de mi viaje y aún no me he repuesto. Puede que el hecho de haberme despertado en otro lugar, más acogedor, con olor a tierra húmeda, desayunos en la terraza rodeado de árboles, el sonido de fondo del arrullo de las palomas (ahora lo entiendo) y una casa llena de brazos abiertos tenga algo que ver. He pasado casi cinco días en un lugar idílico a orillas del río Gállego (nótese la velada coincidencia), donde he encontrado por fin una sensación casi olvidada: la paz interior, la sensación real de sentirme de vacaciones.
No creo que el hecho de no tener que cocinar ni trabajar o el de huir de Madrid haya influído. Estoy hablando de algo más personal, una sensación que sólo puede estar provocada por el clima interior, por las sensaciones que te puede transmitir un lugar o una gente. El hogar es un espacio nómada que reside sólo en dónde pueda sentirlo y eso, para mí, es un descubrimiento notable. Puede que sea gracias a tí, o a los tés aromáticos, a la piscina gigante, al corte de pelo, a la magdalena de Proust con sabor a judías verdes, al día que llovió y nos mojamos, al pastel ruso, a las charlas en la terraza bajo la luna amarilla o a los despertares furtivos. Estaba tan nervioso antes de llegar... Puede que sólo sea que los lomeros me recibieron con una sonrisa o que este viaje me haya dado la clave de tantas cosas, de mi admiración, de la necesidad de un cambio, de la clave del idealismo o del hecho de saber que lo he encontrado. ¿El qué? Estais preguntando demasiado...
He vuelto, atravesando el paisaje lunar. Pero cierro los ojos y, si me esfuerzo un poco, aún puedo sentirme en las nubes.
Como cierre, un último texto para los que, como a mí, sólo les espera una cama vacía y una almohada cargada de proyectos y preocupaciones:
"Vamos a Génova a divertirnos. A practicar sexo con el mundo.
A desnudarnos dentro de los bancos y a gritar que el horror
económico será derrotado por el calor de los cuerpos. Cuando nos
hayan acompañado a la salida, la duda les rondará durante días."
Wu Ming
Esta revolución no tiene rostro
Mañana volverá la mirada que me hace capaz de cambiarlo todo, de soñarlo todo. No espero que me entendais. Todos, no.

"Y entonces me hicieron prestar juramento en un libro en el cual ya nadie creía; (...) ustedes, señores militares, antes de llamrme "frívolo" o de endilgarme una alfa privativa, como en a-pátrida, a-moral, a-teo, golpéense mejor el pecho de tomadores de juramentos con todas sus fuerzas, hasta que les sobrevenga el bendito fin. Comparadas con las de ustedes mis manos son inmaculadas."

Arno Schmidt
La república de los sabios

Una vez más, huyo


Llamadme débil, pero necesito huir de esta ratonera otra vez. Ha sido una semana muy rara, sin sobresaltos, sin novedades, pero me siento extenuado. Toca emigrar otra vez, aunque sea un viaje fugaz, para poder encontrar lo que tan a menudo me pide el cuerpo. Un poco de calma, un poco de ajetreo, risas, locura, una compañía adecuada y ese perfume que acompaña los sueños de los que nunca querría despertar. Volveré cargado de historias y de esa melancolía pegajosa de los retornos solitarios a la rutina. Ya hablaremos...

Antes de que se me esqueza, o 25 de Xullo é o Día da Pátria Galega. Unha aperta moi forte os que o poidan disfrutar na nosa terra, sodes os brancos da miña envexa máis malsana.
UN ANO MÁIS DE CAMIÑO Á LIBERDADE
DENANTES MORTOS QUE ESCRAVOS


Algo funciona mal, acaso porque
xa non temos os anxos proteutores.

Algunha cousa morre nalgún sitio,
non sei onde, non sei como se chama
nin sei de que materia está composta
a luz que identifica os outos muros
no derradeiro intre, acaso porque
xa non temos os anxos proteutores.

Algo funciona mal. En todas partes
transmiten telegramas, dan informes,
escriben longas nóminas,
pintan cruces de sangue, acaso porque
xa non temos os anxos proteutores.

Algunha cousa morre. Todos vemos
invasores durmindo sobre os mortos.
Pasan carros de ferro, e os soldados
saúdan e surríen, nada saben.
Salouca unha muller tras dunha fiestra,
e o povo fita e cala, acaso porque
xa non temos os anxos proteutores.

Alguén fesfolla escuras caliveras
do sí e do non da morte na amencida.
Si dubidas pon sí, pois todos saben
que naide é inocente nesta guerra
que nos foi decrarada, acaso porque
xa non temos os anxos proteutores.

Celso Emilio Ferreiro
Onde o mundo se chama Celanova

Descubrimientos de un montaraz en la urbe

Acabo de descubrir algo que me ha devuelto por un momento a mi infancia: en mi calle, la novísima Calle Mozart, hay grillos. No es que viva en pleno asfalto -al norte, el Parque del Oeste (aunque suene a broma); al sur, la Casa de Campo; al este, los Jardines del Palacio Real; al oeste, el Parque de la Bombilla-, pero no deja de ser sorprendente el hecho de disfrutar de un resquicio de vida salvaje en plena urbe.

Reencontarme con los grillos me ha devuelto de golpe a mis noches de verano en Ourense, sentado en el cesped de mi vieja casa con mi familia, intentando eludir el calor (nadie me cree cuando digo que en la vella Auria alanzamos los 40 grados cada verano), mientras los grillos interpretaban su aria antediluviana, el perro jugaba a cazar topos y mi abuelo desgranaba historias de esas que se cuentan cuando hace mucho frío o mucho calor para hacer nada. Creí haberlo perdido todo hace tiempo: la casa se malvendió, al perro lo sacrificamos para ahorrarle una larga enfermedad y a mi abuelo hace dos años que le llevo flores cada 28 de septiembre. De pronto, los grillos me han devuelto ese recuerdo que se perdió en estos cinco años de exilio madrileño... y no sé si hubiese preferido ahorrármelo, pero tengo que hacer frente a que, a partir de ahora, esta música no volverá a ser un simple cri-cri inocuo. Otro placer amargo para mi zurrón.

Termino con una confesión: cada día que paso en esta ciudad sin estrellas, me vuelvo más extranjero.

Foto de la semana: éxodo fugaz a Zaragoza

Últimamente sólo os escribo sobre mis "paréntesis" de la vida real, pero la verdad es que no creo que haya motivo de queja, el resto de mi vida carece de interés y se resume en pocas palabras: curro poco y a gusto, hace mucho calor y estoy sin un duro.
En esta pequeña huida, he descubierto un oasis oculto casi en pleno desierto aragonés. Un viaje lleno de escenarios y personajes: la cerveza Ámbar (no es Estrella Galicia, pero está golosa), el Birosta, el cierzo, La Republicana, el helado de Aldo, los rockabillies, la venta piramidal, el rapado que me aconsejó cuidarla (có!), las mil y una despedidas de solter@, el providencial bus 30, el Jardín del Temple y mi paraíso privado con crepes bretonas y olor a canela. No hay mejor forma de conocer una ciudad que a través de otros ojos, de otros pasados y otros recuerdos que hacer tuyos.
Repetiré...

"nos mentimos, nos adulamos tan explícitamente, que cualquier verdad nos provoca siempre un tremendo escozor, nos saca fuera del tiempo y del clima en el que sin pena ni gloria vegetamos."

Mario Benedetti
Quién de nosotros

Cuatro días en las nubes

Podeis reprochármelo abiertamente. Esta última semana he estado algo ausente del país de los placeres amargos; ya sabeis que, a veces, huyo a latitudes más benignas en compañía de mi musa del agobio, visitante impenitente empeñada en alegrarme este verano abocado al desastre. Julio se ha cobrado 7 nuevas víctimas entre mis exámenes y serán 11 las asignaturas que se interponen entre la licenciatura y yo. Septiembre decidirá ... y hasta entonces toca sufrir. Sin embargo, hay quien consigue arrancarme de la realidad durante cuatro días, compartiendo conmigo ese limbo mágico y fugaz que se cierne en nuestra mutua compañía. Nunca he sabido explicarme... ahora el que dispara es Pier Paolo Pasolini:

"El infierno de los vivos no es algo por venir;
hay uno, el que ya existe aquí,
el infierno que habitamos todos los días,
que formamos estando juntos.
Hay dos maneras de no sufrirlo.
La primera es fácil para muchos:
aceptar el infierno
y volverse parte de él
hasta el punto de dejar de verlo.
La segunda es arriesgada y exige
atención y aprendizaje continuos:
buscar y saber quién,
en medio del infierno, no es parte de él,
y hacer que dure y dejarle espacio."
" Lo único libre son los precios. En nuestras tierras Adam Smith necesita a Mussolini. Libertad de inversiones, libertad de precios, libertad de cambios: cuanto más libres andan los negocios, más presa está la gente. La prosperidad de pocos maldice a todos los demás. ¿Quién conoce una riqueza que sea inocente? En tiempos de crisis, ¿no se vuleven consevadores los liberales y fascistas los conservadores? ¿Al servicio de quiénes cumplen su tarea los asesinos de personas y países?"
Eduardo Galeano
Días de amor y de guerra

Llaman a la puerta

Suena el timbre y, de repente, lo que en principio era un día destinado a pasar sin pena ni gloria entre tantos otros, se convierte en la mejor sorpresa que nunca has recibido. En el ángulo muerto de la mirilla se esconde lo único que realmente te apetece esperar. La sorpresa te deja boqueabierto y desconcertado, no te puede estar sucediendo a tí, justo hoy que parecía que nada iba a ser diferente ni mejor que ayer. El cartero inesperado ha dejado en tu umbral el abrazo que llevas pidiendo a gritos desde hace mucho. Ayer, con la decepción y la soledad a cuestas, hubieses hecho lo que fuese por tenerlo y hoy, sin más, está en el rellano, esperando a que abras con esa cara que merece 7 horas de viaje.
Lo demás queda oculto tras la puerta cerrada.
Siguen sonando los Dire Straits en la estación a cualquier parte, mientras vuelves a casa preguntándote por qué de golpe las cosas buenas han empezado a llegar a tu nombre. Te sorprendes silbando... sonriéndole a la ciudad que vuelve del tajo con el ceño fruncido, enterrándose en la impersonalidad del Metro. Tú no, hoy no eres como ellos, hoy sonríes, destacando como un garbanzo negro entre sus caras de perro. El verano promete, y no ha hecho más que empezar...
¿Volverás a llamar a mi puerta?

Fin de semana en tierras de Machado

Reconozco que últimamente me he ausentado más de lo habitual del país de los placeres amargos. El motivo está más que justificado. Me he pasado el fin de semana en Sanjuanes de Soria, en una de las fiestas populares más salvajes en las que haya tomado parte. Botas de vino dulce, sanjuaneras, charangas y una idílica sensación de buen rollo generalizado. Lo recomiendo a cualquiera que se atreva, aunque es recomendable tener un guía nativo (Gus y Teo, anfitriones enormes) y muy poco aprecio a la salud propia.
En esas tierras de paisaje árido es fácil ponerse en la piel del poeta y afirmar lo poco que recuerdan los campos de horizonte inabarcable al viejo y ajado esplendor de lo que un día fue Castilla. Qué suerte poder contar con una Leonor a la altura de las circunstancias, con la que descubrir la ciudad entrañable por excelencia y con la que recorrer los 360º del refugio más acogedor de toda Soria.

P.D.: ¿Recuerdas los fuegos de artificio?
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